Si de repente empezase a hablarles de la veisalgia, prácticamente nadie sabría a lo que me refiero. Pero si les digo que se refiere a una serie de síntomas que producen malestar general debido al consumo excesivo de bebidas alcohólicas, creo que todo el mundo entenderá que hablo de la resaca.

Los síntomas más comunes de la resaca son sensación de náuseas o incapacidad para ingerir debido a la deshidratación de la mucosa gástrica, sed intensa debido a esta misma deshidratación y a que el alcohol es un potente diurético, acidez de estómago, una ligera amnesia, dolor de cabeza, debilidad y dolor muscular y embotamiento.

Obviamente nadie quiere sufrir todo ese tipo de síntomas desagradables tras haber pasado una animada fiesta. Pero, a pesar de los previsibles daños, tampoco parece que muchos vayan a dejar de beber por estos síntomas. Por eso no dejamos de buscar remedios.

La mayoría de los remedios que se utilizan contra la resaca se basan en el tratamiento de los síntomas. El dolor de cabeza se trata con analgésicos o antiinflamatorios. La deshidratación con el consumo de muchos líquidos, incluso de alcohol. Los antiácidos son para el ardor de estómago. Y así vamos tapando los estragos que el alcohol ha ido provocando en el cuerpo.

Otras supuestas “curas” se basan en ingerir sustancias que corrigen los estragos metabólicos desencadenados por el alcohol. Es el caso de las bebidas isotónicas, el café o el té, pero también un desayuno rico en carbohidratos y antioxidantes.

Los espárragos

Prácticamente todo lo que comemos pasa, en primer lugar, por el hígado, encargado de eliminar tóxicos como el alcohol de nuestro cuerpo. De hecho, se considera un potente agresor hepático, principal causante de hígado graso, cirrosis, fibrosis y cáncer.

Las principales enzimas que metabolizan el alcohol en el hígado son dos: la alcohol dehidrogenasa (ADH) y una forma de cytocromo P450, la CYP2E1. La ADH oxida el etanol y produce acetaldehido como producto. El acetaldehido también es uno de los principales factores que produce muchos de los síntomas de la resaca como incremento de la temperatura, ritmo cardiaco, disminución de la presión sanguínea, náuseas o dolor de cabeza.

Por otro lado, el acetaldehído es altamente tóxico en el hígado, pero sus células contienen otra enzima llamada acetaldehído deshidrogenasa (ALDH) que transforma el acetaldehído en acetato, mucho menos tóxico y que puede ser metabolizado hacia las grasas.

Por ello, cualquier compuesto o alimento o suplemento que aumente la actividad de las enzimas que eliminan alcohol y acetaldehído puede ser considerado como bueno para la resaca.

Ese es el motivo por el que, recientemente, ha empezado a plantearse el uso de cepas bacterianas probióticas para proteger el hígado del daño causado por el alcohol. Y lo mismo ha pasado con los espárragos, que contienen compuestos bioactivos que reducen el estrés oxidativo e incrementan la actividad de ADH y ALDH.

Mecanismos detoxificantes 

No hay nada de especial en todos estos estudios. Como ya se ha indicado antes, una de las principales actividades del hígado consiste en eliminar compuestos potencialmente tóxicos que acompañan a los alimentos.

Las frutas y verduras contienen una gran cantidad de sustancias que activan la actividad detoxificante del hígado. Ocurre porque, en baja concentración, estas sustancias son consideradas por las células del hígado como tóxicas, y activa sus enzimas para eliminarlas.

Podemos considerar que estos compuestos actúan como una especie de vacuna a nivel metabólico que activa los sistemas para eliminar compuestos nocivos presentes en la dieta. Lo que en la jerga se conoce como hormesis.

Por ejemplo, los polifenoles y flavonoides, muy presentes en verduras, inducen este tipo de respuesta. De ahí la recomendación de ingerir extractos ricos en estas sustancias para tratar la resaca. Como además las verduras contienen antioxidantes, previenen el estrés oxidativo producido por la ingesta de alcohol y el daño en el hígado.

Sea como fuere, cualquier ingesta masiva y desequilibrada de cualquier sustancia, ya sea alimento o bebida alcohólica, produce daños en el hígado que debemos evitar. El alcohol es tóxico no solo a nivel hepático sino también cardiovascular y neuronal, por lo que su ingesta está totalmente desaconsejada.

Si encima mantenemos una dieta pobre en frutas y verduras que reduce la actividad de los sistemas protectores del hígado, una resaca será el menor de nuestros problemas.

*Guillermo López Lluch, Catedrático del área de Biología Celular. Investigador asociado del Centro Andaluz de Biología del Desarrollo. Investigador en metabolismo, envejecimiento y sistemas inmunológicos y antioxidantes, Universidad Pablo de Olavide.

**Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation

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