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    Evitar intoxicaciones alimentarias

    Dierra, fiebre, naúseas, dolor abdominal, vómitos... son los síntomas más comunes de las intoxicaciones alimentarias. Éstas se desencadenan tras consumir alimentos en mal estado, ya sea porque estaban contaminados por organismos infecciosos —como bacterias, virus o parásitos — o por las toxinas producidas por los microorganismos.

    "El cuadro es prácticamente indistinguible de la gastroenteritis ya que suelen tener el mismo origen y compartir los mismos síntomas. En cualquier caso, el tratamiento es similar, siendo prioritario establecer una correcta hidratación, una dieta suave y el alivio sintomático", explicó a Infosalus el doctor Francisco Braojos Sánchez, especialista en Microbiología Clínica, Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital San Rafael de Madrid.

    Pero, como siempre en Nutrición, lo mejor es prevenir que curar. Así, para evitar estas toxiinfecciones en casa, hay que tener especial cuidad al conservar, manejar y cocinar ciertos alimentos. A continuación, algunos muy comunes en las cocinas de España con los que hay que tener cuidado para evitar sustos. 

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    Pollo

    La carne de pollo es una de las más consumida en España. Además de económica es una forma sana de consumir proteínas de origen animal. Eso sí, si se consume a la plancha o al horno, nunca rebozado o frito ya que aumentarían de forma considerable las grasas y calorías. Así, el pollo es una carne blanca baja en grasas y en calorías.

    Pero hay que tener ojo a la hora de conservar y cocinar en casa esta ave de corral, ya que se trata de uno de los alimentos con más riesgo de estar contaminado. El pollo crudo puede verse afectado por diferentes microorganismos, uno de los más comunes: la bacteria Salmonella.

    "Si consume pollo poco cocinado u otros alimentos o bebidas contaminados con pollo crudo o sus jugos, puede contraer una intoxicación alimentaria", señalan desde los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos. Así, hay que tener especial cuidado al preparar pollo.

    ¿Cómo evitarlo?: lavarse las manos antes y después de manipular el pollo, pero nunca el mismo pollo, utilizar una tabla diferente para cortar la carne cruda, cocinarla a más de 70 grados y no dejar las sobras de pollo más de dos horas fuera de la nevera.

    Si se produce una intoxicación, los síntomas pueden comenzar unas horas después de haber ingerido los alimentos contaminados. En la mayoría de los casos los síntomas suelen ser leves y desaparecen sin tratamiento. Pero algunas personas necesitan ir al hospital, señalan desde la Clínica Mayo.

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    Patata

    Cuando compramos una bolsa grande de patatas, hay algunas que pasan mucho tiempo en la despensa y cuando se las va a dar uso tienen brotes y/o zonas verdosas. En estos casos, ¿se pueden aprovechar, basta con quitar la zona afectada o es mejor desecharlas? Como explicó este diario, todo esto es consecuencia de la exposición de las papas a la luz y al calor, por eso lo mejor es conservarla en un lugar fresco y oscuro.

    Los brotes son los tallos de los que tendría que salir una nueva patata. El tono verdoso se debe a que la luz provoca reacciones fisiológicas sobre el tubérculo, siendo una de ellas es la producción de clorofila, que es la responsable de ese color verde. Pero la luz también provoca la producción de solanina, un químico que si se ingiere en grandes cantidades puede causar intoxicaciones, algo poco frecuente pero no imposible. 

    Así las cosas, ¿entonces es mejor que las desechamos? Según los expertos, basta con retirar la zona que haya empezado a germinar o que esté un poco verde. No obstante, si la patata está muy afectada y presenta brotes y zonas verdes por todas partes o tiene sabor amargo lo mejor será tirarla a la basura o plantarla en nuestro huerto.

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    Huevo

    Otro alimento frecuente en la cocina española y que además es saludable. Se trata de una fuente de proteínas de muy buena calidad, bajo en calorías, que contiene casi todas las vitaminas, salvo la C, y minerales de gran interés como hierro, fósforo, selenio. Además, es uno de los alimentos de origen animal con mejor proporción de grasa. El 65% son insaturadas, osea, saludables. Pero hay que tener ojo a la hora de manejarlo para que no nos juegue una mala pasada. 

    Empezando por la conservación, lo ideal es guardar los huevos en la parte media o superior de la nevera. No en la puerta, sino en su envase. Un error garrafal es lavarlos, ya que la cáscara es porosa y se puede contaminar el interior. Dicho esto, para evitar una infección por Salmonella, una bacteria que transmiten los animales y que puede afectar a los huevos. 

    Las gallinas pueden ser portadoras de la bacteria y contaminar el interior de los huevos antes de que se forme la cáscara o que la cáscara se contamine a través de los excrementos de la gallina o en la zona donde se ponen los huevos,  según explican los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.

    Por eso, hay que insistir en mantener una higiene adecuada después de manipular este alimento: lavarse las manos y limpiar los utensilios. También es esencial cocinarlos a temperatura suficiente, por encima de los 70 grados, ya que según apuntan desde el Instituto de Estudios del Huevo esta bacteria no resiste estas temperaturas habituales de cocinado.

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    Otros alimentos de riesgo

    Además de los citados alimentos, hay otros que tienen riesgo alto de causar problemas si no se manejan bien: la leche sin pasteurizar, las aves y carnes crudas, así como los mariscos. "Cocinarlos adecuadamente a alta temperatura durante un tiempo prudente ayuda a destruir dichos microorganismos, evitando así la aparición de esta enfermedad", apuntó el doctor Braojos Sánchez.

    Más allá de la Salmonella, desde la Fundación Española de Aparato Digestivo señalan que una de las más frecuentes la estafilocócica. "Ocurre por la ingestión de alimentos contaminados con la toxina del estafilococo, al ser manipulados con poca higiene, y quedar expuestos a la temperatura ambiente. Suelen afectarse alimentos como natillas, pasteles de nata, leche, carnes y pescados". 

    Pero todo esto puede evitarse, según insisten desde la Clínica Mayo, si los alimentos se cocinan durante un tiempo adecuado, se conservan bajo refrigeración, no se mezclan los crudos con los que están listos para comer y, en caso de duda, se desechan.