El tomate no es solo una opción saludable, sabrosa y refrescante para enriquecer nuestra dieta con vitaminas y antioxidantes: también es un interesantísimo reservorio de genes, con una variabilidad que se traduce en un arcoiris de variedades generadas mediante la selección de los cultivos, cada una con sus propiedades saludables específicas. Ahora, podrían cooperar para el tratamiento de una de las enfermedades neurodegenerativas más temidas: la de Parkinson

La incidencia de la enfermedad de Parkinson está aumentando en todo el mundo, estrechamente ligada a la prolongación de la longevidad, pero no todos los países tienen la infraestructura como para producir un compuesto utilizado para su tratamiento, la L-DOPA, que sin embargo sí se encuentra de forma natural, aunque en pequeñas cantidades, en algunos vegetales, entre ellos el tomate y la remolacha. 

La L-DOPA se extrae de la tirosina, un aminoácido que se encuentra en numerosos alimentos y que es reponsable del color amoratado de la remolacha y de parte de su dulzor, ya que forma parte de la producción de un pigmento, las betalaínas. Los investigadores extrajeron un gen que codifica la tirosinasa, una enzima que fabrica las moléculas a partir de la tirosina, y lo introdujeron en un tomate. Esta fruta -sí, fruta- fue elegida por sus facilidad para ser estandarizada y cultivada extensivamente.

Sintetizar la sustancia a partir del tomate, subrayan los investigadores del John Innes Centre que han publicado el resultado, evitaría problemas derivados de la L-Dopa sintética como las náuseas y los trastornos del comportamiento. Los frutos obtenidos alcanzan una producción de 150mg de L-DOPA por kilo y tienen un color más oscuro que el tomate de mesa. Pero en el caso de los consumidos habitualmente, la coloración depende de los distintos niveles de sus principales antioxidantes: ácidos hidroxicinámicos, flavanonas, flavonoides y antocianinas.

De este modo, los tomates equiparan su producción de L-DOPA a los vegetales que más contienen, que tienden a tratarse de semillas. Es el caso de la Mucuna pruriens, una leguminosa tropical conocida por una variedad de nombres, de 'grano de terciopelo' a 'ojo de buey', y cuya concentración de la sustancia alcanza un 10%. El motivo hay que buscarlo en los 'pelos' urticantes que la recubren y a los que debe sus nombres, y que son causa de alergias e irritación epidérmica entre los cosechadores. Además, las triptaminas que contienen pueden causar alucinaciones en los pacientes de párkinson tratados. 

También conocida como Levodopa, la L-DOPA es un aminoácido precursor de la dopamina, un neurotransmisor que se encuentra disminuido en los enfermos de Parkinson y cuya carencia está detrás de algunos de los síntomas más tristes del mal, como son los espasmos musculares incontrolables. Se sintetizó como medicación en 1967 y la Organización Mundial de la Salud la clasifica como medicamento esencial, pero el coste de dos dólares por dosis diaria de su versión sintética es prohibitivo en muchos lugares del mundo.

Esta modificación transgénica del tomate no solo ayudaría a combatir la enfermedad, sino que abre la puerta a mejorar sus propiedades alimentarias. "Es una nueva demostración de que el tomate es un potencial candidato para la biología sintética. Los sorprendentes beneficios adicionales que hemos detectado incluyen una prolongación de la vida útil de la fruta y mayores niveles de aminoácidos que tenemos que estudiar", explica el primer autor, el Dr. Dario Breitel.

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