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    La relación entre la harina refinada y el azúcar en sangre

    Las harinas refinadas son productos procesados que se encuentran en un gran número de alimentos que se consumen diariamente. Las harinas, sean cuales sean, se obtienen tras moler granos de cereales. Estos se componen de tres partes: el salvado, el endospermo y el germen. Si una harina se obtiene de un grano completo, se considera integral. Sin embargo, las más abundantes son aquellas que están hechas únicamente con el endospermo, es decir, las refinadas o blancas. De hecho, si la harina que se utiliza en un producto es refinada, en el etiquetado podrá leerse, simplemente, "harina".

    Al prescindir del salvado y del germen, la harina refinada pierde una gran cantidad de fibra. Esta condición hace que estas harinas contengan una mayor cantidad de hidratos de carbono digeribles y sean poco saciantes, por lo que el consumidor corre el riesgo de consumir demasiadas calorías para aliviar la sensación de hambre. Pero también aumenta el índice glucémico, que se trata de un número que mide la capacidad de un alimento de aumentar la glucosa en sangre.

    Los hidratos de carbono digeribles son descompuestos por el organismo hasta ser convertidos en azúcares. Esta sustancia pasa rápidamente a la sangre por la falta de fibra y el páncreas segrega insulina para que las células la almacenen. La insulina que no se utiliza, termina convertida en grasa que se acumula en el cuerpo. Pero, además de la obesidad que se asocia a este aumento de grasas, el índice glucémico alto, que se consideran aquellos valores por encima de 70, se relaciona también con la aparición de enfermedades cardiovasculares, metabólicas e, incluso, con el cáncer.

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    El pan blanco

    El ingrediente principal de este producto es la harina refinada de trigo. Se trata de un alimento que se consume a diario en, prácticamente, todas las casas. Siempre ha sido considerado como el único pan común, sin embargo, a partir de julio se añadirán a esta denominación los panes integrales.

    Con esta medida se reducirá el precio total del pan integral, que posee un índice glucémico menor y tiene mejores beneficios. Además, sólo se considerarán como integrales aquellos panes que contengan un 100% de harinas de grano completo. Actualmente, pueden encontrarse varios panes que utilizan porcentajes de harinas refinadas y son denominados como integrales.

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    La bollería industrial

    A pesar de las campañas en contra del consumo habitual de estos productos, siguen protagonizando los desayunos y las meriendas de muchas personas. Y el principal problema de estos alimentos industriales es que, en la mayoría de ocasiones, su publicidad está dirigida a los niños.

    Los bollos industriales se componen principalmente de harinas refinadas, pero también contienen otros ingredientes nada saludables. Se emplean grandes proporciones de azúcares y de grasas trans. El alto nivel glucémico de este tipo de productos, por tanto, está motivado por más factores que por la utilización de harinas refinadas.

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    La pasta

    El ingrediente principal de estos productos es la sémola de trigo. Sin embargo, la sémola no es otra cosa que harina refinada más gruesa. La pasta integral cuenta con más beneficios, al igual que todos los alimentos que contienen las harinas de grano completo, pero hay personas que la descartan porque requiere una cocción diferente.

    Las pasta elaborada con harinas o sémolas integrales necesitan cocerse durante el doble de tiempo que las del tipo refinado. Una vez terminada la cocción, este tipo de pasta es más dura que la refinada.

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    Las pizzas precocinadas

    El primer ingrediente del etiquetado de estos productos es la harina de trigo y, por supuesto, refinada. Por tanto, es también el que se encuentra en una mayor proporción al formar parte de la masa con la que se elabora la base. Al igual que pasa con la bollería industrial, el índice glucémico de las pizzas precocinadas está motivado por otros ingredientes además de estas harinas.

    Las pizzas precocinadas contienen azúcares como la dextrosa o, incluso, el caramelo. Sin embargo, gran parte de ese azúcar también procede de las salsas que emplean y de los embutidos ultraprocesados. Estos últimos también suelen contener un porcentaje considerable de grasas saturadas.

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    Las tortillas de maíz y de trigo

    Estos productos típicos de la cocina de México son cada vez más comunes en los hogares de España. Los principales ingredientes de estos productos son harinas refinadas de trigo, de maíz o, incluso, una combinación de ambas.

    Sin embargo, lo normal es que los demás ingredientes sean, simplemente, agua y sal. Las de tipo industrial contendrán conservantes y otros componentes químicos. En el mercado pueden encontrarse, además, algunas de tipo integral.