Se conoció como Día del Plato Único a una iniciativa llevada a cabo por el bando sublevado a partir del otoño de 1936 –tan solo tres meses después de iniciarse la Guerra civil Española- con la que se pretendía que los 'patriotas de bien’' y 'católicos convencidos' fuesen solidarios con la causa del Alzamiento Nacional, además de ayudar a los más desfavorecidos por los estragos del hambre.

Fue aprobado inicialmente para llevarse a cabo en aquellas provincias que se encontraban bajo dominio del Bando Nacional en el sur de España y propuesto por el General Gonzalo Queipo de Llano, Gobernador Militar de Andalucía.

La finalidad de ese Día del Plato Único era recaudar un impuesto solidario que sería gestionado por el Fondo de Protección Benéfico Social, una entidad de beneficencia creada paralelamente al del Auxilio Social y que acabarían fusionadas.

El hambre en la posguerra.

El dinero recaudado debía ir destinado a cubrir las necesidades y gastos de las casas cuna, orfanatos, asilos y otros establecimientos dedicados a la caridad, aunque despertó cierto recelo al haber indicios de que parte del mismo se desvió para financiar al ejército del bando nacional.

El Día del Plato Único consistía en que en la jornada señalada –inicialmente dos veces al mes- tan solo se podría comer un único plato al mediodía y éste podía estar compuesto de verdura, legumbres, carne o pescado. Después se debía hacer un cálculo del coste de ese plato ingerido y el resto del presupuesto para comer ese día debía ser donado, obligatoriamente, a la entidad benéfica.

Esta práctica debía de ser llevada tanto en las casas particulares como en los restaurantes o establecimientos donde se servía algún tipo de comida. En este caso se cobraría al cliente el menú completo y el hostelero se encargaría de abonar la diferencia al inspector que pasaría por el local a realizar la correspondiente recaudación.

Solo estaban exentos de comer un plato único las personas enfermas, los niños pequeños o los ancianos. El resto de 'ciudadanos de bien' deberían seguirlo a rajatabla pudiendo estar expuestos al escarnio público de ver aparecer sus nombres escritos en listas que se publicarían en la prensa con los 'insolidarios con la patria'.

Tal y como se llevó a cabo la iniciativa en Andalucía, y debido a su éxito, se copió para el resto del territorio controlado por los nacionales. El martes 3 de noviembre de 1936 era publicado en el BOE, editado en Burgos y firmado por el Gobernador General de la Junta Técnica del Estado, Francisco Fermoso Blanco, el bando en el que se anunciaba que a partir del 15 de noviembre de aquel mismo año y con carácter indefinido, los días 1 y 15 de cada mes se convertían en Día del Plato Único.

A partir de julio de 1937 se amplió con una nueva jornada solidaria que fue bautizada como Día sin postre, la cual debería realizarse todos los lunes. El método era similar al anterior. El día señalado no se comería postre y el dinero no gastado en ese concepto se donaría a final de mes al fondo solidario junto con lo ahorrado en el día del plato único.

Tras finalizar la Guerra Civil, a partir del 30 de julio de 1939 estas medidas se extendieron a todo el territorio nacional y se estuvo llevando a cabo hasta 1942, año en el que comenzó a aplicarse las famosas 'cartillas de racionamiento'.

Cabe destacar que, entre las muchas anécdotas que dio de sí aquel Día del Plato Único, en el poco más de un lustro que se llevó a cabo, está el de aquellos privilegiados que comían un solo plato pero que estaba compuesto de numerosos ingredientes, como puede ser un cocido o el conocido plato 'alubias con todos sus sacramentos'. Quienes podían no se quedaban con hambre mientras sacaban pecho de su solidaridad patriótica.