No hace falta ser una persona muy avispada para saber, a estas alturas de la película, que el chocolate es un alimento cuyo consumo habitual no beneficia nuestra salud. La gran mayoría de productos con chocolate que encontramos en el supermercado son auténticas bombas de azúcar. Basta con echar un vistazo a la web SinAzucar.org. Por ejemplo, una palmera de chocolate de 450 gramos contiene 132 gramos de azúcar, el 58% de una tableta de chocolate con leche Milka es azúcar puro y duro, y un Magnum doble de chocolate tiene 23 gramos de azúcar.

La pasada semana, algunos medios se hacían eco de una noticia esperanzadora: la venta de tabletas de chocolate negro en España en 2018 superará por primera vez a las de chocolate con leche, según los datos facilitados por la consultora Nielsen. Este hecho, dicen empresas y expertos del sector, se debe a que "la creciente importancia de la salud a la hora de comer es una tendencia que afecta a todo el sector de la alimentación". La realidad es que el chocolate, si de verdad fuera chocolate (es decir, si estuviera elaborado principalmente con cacao y no con azúcar y otros componentes), podría ser un producto válido dentro de una dieta saludable. Pero no es así.

Buena parte del chocolate etiquetado como negro o puro que encontramos en el supermercado tampoco es saludable. "'Puro' no es una nomenclatura que la legislación vigente defina bajo un tanto por ciento de cacao concreto. Sin embargo, sí que es un reclamo publicitario bastante efectivo porque da a entender la presencia de un porcentaje de cacao elevado", explica Álex Oncina, dietista-nutricionista, investigador de la Unidad de Epidemiología de la Nutrición de la Universidad Miguel Hernández de Elche y autor del blog Palmeras de Fruta.

Tal y como cuenta Oncina, la industria alimentaria juega habitualmente con la ambigüedad de los términos que utiliza como reclamos, de tal manera que resulta muy fácil caer en el engaño. Por ejemplo, no es lo mismo un pan elaborado en un 100% con harina integral que otro elaborado con harina integral 100%. Términos como "casero", "tradicional" o "artesano" también dan a entender cosas que no son. Y lo mismo ocurre con el chocolate.

"La utilización de términos como puro o negro en el etiquetado sugiere al consumidor que se encuentra ante un producto de mayor calidad o más saludable, dónde de nuevo se presupone que el ingrediente predominante es el cacao", incide Oncina. Sin embargo, la realidad es bien distinta. "En la mayoría de casos se trata de chocolates con un porcentaje ridículo de cacao (entre un 45% y un 55%) y donde el ingrediente mayoritario es otro: el azúcar o un edulcorante alternativo".

'Chocoazúcares'

De hecho, este dietista-nutricionista alicantino acuñó hace algún tiempo el término "chocoazúcares" para referirse a estos productos poco saludables. "Con la nueva gama de chocolates denominados 'sin azúcar' cabría señalar la misma puntualización, ya que de nuevo nos encontramos ante un producto cuyo principal ingrediente ha pasado a ser un edulcorante alternativo", añade Oncina.

El cacao, el polvo soluble que se extrae de la semilla del árbol homónimo y que debería integrar mayoritariamente cualquier chocolate que se precie, es una sustancia amarga, cuyos beneficios cardioprotectores han sido demostrados en un buen número de estudios. Lo contaba Oncina en un ilustrativo post que escribió en 2015 en su blog. "Entre los posibles beneficios más directos que podríamos derivar del consumo de chocolate [con un alto porcentaje de cacao], encontramos: reducción de la presión arterial, mejora del perfil lipídico, mejora del riego sanguíneo y mejora de la sensibilidad a la insulina".

El dietista-nutricionista se muestra ahora un poco más cauto a este respecto. "Hay que tener en cuenta que en muchos de estos trabajos científicos se utilizan chocolates cuya composición dista mucho de lo que podemos encontrar en un supermercado, o que directamente se ha utilizado el propio cacao o grandes dosis de ciertos compuestos aislados que encontramos presentes de forma natural en el cacao, pero en menor proporción", señala Oncina, que también denuncia los posibles intereses de la industria a la hora de financiar estudios relacionados con este alimento.

"Dicho esto, también se ha estudiado en menor profundidad la posible relación existente entre un consumo habitual de chocolate [con un alto porcentaje de cacao] y su potencial efecto sobre diferentes marcadores cognitivos, el peso o el propio estado de ánimo, encontrando resultados favorables en la mayoría de los casos", comenta.

Vale, pero entonces, ¿cuál elijo?

La realidad es que la Escuela de Salud Pública de Harvard señala que un chocolate, para ser considerado una buena opción, debería tener al menos un 70% de cacao. Sin embargo, tal y como apunta Oncina, esto sólo es un buen principio para aquellas personas que a las que no les gusta demasiado el sabor amargo. "Lo ideal sería aumentar dicho porcentaje de forma progresiva, hasta alcanzar un nivel mínimo de 80%-85%". Cuanto más alto sea el porcentaje de cacao, mucho mejor. De hecho, en el mercado se pueden encontrar tabletas con hasta un 99% de cacao. Por otro lado, conviene desconfiar de las opciones en las que no se referencia el porcentaje de cacao, ya que es muy posible que se trate de una mala opción.

El investigador señala también como un factor importante la necesidad de conocer la forma de producción del chocolate que adquirimos: cómo y quién lo ha producido y bajo qué condiciones laborales. "La explotación infantil en zonas agricultoras por desgracia es una norma que se repite con demasiada frecuencia y debemos emitir un voto en contra, apoyando aquellas empresas que se comprometan a producir no sólo un chocolate de calidad con un elevado porcentaje de cacao, sino un chocolate justo y en condiciones decentes".

Por último, cabe señalar que ningún organismo médico independiente nacional o internacional ha hecho ninguna recomendación oficial sobre una cantidad determinada de chocolate negro a ingerir. El motivo es que no se trata de una prioridad de Salud Pública y los beneficios que se obtienen de su consumo se pueden obtener de igual forma de otras fuentes alimentarias y de un patrón basado en alimentos de origen vegetal. Es decir, el chocolate no es un alimento imprescindible. En cualquier caso, sí podemos establecer que una cantidad de "20 gramos / día puede ser asumible, siempre y cuando tengamos en cuenta las consideraciones previas. Esto vendría a ser unas 2-3 onzas, dependiendo del chocolate", finaliza Oncina.

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