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La temperatura superficial de las aguas que bañan las costas españolas está marcando niveles de récord. El ejemplo más claro es el Mediterráneo, pero está dejando de ser el único.

Este "calentamiento extremo", como ya lo han definido algunos meteorólogos, también se está percibiendo en el Cantábrico. Así lo demuestran los datos de las boyas fondeadas en esta zona.

La de Cabo de Peñas, en Asturias, superó los 20,97 ºC el pasado 27 de junio, estableciendo un nuevo récord para este mes. Estas temperaturas suponen unas anomalías de entre 4,5 ºC y 5 ºC por encima de lo normal en el Cantábrico oriental.

En las costas de Cantabria y Asturias rondan los 21 ºC, ya que con la llegada de julio no se han reducido estos valores, al igual que ha sucedido en el golfo de Vizcaya.

El pasado 30 de junio, en la boya de Pasaia, cercana a San Sebastián, se alcanzaron los 26,2 ºC. Este mismo día, las de Bilbao-Vizcaya llegaron a 23,4 ºC, una cifra que se superó el pasado sábado, con 24,4 ºC.

Cuáles son las consecuencias

Ya ha dejado de ser extraño que la superficie del mar alcance picos de temperatura durante el verano. Pero lo normal es que lo hiciera entre agosto y septiembre, y no a finales de junio y principios de julio.

El principal motivo de este adelanto son las altas temperaturas que se han registrado en las últimas semanas, las cuales intensifican las olas de calor marinas.

Estos fenómenos no sólo han aumentado su intensidad, sino también su frecuencia por el aumento de las temperaturas asociado al calentamiento global. Algunos estudios advierten que han pasado de ser esporádicos a que la mitad de los océanos experimenten al menos uno anualmente.

La particularidad de este año es que "el mar ha comenzado a calentarse antes y más rápido de lo habitual", como señala a EL ESPAÑOL Mar Gómez, meteoróloga de Eltiempo.es.

El Cantábrico no es una excepción dentro de este fenómeno global: en los últimos años, "está experimentando una tendencia clara de calentamiento".

Está siendo más suave que la del Mediterráneo, donde se han registrado récords de temperatura para junio en todas las boyas fondeadas en este mar por la Red Exterior de Puertos del Estado. Aun así, "es igual de preocupante".

Las anomalías de la temperatura superficial del Cantábrico y del Mediterráneo para el pasado 6 de julio. CEAM

Y es que estas anomalías térmicas marinas, que este verano están alcanzando entre 3 y 6 ºC por encima de lo normal, no sólo afectan a la superficie. El calor penetra en capas más profundas, pudiendo alterar "todo el ecosistema marino".

No habría que descartar "migraciones masivas" o disminución de algunas especies autóctonas porque se desplacen hacia aguas menos cálidas, pese a que en el Atlántico Norte, así como en zonas costeras de Francia, también se está notando este calentamiento.

Por contra, también es posible que haya un gran aumento de especies invasoras. Así ha sucedido al menos con la carabela portuguesa, cuyo avistamiento en la costa cantábrica responde al aumento de la temperatura del agua.

Además, podría tener efectos en los patrones de evaporación y circulación oceánica, afectando a la meteorología de la zona, con intensificación de las lluvias.

A corto plazo, las consecuencias de un Cantábrico y un Mediterráneo tan cálidos "ya se están notando desde hace semanas", como apunta Samuel Biener, meteorólogo de Meteored. Con un mar tan caliente, las noches tropicales son "más frecuentes".

En la zona mediterránea es donde más las están sufriendo, con temperaturas mínimas por encima de los 20 ºC, aunque en algunos puntos de la cornisa cantábrica también se han registrado ya noches tropicales a finales de junio.

Puede que sigan subiendo

La temperatura superficial en el mar también actúa como combustible a la atmósfera: a más temperatura, más humedad se libera. Esta energía puede desencadenar en situaciones tormentosas en los próximos días.

Este calentamiento también podría tener consecuencias a largo plazo, con lluvias más intensas en otoño. Para que ocurra, explica Biener, habrá que tener una situación de inestabilidad en altura: "En otros años hemos tenido un mar muy caliente pero no ha pasado nada".

Entiende que aunque se hayan dado temperaturas de récord en el Cantábrico y el Mediterráneo no significa que vayan a dispararse en julio y agosto. Un episodio muy importante de tormentas o de vientos de tierra podría hacer que bajasen por los afloramientos de aguas frías profundas.

Gómez, en cambio, no descarta que sigan subiendo las temperaturas "si no sucede nada a nivel atmosférico muy destacado". Además, aunque el agua no se caliente tan rápido como el aire, sí que una vez que lo hace, mantiene el calor durante más tiempo.

Estas anomalías térmicas que se han dado en buena parte del Mediterráneo y el Cantábrico durante junio, con valores que normalmente no se alcanzan hasta finales de agosto, son "un indicativo de que puede seguir acumulándose calor, con los dos meses más cálidos del año por delante".