Los años hidrológicos registran las precipitaciones caídas durante doce meses. No terminan en diciembre, sino que lo hacen el 30 de septiembre, para adaptarse así a la realidad hidrológica natural. A los pocos días del cierre, la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) hace balance de la situación en nuestro país. Los últimos datos revelan que 2022-2023 fue seco en España: en total, cayeron 560,7 litros por metro cuadrado; lo que supone un 12% menos por debajo de lo normal que serían 640,1.

"Hay muchos gráficos que dan miedo", asegura Julio Berbel, catedrático de la Universidad de Córdoba y miembro del Comité de Expertos de la Sequía de la Junta de Andalucía, en referencia a la serie histórica que elabora anualmente la Aemet con los datos pluviométricos. Ahora bien, como apunta el climatólogo Samuel Biener, "con un relieve tan complejo como el de España, la cifra de la precipitación media no sirve de mucho".

Es cierto que el conjunto del país se encuentra inmerso en una sequía meteorológica desde finales de 2022. Un período que no es tan largo como el que se vivió a principios de este siglo o finales del pasado. En cambio, en las cuencas del Guadiana, Guadalquivir y Sur la sequía comenzó en la primavera de 2016. Se trata de la sequía meteorológica más duradera desde 1961, al menos, en estas zonas. En otras, la principal característica es la intensidad: en la cuenca del Pirineo se ha registrado la sequía meteorológica más intensa que jamás se haya registrado.

"En algunas zonas de Andalucía y de Cataluña tendría que estar meses seguidos lloviendo de forma extraordinaria para recuperar el déficit de los últimos años", explica Biener en declaraciones a EL ESPAÑOL. La Aemet ha realizado el cálculo y en España tendrían que caer 230 litros por metro cuadrado más de lo habitual para superar el déficit hídrico y volver a los valores normales. Desde el inicio de la serie en 1961, este escenario sólo se ha producido en una ocasión, en 1965.

Lluvias extremas e irregulares

El climatólogo de Meteored advierte que la situación de las zonas que están peor no es nada positiva a corto y medio plazo: "El clavo ardiendo al que podríamos agarrarnos es 'El Niño'". Este fenómeno meteorológico se presenta como "la pequeña esperanza" para España, pues cuanto más fuerte sea 'El Niño', más probable es que el invierno sea cálido y lluvioso.

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Pese a que no mencionan la influencia que podría tener el fenómeno natural que se origina en el océano Pacífico, desde la Aemet reconocen que existe de un 40 a un 50% de probabilidades de que el último trimestre del año sea más lluvioso de lo normal. "Estas previsiones nos muestran anomalías positivas de lluvia en la mitad occidental y sobre todo en el noroeste peninsular", indica la climatóloga Mar Gómez. "Es algo que podría ayudar pero necesitamos más continuidad en el tiempo", prosigue.

La demanda de Gómez resulta compleja si se tiene en cuenta que "las precipitaciones son cada vez más extremas e irregulares", como señala Biener. Esto es debido, en parte, al aumento de las temperaturas. Aunque también influye que "la borrasca atlántica está perdiendo peso frente a la DANA", lo cual se traduce en lluvias más intensas y de carácter poco regular.

"En España no se observa una tendencia clara de las precipitaciones a nivel general. Se esconde una realidad y es que el régimen pluviométrico está cambiando por estaciones y por territorios", continúa Biener. Así ha quedado demostrado en el año hidrológico 2022-2023. Y es que mientras algunas regiones del noroeste superaron los 2.500 litros por metro cuadrado, hay otros puntos —como, por ejemplo, las islas Canarias— donde apenas cayeron 50 litros por metro cuadrado.

En las últimas tres décadas, noviembre ha sido el mes más lluvioso, mientras que el otoño se ha convertido en la estación con más precipitaciones en España. Pese a ello, el nuevo año hidrológico no ha comenzado con una época otoñal demasiado 'pasada por agua'. "En los 11 primeros días de octubre el valor medio nacional de las precipitaciones acumuladas fue inferior a 1 mm, cuando lo normal para este período es que se hubiera llegado hasta los 22 mm", alerta Gómez.

¿Restricciones en la ciudad?

Este déficit de lluvia trae consigo preocupantes consecuencias. Sin embargo, se perciben de forma distinta entre la población. "Cuando tenemos un año seco, nadie se entera", indica Berbel, "suele ser a partir del segundo o tercer año consecutivo; siendo la agricultura la primera en verse afectada".

Según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, los sistemas de regadío en España suponen hasta un 79% de la superficie regada total. Estos signifca, como señala Berdel, que la producción agraria 'vive' del riego. "El problema es que ahora la duración del verano se ha prolongado. Por tanto, de entrada necesitas un mes de riego más, que es una barbaridad", denuncia.

Berdel descarta que la solución se encuentre en la ampliación de las infraestructuras: ¿Qué vas a construir un 20% más de presas por el agua que necesitas? No es posible, no hay sitio. El sistema no da para más". No obstante, para el año hidrológico 2023-2024 se han añadido dos nuevos embalses. Uno de ellos se localiza precisamente en la cuenca del Guadiana, donde más acusada es la sequía meteorológica.

Aun así, las que menos agua almacenan (a fecha del 17 de octubre) en relación con su capacidad son las cuencas internas de Cataluña (20,7%), la del Guadalquivir (17,7%) y la del Guadalete-Barbate (15,1%), según el Boletín Hidrológico que publica cada semana el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (Miteco). Se observa una tendencia a la baja si se compara con los datos recogidos a mediados de octubre de 2013. El volumen de agua embalsada de las cuencas internas de Cataluña para entonces era del 83,5%. En los otros dos casos la caída fue más acentuada, con 81,6% y 79,6% de capacidad, respectivamente.

El embalse de La Viñuela (Málaga) almacena 7,9% de agua en relación con su capacidad. EFE

El conjunto de embalses presenta una evolución similar a la de aquellos en los que más se ha sufrido la sequía, aunque la diferencia porcentual, sin duda, es menor. A 17 de octubre, la reserva de agua para consumo se encuentra al 26,6%. La media de los últimos 10 años es del 43,6%. Aunque actualmente el volumen de agua en los embalses es de 10.314 hm³, todo parece apuntar a que no se repetirá una situación como la vivida en el año 1995, cuando esta cifra apenas superaba los 4.000 hm³.

"Aquel año se planteó evacuar a la población de Sevilla por escasez de agua", recuerda Berbel. Finalmente, no se llegó hasta aquel extremo, pero la capital andaluza sí que sufrió restricciones diarias de agua. Berbel no cree que se vuelva a dar un escenario como éste en las grandes ciudades: "Se han hecho los deberes. Pero si no, puede ser que la dramática situación hubiera llegado hace ya un año".

Además de mirar al cielo, el catedrático apunta hacia California (Estados Unidos) y Australia. Ambos lugares han experimentado sequías de 10 años. Aunque en el caso del país oceánico el impacto fue tal que se denominó como "la sequía del milenio". "Pero las dos regiones han salido y ahora se encuentran en situación de normalidad", valora Berbel. Éste se muestra esperanzado de que en el sur de España se pueda evitar alcanzar la década: "Ojalá que en un futuro hablemos de la sequía de los siete años, y no de la de los ocho".