Tras superar la primavera más tórrida desde que existen registros en España, el cambio de tiempo que trajo el paso de abril a mayo fue recibido con esperanza. El anticiclón de las Azores, la cresta de altas presiones que escuda a la Península Ibérica y a Canarias de los frentes lluviosos, se retiraba para dar paso a temperaturas anómalamente bajas para la época y fenómenos excepcionales como la DANA primaveral y la borrasca tardía Óscar. Ahora, los meteorólogos y los investigadores contemplan con estupor una nueva anomalía: el anticiclón sigue desaparecido en la antesala del verano, y el agua del Atlántico Norte es más cálida que nunca.
"Es una temperatura histórica, escandalosa", subraya Francisco Martín León, meteorólogo de Meteored y coordinador de RAM (Revista del Aficionado de la Meteorología). En la serie que comienza en 1981, 2023 bate récords desde comienzos de mayo. El 1 de julio, el agua estaba a 22ºC, un grado por encima de la media histórica. Y cada día que pasa bate nuevos récords: el oeste y suroeste de Canarias, la zona del Cantábrico al norte de la Península Ibérica y la zona cercana al Ecuador, la principal generadora de tormentas tropicales, son las mayores afectadas.
La relación entre los dos fenómenos es indisoluble, explica Martín León. "El anticiclón de las Azores es el protagonista meteorológico fundamental en nuestras latitudes, sobre todo en junio", explica. Tiende a desplazarse en función de las estaciones, pero que "desaparezca tal y como lo ha hecho ahora" no tiene precedentes en la literatura científica. Y si bien esto ha tenido efectos positivos según valora el experto, muy notablemente la llegada de las lluvias que alivian la sequía meteorológica, hay una vertiente negativa principal: "Ha permitido que el agua cálida aparezca en la zona en la que tenía que estar más fresca".
Efectivamente, el anticiclón de las Azores es también un gran 'ventilador' atmosférico que genera los vientos alisios que predominan en Canarias en verano. Si el anticiclón se debilita, también lo harán los vientos. Se producirá una menor evaporación del agua marina, y por tanto un menor enfriamiento. "Ya estamos entrando en el verano meteorológico y astronómico. La evaporación no se ha producido y el agua se ha calentado", describe Martín León. Eso concuerda con la previsión de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para este verano, de mayor humedad ambiental ("bochorno") que alimentará borrascas y 'gotas frías' más intensas.
"Tener mares muy cálidos es como tener frente a tu casa un bidón de gasolina pura abierto al aire libre. Estrictamente, no pasa nada, pero si tiras una cerilla, explota", describe el meteórologo. "Esto ya estaba pasando en el Mediterráneo en verano y en otoño, y ahora está pasando también en el Atlántico. En sí mismo no supone ningún peligro: genera olas de calor marino, pero como eso no nos afecta, nos encogemos de hombros. El problema latente es cuando llega la 'cerilla': la borrasca Óscar, las DANAs o las gotas frías del otoño".
Otros dos factores más inconspicuos pueden estar contribuyendo. Desde 2020, el combustible de los buques ha disminuido la cantidad de aerosoles que emiten, específicamente los compuestos de azufre. Aunque eran nocivos para el medio ambiente, generaban una 'pantalla' que bloqueaba la radiación solar sobre el mar. En paralelo, las intrusiones de polvo del Sáhara -un aerosol natural- sobre el Atlántico tropical han "disminuido enormemente" en 2023. Eso también está permitiendo que las horas de luz solar calientes unas aguas que ya eran el principal sumidero del exceso de temperatura provocado por el calentamiento global.
Clima, emisiones y 'El Niño'
"Las concentraciones de gases de efecto invernadero están aumentando, y los mares son los principales almacenes del calor sobrante. Esto fomenta fenómenos de calentamiento más intenso que en condiciones normales", explica Martín León. Esta relación está documentada en el caso de 'El Niño', el calentamiento del agua del Pacífico ecuatorial, que será "fuerte o muy fuerte" este año. ¿Existe una conexión entre ese fenómeno y lo que está ocurriendo en el Atlántico? Aunque en principio son independientes, el meteorólogo reconoce que es algo "a investigar".
'El Niño' tiene repercusiones globales, pero en lo que atañe a España, "hay que cogerlo con pinzas", advierte el experto. "Estamos muy alejados del Pacífico Ecuatorial, y nuestro clima está regido por otros factores como son la corriente el chorro, el Océano Atlántico, el mar Mediterráneo y la presencia de África. Y cada Niño es diferente. Los anteriores se produjeron en unas condiciones que nada tienen que ver con las de ahora. Hay mayor concentración de gases efecto invernadero, el Ártico se está derritiendo, el Antártico está bajo mínimos... todos eso factores no existían antes".
En cualquier caso, el meteorólogo rechaza hablar en términos de alarma. "Nunca hay que alarmarse ¿Por qué? Porque lo que está ocurriendo no tiene precedente en la era moderna, pero la ciencia está de nuestra parte. Nos da los datos observacionales, nos permite saber qué ocurre y por qué ocurre, y si podemos mitigarlo. Y como en principio no podemos mitigarlo, lo único que nos queda es vigilar lo que está ocurriendo y adaptarnos lo mejor posible para lo que nos pueda venir".