"No he conocido ningún otro episodio de estas características", comenta preocupado Raúl de la Calle, secretario general del Colegio de Ingenieros Forestales. Las paredes de llamas de más de 30 metros de altura están dificultando la extinción de lo que el experto ha calificado como "un monstruo" de fuego. El incendio, que en extensión supera el perímetro de la M-40 de Madrid, lleva arrasadas más de 7.700 hectáreas, ha obligado a evacuar a seis municipios y se ha cobrado la vida de un bombero que participaba en las labores de extinción.

Calificado como de sexta generación, este incendio de Sierra Bermeja, en Málaga, "tiene la capacidad de modificar la meteorología que tiene a su alrededor", asegura De la Calle. Se crean pirocúmulos o nubes que absorben la humedad y energía de un incendio forestal. Estos pirocúmulos pueden dar lugar a "un microclima" que cambia el curso de los incendios y genera vientos locales, precipitaciones e, incluso, rayos.

"Los medios de extinción corren un grave riesgo cuando nos enfrentamos a estos monstruos", cuenta De la Calle, que explica que se ven obligados a replegarse "por la posibilidad de que el viento desplace las pavesas -pequeñas partículas de materia inflamada que se desprenden del fuego- y estas generen focos secundarios que puedan atrapar a los profesionales que luchan contra el incendio". De hecho, las cenizas ya provocaron la formación de otro fuego en la localidad de Jubrique, donde los vecinos fueron desalojados de manera preventiva.

Juan Sánchez, director del Centro Operativo Regional (COR) del Plan INFOCA para la defensa contra los incendios forestales en Andalucía, aseguraba en la noche del domingo a los medios de comunicación que se trata del "incendio más complejo conocido por los servicios de extinción forestales en los últimos tiempos. Llevamos mucho hablando de las consecuencias del abandono del medio rural o del cambio climático, y hoy las estamos viviendo".

Desde que se declaró el incendio el pasado miércoles, equipos aéreos y terrestres trabajan sin descanso para asfixiar este incendio. Analistas y profesionales de todo el país han acudido al lugar para detectar cuáles son los puntos flacos de este fuego y diseñar una estrategia para atacarlo. De la Calle explica que "cuando estamos fuera de capacidad de extinción, no se puede hacer nada. Ahora toca estudiar el incendio y ver sus debilidades". 

No obstante, las esperanzas estaban puestas en la meteorología. Afortunadamente, como ha informado la dirección de extinción del Infoca, la lluvia que ha caído en las últimas horas "ha sido la mejor aliada" para controlar el incendio. Como ha comunicado Juanma Moreno, el presidente de la Junta de Andalucía, "ahora queda una fase compleja hasta su extinción".

Problemas de agua en el terreno

Mientras las llamas devoran el monte malagueño, surge otro problema. Según declaraciones del director del COR a Europa Press, los medios de extinción están teniendo "problemas de agua física en el terreno": "Estamos acabando con las balsas de agua y ya nuestros medios aéreos tienen que hacer colas de carrusel para poder seguir tirando agua". Como explica el experto, los aviones de ala fija y de carga en tierra "están recargando en la base de Utrera", los anfibios recogen "bien en el mar o en el pantano de Zahara" y los helicópteros "en cualquier balsa de agua, incluso en un charco".

De momento, hay más de un millar de profesionales trabajando en el terreno, entre los que se incluyen efectivos de la Unidad Militar de Emergencias. Además, como informan desde el Plan INFOCA, en la zona también se han desplegado hasta 41 aeronaves: 18 del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO), cuatro del Servicio de Prevención y Extinción de Incendios Forestales del Gobierno de Castilla-La Mancha, dos del plan para incendios de la Junta de Extremadura, uno del Consorcio de Extinción de Incendios y Salvamento de la Región de Murcia (CEIS) y 26 del Servicio de Extinción de Incendios Forestales de Andalucía.

Todo apunta a que el incendio de Sierra Bermeja es intencionado, como ocurre con casi más de nueve de cada diez incendios en España. Los restos de una piña prendida con un mechero y situada encima de dos montoncitos de hojarasca son los indicios con los que trabajan los investigadores. Mientras intentan sofocar el incendio, las autoridades competentes tratan de esclarecer lo ocurrido y localizar al culpable detrás de estas llamas que están devorando una zona de alto valor ecosistémico.

La flora de Sierra Bermeja está incluida en la Directiva de Hábitats y sus más de 20.000 hectáreas están reconocidas como Zona de Especial Conservación (ZEC) de la Red Natura 2000 de la Unión Europea. Sin embargo, su riqueza en biodiversidad no ha servido para aumentar su protección y conservación. Miembros de la Plataforma Sierra Bermeja Parque Nacional llevan años reclamando que este paraje se declare como parque nacional incluido en la Sierra de las Nieves, pero de momento no se ha conseguido y no es algo que parezca estar sobre la mesa.

Ahora, sin embargo, miles y miles de hectáreas se consumen al calor de las llamas. Fuegos que se alimentan de otro ingrediente: el combustible acumulado durante años de abandono de los montes en los que la naturaleza ha crecido a su libre albedrío. De la Calle asegura que este incendio que estamos viendo se debe a "la nula gestión del paisaje", porque "no se actúa sobre el monte y, año tras año, se va acumulando la biomasa hasta que llega el punto en el que un incendio se convierte en un monstruo". Apunta que se necesitan "discontinuidades que nos ayuden a frenar estos incendios".

Son proclamas que los expertos llevan lanzando desde hace tiempo. Como publicó EL ESPAÑOL hace unas semanas, a pesar de que el país cuenta con una gran capacidad de extinción, la superficie forestal, que crece "de manera caótica", crea un "caldo de cultivo perfecto" para la generación de grandes incendios forestales. De hecho, cuando se vivieron los grandes incendios en Italia y Turquía, De la Calle ya alertaba de lo grave que es tener una biomasa poco gestionada, porque España podía tener "su particular tragedia griega".

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