La tasa de basuras presenta grandes diferencias de precio entre ciudades, que oscilan desde los 190 euros de San Sebastián a los 30 euros de Soria o Alicante, algo que para la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) no tiene "justificación" por razones de mayor satisfacción con el servicio sino que considera que son "arbitrarias".



Mientras que en Barcelona, San Sebastián, Jerez y Gerona las tasas para un hogar medio superan los 150 euros, en Madrid, Málaga, Valladolid, Badajoz y Las Palmas no se facturan de forma expresa, según un estudio de la organización de consumidores.

El estudio ha comparado en 56 ciudades la cuantía del importe de la tasa de basuras para una vivienda de 95 metros cuadrados, un valor catastral de 79.000 euros y un consumo anual de agua de 175 m3 situada en una calle de la categoría fiscal más habitual en cada ciudad. El importe medio de estas tasas es de 90 euros al año.

Así, concluye que cinco ciudades: Badajoz, Las Palmas de Gran Canaria, Madrid, Málaga y Valladolid, que no tienen una tasa específica de basuras, aunque probablemente lo incluyan en el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI).



El resto sí cobra una tasa de basura específica pero con grandes diferencias que superan los 150 euros en Barcelona, San Sebastián (194,16 euros), Jerez (174,77 euros) y Gerona (165,20 euros), mientras que no llegan a los 30 euros en Soria (27,60 euros) o Alicante (27,84 euros).

Por otro lado, el informe destaca que las buenas prácticas ambientales como el uso de puntos limpios solamente tienen recompensa en cinco ciudades: Barcelona, San Sebastián, Gerona, Lérida y La Coruña.



Así, la OCU aconseja a los consumidores que consulten estas posibles reducciones de las tasas ya que en muchas ciudades existen bonificaciones para hogares con bajos recursos, pensionistas, desempleados o familias numerosas.   

Para la OCU es "difícil de entender" estas "enormes diferencias" en el importe de las tasas entre los distintos municipios con la misma responsabilidad en este área.



Entre las principales críticas de la organización de consumidores están las enormes diferencias entre ciudades sin que haya una clara correspondencia entre el precio y la satisfacción de los residuos.

Además, cuestiona la arbitrariedad en el cálculo de la tasa, que en la mitad de las ciudades es un importe fijo, independientemente del tipo de hogar, otras lo definen a raíz del tamaño de la vivienda, su valor catastral, la categoría fiscal de la calle o el consumo de agua, pero ninguna contempla un sistema con una relación directa entre un mayor uso del servicio y un mayor coste.

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