La Guardia Civil ha denunciado por una infracción a la Ley sobre Patrimonio Natural y de la Biodiversidad al patrón de una moto de agua que fue sorprendido realizando maniobras bruscas para dar alcance a un grupo del delfines que se encontraban en las aguas marítimas interiores de Melilla.

En una nota de prensa, la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla ha calificado los hechos como un "acoso incesante" y ha destacado el "grave riesgo" que entrañaban las maniobras que realizaba sobre la manada, a la que se acercaba cada vez que salían a la superficie para respirar, lo que obligaba a los delfines a volver a sumergirse.

Los hechos ocurrieron en la mañana del 7 de agosto, cuando un guardia civil de servicio en el puerto melillense observó cómo el patrón de una moto acuática que navegaba entre el puerto comercial y el puerto deportivo realizaba continuas maniobras de aceleraciones y frenadas bruscas sin motivo aparente.

El agente comprobó que sus intenciones eran dar alcance a un grupo de delfines que se encontraban en la zona cada vez que emergían a la superficie para respirar.

Ante el "acoso incesante y grave riesgo" que entrañaban las maniobras que realizaba sobre la manada, el guardia civil realizó numerosas señales a través de silbato para llamar la atención del patrón de la embarcación, con el fin de instarle a que cesara de su actitud, a lo que hizo caso omiso.

Ante tal "actitud incívica" y "con claro menosprecio hacia la manada de delfines", la Guardia Civil activó al Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS) para que interceptara a la moto acuática e identificara a su patrón, que fue denunciado.

Esos animales fascinantes

Los delfines son animales que, a pesar del piloto de esta moto acuática, resultan fascinantes para la mayoría de los humanos. Cada vez aprendemos más de su comportamiento, con estudios que a veces desmontan lo creído sobre ellos anteriormente. 

Uno de los últimos trabajos publicados en este sentido vio la luz en la revista en Current Biology y desveló que sus crías eran capaces de buscarse la vida para conseguir alimento más allá del vínculo materno.

El equipo de investigadores observó que las crías de delfín aprenden una técnica de búsqueda de alimento a través de la transmisión social horizontal, es decir, entre animales de una misma generación.



Desde la década de los noventa se sabe que los delfines de la Bahía de los Tiburones (Australia) son capaces de hacer salir a sus presas de las conchas vacías de caracoles marinos gigantes, donde se refugian. El delfín mete la punta del morro en el interior de la concha para sacarla del agua y luego la agita, de manera que el animal cae en su boca.



Hasta ahora, se creía que esta técnica se enseñaba solo de madre a cría, por transmisión social vertical, pero no es solo así, pues también la pueden aprender de otros delfines de la misma generación, según los expertos de la Universidad de Leeds (Reino Unido) que firman el estudio.

Otra característica de estos animales aprendida con motivo del confinamiento por la Covid es que, si no se acercan más a nuestras costas es porque no le gustan las multitudes. 

Un centenar de ejemplares de calderón negro o calderón común (Globicephala melas), una especie de la familia de los delfines habitual en el Mediterráneo pero rara de avistar en la Costa Brava, se dejó ver tras el confinamiento en el cañón submarino de Begur (Girona).



El pasado 21 de mayo, un grupo de biólogos miembros de la Asociación Noa18nusos, que se dedica desde hace más de una década a la observación y divulgación de la vida marina aunque se constituyó oficialmente hace dos años, salió en velero del Port Marina de Palamós y, a escasos kilómetros, se encontró con los animales.

"Aunque científicamente no se puede demostrar, nos parece mucha casualidad y es muy significativo que, tras dos meses sin barcas recreativas, con una drástica reducción del hombre, el primer día que salimos al mar veamos algo así", señaló el biólogo marino Jordi Corona.



Corona está convencido de que la presencia humana molesta a la fauna mediterránea y subraya que, "sin el impacto del hombre, hay dos meses de calma y los animales van cogiendo terreno".

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