El agua brota de un manantial y su destino es el futuro. Puede parecer una licencia poética pero lo cierto es que, más allá de la filosofía subyacente, sin agua no habría vida. Su papel en nuestra existencia es básico porque gozar de un agua limpia para nuestro consumo es crucial para mejorar nuestro bienestar y, de paso, hacerle un favor al planeta: no solo nosotros nos beneficiamos de un medio ambiente saludable.

Cuidar la naturaleza, ser responsable con el medio ambiente y promocionar las conductas respetuosas con los recursos naturales es una actitud que nos beneficia a todos como sociedad y en la que cada cual, incluso a pequeña escala, tiene algo que decir. Y esto es aún más cierto para las empresas, muchas de las cuales han asumido su rol en este contexto en el que mantener una actividad sostenible a todos los niveles marca la diferencia para todos.

Las legislaciones de muchos países van en esta dirección. Pero hay compañías que llevan años adaptando su actividad hacia procedimientos más responsables, eficientes y respetuosos con el medio ambiente a todos sus niveles sin esperar a un imperativo legal. Son firmas que entienden que este momento es perfecto para reforzar su compromiso con la sosteniblidad y ser más ambiciosos si cabe. Es el caso de Pascual que, a través de su 'Compromiso Bezoya', ha presentado un plan que integra todas sus iniciativas en cinco pilares para alcanzar su propósito de "Dar lo mejor para el futuro de la alimentación": origen, envasado sostenible, producto, movilidad sostenible y reciclaje.

Bezoya lanza al mercado las botellas de 330 y 500 ml, fabricadas con plástico 100% reciclado

En realidad, más que una hoja de ruta, es un gran compromiso con un futuro verde al que ya está contribuyendo y en el que cuenta, y mucho, la experiencia acumulada. Y es que Pascual tiene a su espalda décadas de trabajo en favor de la sostenibilidad, como recuerda Javier Ribera, su director general de Bebidas y Distribución: "El cuidado del medioambiente forma parte del ADN de la compañía desde sus orígenes hace más de 50 años. Nuestro reto hoy pasa por seguir trabajando para convertirnos en la marca de agua más responsable del mercado", afirma.

Origen: de la montaña a tu casa

Pero ¿cómo una empresa sostenible se convierte en una empresa aún más sostenible? La respuesta son esos cinco compromisos que persiguen la excelencia. Empezando por el de preservar la materia prima, el agua, desde que es recogida hasta que llega a nuestras casas. O cómo un elemento que proporciona la naturaleza y que nos ayuda a refrescarnos y a ganar en salud se mantiene intacto desde que nace en un manantial de la sierra de Guadarrama, a casi 2.000 metros de altura, hasta que es embotellado.

De alguna manera, en cada botella va un poco de esas montañas que le dan sus cualidades únicas de pureza y mineralización muy débil: desde el acuífero hasta nuestras mesas, en un proceso que minimiza la intervención humana en el entorno y que preserva no solo la materia prima, sino la biodiversidad de una zona que forma parte de la red de Parques Nacionales y de la Red Natura 2000, de ámbito europeo.

Envases: una segunda piel para el agua

El énfasis en preservar el punto de origen solo es el primer paso. Entre los compromisos de Bezoya hay uno dedicado específicamente a los envases y que también incluye pautas para cuando han cumplido su función. Los envases tienen detrás un intenso trabajo de I+D+i para lograr los diseños más eficientes para su transporte y uso, pero también para optimizar su fabricación con los materiales más sostenibles, sobre los que la empresa mantiene una búsqueda "proactiva", como señala Ribera: "Buscamos el equilibro entre la necesidad de embalar y la necesidad funcional del producto, buscando alternativas sostenibles que garanticen la seguridad alimentaria. Porque debemos trabajar el hoy y traer la innovación del mañana", apunta.

La actuación más importante en este sentido durante los últimos años ha sido el progresivo paso al uso de plástico reciclado (rPET) para fabricar todos los tipos de botellas. Bezoya acaba de poner en el mercado las de 330 y 500 ml, que se fabrican íntegramente con este material. Además, a lo largo de este mismo año, las garrafas también estarán hechas de plástico 100% reciclado y las botellas de 1,5 litros incluirán el 50% de rPET en su composición. El compromiso es que, en 2022, todas las botellas de Bezoya se hagan con plástico reciclado.

Reciclaje: las vidas infinitas de una botella

El reciclaje es una piedra angular en el proyecto sostenible de Bezoya. La posibilidad de reutilizar el plástico de las botellas una y otra vez, otorgando a las botellas una nueva vida en apenas 60 días, ya se está llevando a cabo desde 2017. El ahorro en plástico virgen da una idea del potencial de esta actividad a la hora de cuidar del medio ambiente: desde ese año se ha usado una cantidad de rPET equivalente a 100 millones de botellas de 1,5 litros; además, se ha reducido un 10% el plástico de los envases, lo que suma a esta ecuación verde el ahorro de otras 5.800 toneladas de material, equivalente a 237 millones de botellas de 1,5 litros.

Los números dejan pocas dudas acerca de la utilidad del reciclaje y sus beneficios sobre el medio ambiente pero, más aún que los datos, se trata de constatar una filosofía que requiere trabajo y tiempo para desarrollarse. De ahí que el compromiso a largo plazo de Bezoya adquiera mayor importancia si se tiene en cuenta que ya hace un cuarto de siglo que promociona esta práctica. De hecho, está entre las fundadoras de lo que hoy es Ecoembes, entidad con la que actualmente mantiene una colaboración en el proceso de recogida selectiva y recuperación de residuos de envases que ha permitido ahorrar 21.030 toneladas de CO2.

Esta línea lleva a que la marca de agua presenta sus productos en envases 100% reciclables en el contenedor amarillo, gracias a lo cual se devolvió a la circulación a 84 millones de botellas de 1,5 litros, reutilizando 2.065 toneladas de plástico. Durante 2020, Bezoya pretende dejar de utilizar 4.600 toneladas y que en 2022 todo el plástico de sus botellas sea reciclado, adelantándose a las legislaciones que van muy por detrás en este sentido.

Instalación de Bezoya en Trescasas, Segovia

Movilidad y logística sostenible

La infraestructura de logística y movilidad de una empresa es otro de los entornos en los que más pueden afinarse la estrategias medioambientales. Desde su destacada posición en el mercado, Bezoya ya lleva más de un lustro apostando por transportes más ecológicos. El pasado año, según explica la compañía, se incorporaron 500 vehículos 'cero emisiones' a su flota comercial, con lo que se han reducido las emisiones de CO2 un 25%, de óxido de nitrógeno en un 65% y las de partículas un 40%, cifras que ensalzan la política de descarbonización del transporte y que han merecido la certificación Ecostars 5 estrellas.

La línea de logística también está primando acuerdos con todos los actores implicados para renovar los camiones e ir incorporando aquellos movidos por energías alternativas al diésel. La meta que se marca Bezoya en este punto es ambiciosa: que el 70% de las mercancías que entren o salgan de sus almacenes lo hagan en camiones sostenibles.

Economía circular: 'las 3 Rs' del futuro

La regla de 'las 3 Rs'

Reducir: realizar un consumo responsable y un uso eficiente del agua o la energía

Reutilizar: alargar al máximo la vida de nuestros productos cotidianos

Reciclar: se trata de dar una segunda vida a residuos generados por nuestra actividad

El principio de economía circular implica que una empresa es capaz de recuperar los residuos que genera y dotarles de un valor añadido que permita evitar un uso posterior, a veces inesperado. El objetivo medioambiental está claro: acercarse al objetivo de generar cero residuos que escapen a este circuito y aprovechar todo, bajo la que han denominado la 'regla de las 3 Rs' (reducir, reutiliar, reciclar). Pero, pero para marcas como Bezoya, los beneficios se multiplican en otros aspectos, algunos intangibles, como señala Teresa Sebastiá, Key Account Manager del sector bebidas de Ecoembes: con el reciclaje, señala, "se contribuye no solo a que tenga una segunda vida, sino a que además se ahorren materias primas, agua y energía, así como a reducir las emisiones de CO2, lo que está directamente ligado con un aire más limpio".

Esta premisa, por ejemplo, se da en la planta de Bezoya en Ortigosa del Monte, en la que se han aplicado todas las medidas para alcanzar la máxima eficiencia energética. Este esfuerzo ha sido recompensado con la certificación LEED Plata, otorgada por el Consejo de la Construcción Verde de EEUU. Al amparo de este sello se incluyen aspectos tan diversos como la gestión del agua en las instalaciones, el uso de elementos de bajo consumo o un gasto energético más contenido y dimensionado gracias a la iluminación eficiente y a equipos de climatización de alto rendimiento.

En paralelo, se ha apostado por el uso de energía eléctrica proveniente de fuentes renovables y, casi tan importante o más, el refuerzo de los vínculos con los productores de proximidad. Esto, que ha sido una constante en la historia de la compañía, se mantendrá intacto en el futuro porque constituye "una seña de identidad" irrenunciable por los efectos positivos que supone: el 96% de las compras de Bezoya se hacen a proveedores locales españoles que priman la calidad y que, de paso, ayuda a dinamizar las economías de la zona y a generar empleo de forma directa o indirecta.