El calentamiento global es un hecho. Aunque desde hace varias décadas conocemos datos que lo respaldan, bastantes personas decían convencidas que era un fenómeno irreal. Sin embargo, las cosas han cambiado desde entonces. A día de hoy es difícil encontrar a alguno de estos negacionistas. El futuro está, por tanto, en nuestras manos: la Tierra puede ser el lugar que esperábamos, en el que todos los humanos vivan cada vez mejor, o puede ser un planeta con grandes extensiones de terreno en las que la vida sea imposible.

Aunque cada vez son más las personas que están dispuestas a contribuir a que el futuro del planeta sea mejor, lo más común es encontrar personas que ignoran la crisis climática. La información sobre el cambio climático ha hecho pensar que la Tierra del futuro tendría una elevación del mar superior o que las estaciones intermedias, el otoño y la primavera, desaparecerían. Sin embargo, cada vez somos más conscientes de que el clima afectará a, prácticamente, todos los aspectos de nuestras vidas y, sobre todo, la de nuestros descendientes. 

En este sentido, El planeta inhóspito. La vida después del calentamiento (Debate) es un libro que se publica esta semana en el que se explican las consecuencias del cambio climático sin suavizar el discurso. Su autor es David Wallace-Wells, periodista neoyorquino y editor adjunto de la revista New York Magazine. Sin embargo, lo más interesante es cómo se presenta él mismo en las primeras páginas de su libro. "No soy ecologista, y ni siquiera me considero alguien muy apegado a la naturaleza. [...] Yo no voy a matar una vaca con mis manos para comer una hamburguesa, pero tampoco voy a hacerme vegano".

La sequía empieza a ser preocupante en algunas zonas de España

"Voluntariamente engañados"

Es posible que mucha gente se identifique con esta descripción. Wallace-Wells explica que no es diferente a un gran número de personas que viven en países occidentales y que han sido "voluntariamente engañados". El periodista comenzó investigando algunas historias actuales en las que el calentamiento global estaba afectando a la vida de varias personas y ha terminado elaborando un libro fundamentado en una gran cantidad de estudios. De hecho, el capítulo reservado a las notas y a las referencias ocupa casi 100 páginas.

La idea de la que parte el libro es clara: el calentamiento global es, a estas alturas, inevitable. Aunque paremos en este momento todas las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera, la temperatura global aumentaría. La lucha que debemos librar, por tanto, consiste en minimizar las consecuencias de este fenómeno global. Y, sobre todo, debe ser una lucha desde la política que, hasta ahora, no ha logrado frenar las grandes emisiones de gases de efecto invernadero. Los acuerdos alcanzados hasta ahora, Kioto y París, son considerados por el autor como demasiado optimistas e insuficientes.

La manera en la que Wallace-Wells expone la vida en la Tierra del futuro puede parecer pesimista. De hecho, algunos expertos le han criticado en este sentido. Pero el escritor lo tiene claro: evitar un cambio climático severo está todavía en nuestra mano y, por tanto, aún hay sitio para la esperanza. La incertidumbre es la principal característica de la crisis climática. Varios expertos han intentado predecir cuántos grados aumentará la temperatura total del planeta, pero el cálculo no puede ser exacto porque la voluntad de las personas será determinante. Por eso, el autor no expone un único futuro al que estamos abocados, sino cuáles serían las principales consecuencias de varios de los destinos que nos aguardan.

La Tierra en las próximas décadas

De lo que no cabe duda es que, desde que empezó el siglo XXI, los estragos derivados del cambio climático han comenzado a hacerse especialmente patentes. De hecho, siete de los diez años más calurosos de la historia de España han ocurrido desde el año 2001. De todas formas, se trata de una tendencia global y que, además, ha ido acompañada de episodios más frecuentes de incendios y desastres. Wallace-Wells se refiere a nuestro siglo como "el siglo infernal", aunque pronostica que el problema ambiental continuará tras él: "El calentamiento global es rápido, mucho más rápido de lo que, al parecer, somos capaces de reconocer y admitir; pero también es largo, casi más largo de los que podemos imaginar realmente".

Los peores presagios para este "siglo infernal" describen un entorno muy diferente al que conocemos. Uno de sus principales rasgos es que será más caluroso y, sobre todo, en las ciudades, donde la Organización de Naciones Unidas (ONU) advierte que vivirá casi el 70% de los seres humanos en 2050. Pero, además, el aire se volverá más venenoso, las inundaciones, los temporales y los incendios serán cada vez más frecuentes e intensos. Las enfermedades tropicales se desplazarán hasta los países occidentales, se producirán enfrentamientos humanos por el control de los recursos y el desplazamiento de poblaciones. La producción de alimentos se verá mermada y gran parte seres vivos que habitan los océanos morirá por falta de oxígeno.

Wallace-Wells no exagera, por tanto, al decir que esta crisis climática es el mayor reto al que se ha enfrentado la Humanidad. Su libro es uno de los mensajes más alarmantes y más completo sobre este asunto, que requiere la atención de nuestra generación.

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