A las 9:45 de la mañana, la central nuclear de Flamanville, en Normandía, reportó una explosión en la sala de máquinas de su reactor número 1. Como suele ocurrir con los eventos en instalaciones de este tipo, el anuncio causó cierta alarma aunque finalmente fue sofocado por los bomberos sin daños humanos que lamentar.

"La unidad de producción se ha desconectado automáticamente de la red después del comienzo de un incendio producido en un ventilador situado bajo el alternador", ha detallado la empresa pública Électricité de France. "El incendio causó un sonido de detonación que pudo oírse en los alrededores de la planta".

Sin embargo, si este evento de seguridad menor en Flamanville ha logrado tener cierto eco es, además, por el reciente historial de sucesos acaecidos en la central en los últimos tres años y que, como un efecto dominó, desencadenó el cierre preventivo de 20 de las 58 centrales nucleares francesas. 

En 2014, un informe negativo de la Autoridad de la Seguridad Nuclear (ASN) sobre la calidad de la placa de acero que forma la cuba del nuevo Reactor Europeo Presurizado (EPR) que se está construyendo en Flamanville obligó a la empresa constructora, Areva, a iniciar una investigación.

El informe de la ASN apuntaba a que un exceso de carbono en el acero podía aumentar la fragilidad y por tanto el riesgo de una fractura. Areva, que está construyendo el EPR junto a la compañía alemana Siemens, encontró entonces que muchos de los documentos que acreditaban los controles de calidad de las piezas eran falsos. En total, 87 documentos de los que 20 pertenecían a la central de Flamanville.

Sospechaban del acero de Le Creusot

Las sospechas procedían de la acería que Areva tiene en Le Creusot. El 25 de octubre de 2016, el presidente de la ASN, Pierre-Franck Chevet, denuncia las "prácticas industriales inaceptables" y pone los hechos en manos de la justicia.

Cuando la fiscalía parisina inició el proceso de investigación, ASN ordenó detener 18 reactores para analizar el estado de sus componentes, ya que la planta siderúrgica de Le Creusot lleva proporcionando piezas a las centrales francesas desde los años sesenta.

Como informaba nuestra compañera Cristina Bolinches en la sección de Economía, a finales de octubre de 2016, este parón en un tercio de las centrales y la consiguiente demanda de electricidad española por parte de Francia -las nucleares producen el 80% de la electricidad en el país galo- contribuyó a provocar un aumento en el recibo de la luz que cristalizó dos meses más tarde, en diciembre.

Hace dos meses, ASN autorizó la puesta en marcha de seis reactores con piezas fabricadas en Le Creusot. Areva confirmó las malas prácticas aunque aclaró que no suponían una amenaza para la seguridad. Los otros 12, fabricados por la compañía japonesa JCFC, les siguieron poco después, lo que redujo rápidamente la anomalía en el precio de la electricidad pagada en España.

Durante un encuentro del sector energético que ha tenido lugar este jueves en el IESE, Manuel Fernández, directivo de Gas Natural, ha confirmado que, en enero, el 82% de la electricidad importada por Francia fue de origen español.

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