Es un hecho incontrovertible que la carrera al premio Nobel tienden a ganarla quienes parten con ventaja. Un reciente estudio determinó que la mitad de los ganadores en las categorías de Ciencia provenían de familias enormemente ricas. Hay, no obstante, importantes excepciones. Es el caso de Katalin Karikó, coautora de las vacunas de ARN mensajero y Nobel en 2023: hija de un carnicero húngaro de pueblo, pasó enormes dificultades incluso después de emigrar a EEUU.
Omar Yaghi, uno de los tres ganadores del Premio Nobel de Química 2025, encarna también una historia de superación ímproba. El catedrático de Berkeley (EEUU) nació en 1965 en Amán y tiene la doble nacionalidad jordano-estadounidense, pero sus padres eran refugiados palestinos. "Crecí en una casa muy humilde", recordaba hoy en una entrevista para el Nobel. "Éramos una docena para una sola habitación, que teníamos que compartir con el ganado que criábamos".
De niño, Yaghi destacó como un excelente estudiante, lo cual contrasta no solo con la pobreza de su hogar sino con las carencias en la alfabetización que había sufrido su familia. "Mi padre solo fue a la escuela hasta los once años, y mi madre nunca aprendió a escribir", recordaba. "Pero la ciencia es la mayor fuerza de equidad del mundo. La gente con talento existe en todas partes, y hay que enfocarse en proporcionarles oportunidades".
Fue su propio padre quien le animó a emigrar, solo, a Estados Unidos a los quince años. Aunque apenas dominaba el idioma, cursó estudios y logró entrar en la universidad. De ahí a una prestigiosa carrera que incluyó un posgrado en Harvard y varias estancias hasta recalar en la Universidad de California en Berkeley. "Mi sueño era publicar un paper que lograse 100 citas", recordaba. "Ahora nuestro grupo tiene 250.000".
Llevar el agua al desierto
EL ESPAÑOL tuvo ocasión de entrevistar a Omar Yaghi a su paso por Madrid para recoger el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Ciencias Básicas. El jurado había reconocido su contribución con las estructuras metal-orgánicas (Metal Organic Frameworks o MOF) que le han reportado años después el Nobel. En concreto, un proyecto que permitía llevar el agua al desierto a partir de la propia condensación de humedad del aire y sin requerir energía.
Los MOFs consisten en superficies de material poroso diseñadas para capturar moléculas específicas. Son tamices moleculares cuyos microscópicos orificios han sido diseñados para atraer, filtrar y almacenar determinados compuestos dejando vía libre a los demás. Hoy en día se usan para filtrar gases nocivos como el CO2, pero también pueden usarse para capturar moléculas deseadas, como las del agua.
Este artefacto transforma el aire del desierto en agua
El equipo de Yaghi presentó en Science Advances un cosechador de agua (water harvester) ensayado en el desierto de Arizona. "El aparato consiste en una caja dentro de una caja. La exterior tiene el MOF que funciona como condensador", explicaba. "El agua se recupera en la interior. Y utiliza únicamente la luz ambiental solar, no necesita electricidad. Si quieres, la puedes construir a escala y suministrar agua a casas o invernaderos".
El cosechador permitía obtener una taza de agua limpia al día, pero Yaghi destacaba que podría construirse a mayor escala con materiales baratos, beneficiando a las comunidades más necesitadas. "Podemos elaborar un MOF con aluminio, que es 150 veces más barato que el circonio usado en la prueba y funciona mejor. Y la caja en sí no cuesta mucho porque está hecha con plexiglás", celebraba.
Un mentor para sus discípulos
Uno de los aprendizajes que Yaghi valora más es el concepto de mentoría o tutoría. "Los países en los que la investigación es fuerte, como España y EEUU, disfrutan de un sistema de mentores. El mentor transfiere el conocimiento a sus estudiantes, ellos lo harán con los suyos, y el linaje se extiende durante generaciones", valoraba en la conversación con el periodista.
El Nobel descubrió en occidente que este pupilaje "transmite una ética de trabajo y los valores del rigor de la ciencia y la innovación", y su objetivo es llevarlo al resto del mundo. "Queremos que cada investigador pueda asociarse al linaje de un mentor desde cualquier lugar. Así que lo primero es ayudar a los estudiantes de esos países a que funden centros en su tierra, que sirvan de núcleo para desarrollar la ciencia y que obtengan resultados que beneficien a su entorno".
Esta red de conocimiento, además, permite a Yaghi enarbolar la defensa de otra causa que considera esencial: la de la ciencia básica. "Se trata de una inversión a largo plazo. Los hallazgos no vienen con un plano que seguir. El investigador necesita independencia científica y seguridad laboral. Si solo tienen un contrato de dos años, no se arriesgarán".
"La revolución digital nos ha dado la falsa impresión de que a las cosas valiosas se puede acceder muy rápidamente. Y la ciencia básica no consiste únicamente en obtener productos sino también en enseñar a los estudiantes a pensar de forma independiente. ¿Cómo hacer observaciones? ¿Cómo sobreponerte al fracaso? Al final, habrás producido a un individuo capaz de cambiar el mundo", concluía.
