Paolo Fava
Publicada

Si cortásemos la superficie de Marte hasta su núcleo y extrajésemos la 'porción' como la de una tarta, no encontraríamos niveles geológicos estratificados como una tarta selva negra, sino una mezcla rugosa como el praliné. Esta es la curiosa imagen culinaria que usan los astrónomos del Imperial College de Londres para describir el manto interior del planeta rojo y por qué es tan diferente del de la Tierra.

El hallazgo, que ahora publica la revista Science, se ha podido realizar analizando las vibraciones sísmicas recogidas por la misión InSight de la NASA. Los datos de la sonda han revelado anomalías sutiles bajo la corteza, que corresponden a fragmentos antiguos de hasta 4 kilómetros de ancho que permanecen, en palabras de los investigadores, como "fósiles" del "pasado violento" del astro.

Marte, la Tierra y el resto de planetas rocosos del Sistema Solar se formaron hace unos 4.500 millones de años, cuando el polvo y las rocas que orbitaban el Sol se aglomeraron gradualmente por la fuerza de gravedad. Ambos planetas también fueron golpeados por gigantescos objetos estelares, tan grandes como otros planetas, en una serie de colisiones casi catastróficas.

En el caso de la Tierra, la colisión desgajó la materia que, según las principales hipótesis, permaneció en órbita y se acabó convirtiendo en nuestro satélite, la Luna. En el caso de Marte, sin embargo, "estos colosales impactos liberaron suficiente energía para fundir grandes partes del joven planeta, formando vastos océanos de magma", explica Constantinos Charalambous, del Departamento de Ingeniería Eléctrica y Electrónica.

"Cuando esos océanos de magma se enfriaron y cristalizaron, dejaron atrás grandes fragmentos de material de distinta composición, y creemos que son esos los que ahora detectamos en el interior profundo de Marte", prosigue Charalambous. Al contrario que la Tierra, en la que las presiones en el manto freático han homogeneizado las capas de la corteza y el manto, la superficie de Marte se endureció muy pronto, encapsulando los restos del cataclismo.

La evidencia proviene de los datos sísmicos registrados por el módulo InSight, en particular de ocho marsquakes (terremotos marcianos) provocados por impactos recientes de meteoritos que dejaron cráteres de hasta 150 metros de ancho. Los científicos pudieron observar que las ondas de frecuencias más altas tardaron más tiempo en alcanzar los sensores desde el lugar del impacto.

"Estas señales mostraron claras señales de interferencia mientras atravesaban el interior profundo de Marte", explica Charalambous. "Eso es consistente con la idea de un manto lleno de estructuras de distintos orígenes composicionales, los remanentes de los primeros días de Marte". El hecho de que aún podamos detectar estas huellas después de cuatro mil quinientos millones de años "demuestra lo lento que ha girado el interior marciano desde entonces".

"Lo que vemos es una distribución ‘fractal’, que ocurre cuando la energía de una colisión catastrófica supera la resistencia de un objeto", añade Tom Pike, otro de los investigadores. "Se observa el mismo efecto cuando un vaso cae sobre un suelo de baldosas o cuando un meteorito golpea un planeta: se rompe en pocos trozos grandes y gran cantidad de pequeños. Es sorprendente que aún podamos detectar esta distribución hoy en día".