Cuando Stephen Hawking se asomó a la playa de El Camisón en Tenerife, una multitud se arremolinó a su alrededor. Era 2015 y el físico británico visitaba la isla como invitado estrella del festival Starmus. La gente se arremolinaba a una distancia reverente, insegura sobre cómo interactuar. Pero él estaba acostumbrado, y tenía un truco para romper la tensión: activar su vocalizador para que exclamase Merry Christmas! para provocar las risas y la complicidad de su público.

La anécdota, que presenciaron Javier Salas y Nuño Dominguez de El País, retrata al Hawking que encontraremos en su obra póstuma, Breves respuestas a las grandes preguntas. Es su libro más cercano, en el que el músculo intelectual se relaja más del esfuerzo de comprender las vastedades cósmicas y desciende a Tierra. El físico habla de singularidades y del Big Bang, pero también de Donald Trump, del brexit, de los asistentes cibernéticos de los smartphones y de sus evanescentes posibilidades de lograr el Nobel, visto que el Gran Colisionador de Hadrones del CERN se empeña en no generar agujeros negros que podamos ver.

Es también el balance de una vida y una carrera extraordinarias. Hawking es consciente de su dimensión de gigante del conocimiento, de icono para la humanidad, y su preocupación final es la de establecer contacto. Sus ejemplos mezclan referencias a la ciencia-ficción sesuda como 2001: Odisea en el espacio e Interstellar con cine palomitero, Terminator y Regreso al futuro. Nos habla de un amor, el de la ciencia teórica, que como el de la familia, permite sobreponerse a todo. Y no se resiste, como no, a recordarnos que salió en Star Trek.  

1) He pasado la vida viajando por el universo, en el interior de mi mente. 

Hawking recuerda con emoción el vuelo en gravedad cero que realizó en 2007. "Hubiera deseado que durase siempre"- admite el genio confinado a la silla de ruedas por la ELA. Pero con la madurez llega la asunción de las limitaciones: la principal, la de que no verá en vida formulada una Teoria del Todo. "Mediante la física teórica, he tratado de responder algunas de las grandes preguntas. En un cierto momento, creí que vería el final de la física, tal como la conocemos, pero ahora creo que la maravilla de descubrir continuará mucho después de que me haya ido".

2) Soy experto en el tiempo, pero en otro sentido mucho más personal. Soy incómodamente, agudamente consciente del paso del tiempo, y he vivido gran parte de mi vida con la sensación de que el tiempo que se me ha concedido es, como se dice, un préstamo.

La discapacidad, razona el teórico, no ha sido un accidente en su vida sino un hecho existencial y determinante desde su temprana declaración. "La actitud predominante en Oxford en aquél momento era muy antitrabajo. Se suponía que debías ser brillante sin esfuerzo, y yo me lo tomé como una invitación a trabajar muy poco. Uno de los resultados de mi enfermedad fue cambiar todo aquello. Cuando te enfrentas a la posibilidad de una muerte temprana, te das cuenta de que hay muchas cosas que quieres hacer antes de que tu vida termine".

3) En la Tierra, he experimentado altibajos, turbulencia y paz, éxito y sufrimiento, he sido rico y pobre, capaz y discapacitado. Me han elogiado y criticado, pero nunca me han ignorado.

"Para mis colegas, solo soy otro físico, pero para el público en general me convertí posiblemente en el científico más conocido del mundo"- razona en otro momento, abrazando el hecho de haberse convertido en personaje de la cultura popular. "En parte porque encajo en el estereotipo de un genio discapacitado. No puedo disfrazarme con una peluca y gafas oscuras: la silla de ruedas me delata. Pero la gente parece realmente complacida de verme".

4) La imagen popular de la ciencia en el futuro se muestra en la televisión todas las noches en series de ciencia-ficción como 'Star Trek'. Incluso me persuadieron para que participara en ella, aunque no les resultó muy difícil.

La teleserie favorita del investigador aparece citada en varias ocasiones, aunque desde un punto de vista crítico. Hawking duda de las posibilidades de llegar a viajar por el espacio mediante "curvatura", aunque confía en los motores espaciales propulsados por láser. Tampoco cree que el futuro sea tan homogéneo como lo presenta la Federación Unida de Planetas. Otra cosa es el disfrute narrativo: recordemos una vez más la partida de cartas más nerd de la historia. 

Stephen Hawking en Star Trek

5) ¿Por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? Hoy en día, la ciencia proporciona respuestas mejores y más consistentes, pero las personas siempre se aferrarán a la religión, porque proporciona consuelo, y porque no confían ni entienden la ciencia.

La única mella en la popularidad global de Hawking fue su inveterado ateísmo. ¿Por qué aparecen constantes alusiones a la divinidad en su obra entonces? "Utilizo la palabra Dios en un sentido impersonal, como lo hacía Einstein, para designar las leyes de la naturaleza"- explica. "Mi predicción es que conoceremos la mente de Dios para el final de este siglo".

Su reproche estriba en que la "mayoría de las personas" piensan en Dios como "un ser parecido a los humanos" con el que relacionarse personalmente. Eso provoca actitudes irracionales y contrarias a la ciencia. "A diferencia de las leyes promulgadas por los humanos, las leyes de la naturaleza no se pueden transgredir, por eso son tan poderosas, y también tan controvertidas cuando se consideran desde una perspectiva religiosa".

6) En el instante del Big Bang, algo maravilloso sucedió con el tiempo. El tiempo mismo comenzó.

A comienzos de su carrera, recuerda Hawking, era inapropiado incluso para un científico contradecir la idea religiosa de un Dios creador. Por eso este pulso se ha perpetuado en sus obras. "Creo que el papel desempeñado por el tiempo en el principio del universo es la clave definitiva para eliminar la necesidad de un gran diseñador y para revelar cómo el universo se creó a sí mismo. (...) Antes del Big Bang el tiempo no existía, y por tanto no había un tiempo en el que Dios pudo hacer el universo. Es como buscar como se va a los bordes de la Tierra".

Stephen Hawking experimentando la gravedad 0 en 2007. AP Photo / GTres

7) Einstein objetó fuertemente la idea de que el universo está gobernado por el azar. Sus sentimientos fueron resumidos en su famoso dicho, 'Dios no juega a los dados'. Pero todas las evidencias apuntan a que Dios es un buen jugador".

El universo es como un gran casino en el que el propietario se tiene que asegurar de que el balance de pérdidas y ganancias del total de apuestas salga a su favor. En un universo-casino grande, hay gran cantidad de lanzamientos de dados, pero en uno pequeño recién salido del Big Bang, cada jugada debía ser ganadora. El Principio de Incertidumbre de Heisenberg, que determina que no es posible predecir con exactitud tanto la posición y como la velocidad de una partícula, es el enigma que impide el conocimiento de esos primeros y cruciales momentos.

8) Se dice que la realidad es a veces más extraña que la ficción, y en ninguna parte eso es más cierto que en el caso de los agujeros negros.

Otro hecho que inquietaba a Hawking es que las partículas que emite un agujero negro son azarosas, no tienen relación con lo que entró. No se puede saber qué contiene ni cómo fue creado. "Podrían emitir un televisor en funcionamiento o un volumen encuadernado en cuero de las obras completas de Shakespeare, aunque la posibilidad de emisiones tan exóticas es muy baja". Aunque bromee, le preocupan las consecuencias sobre nuestra propia realidad. "Si el determinismo, la predictibilidad del universo, falla en los agujeros negros (...) tampoco podemos estar seguro de nuestra historia pasada".

Un ejemplar de 'Breve historia del tiempo' firmado con la huella dactilar de Stephen Hawking. AP Photo / GTres

9) El universo ha despertado y ha tomado conciencia de sí mismo.

Es la hermosa forma en la que el físico enuncia que hemos tomado el control de nuestra propia evolución. "Un ser humano equivale a unos cincuenta libros de Harry Potter. La cantidad de información transmitida en libros o Internet es unas cien mil veces mayor que en el ADN". Con todo, se muestra preocupado ante la idea de que la edición genética acabe conduciendo a desigualdades entre castas de superhombres y el resto desfavorecido. "Habrá una carrera de seres auodiseñados, que se irán mejorando a un ritmo cada vez mayor".

10) El riesgo real de la IA no es la maldad sino la competencia.

Hawking se muestra agradecido con la tecnología que le ha permitido superar problemas derivados de su enfermedad, como la pérdida del habla. Considera incluso que la definición de vida como hecho biológico es reduccionista: "Creo que los virus informáticos deberían ser considerados como vida. Quizás dice algo sobre la naturaleza humana que la única forma que hemos sido capaces de crear sea puramente destructiva".

Sin embargo, le preocupa que no estemos desarrollando controles para que las Inteligencias Artificiales (AI) no tomen decisiones que, pese a ser eficientes, pongan en riesgo a la humanidad. Lo compara a un contacto alienígena: "Un encuentro con una civilización más avanzada, en nuestra etapa actual, podría resultar un poco como cuando los habitantes originales de América conocieron a Colón (y no creo que pensaran que mejoraron con ello)". Su mensaje final es cautamente optimista: "Nuestro futuro es una carrera entre el poder creciente de nuestra tecnología y la sabiduría con que la usemos".

[Más información: Stephen Hawking y Los Simpson: llegó a arrepentirse de salir en la cultura pop]

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