En París, entre el ritmo frenético de clases, seminarios y sesiones de investigación, un grupo de estudiantes del Instituto Henri Poincaré –centro de matemáticas adscrito a la Sorbona– estableció un paréntesis diario: un café por la tarde que sirviera para que alumnos de doctorado y otros investigadores pusieran en común sus avances e intereses.

Ángela Capel (Linares, 1992), que en ese momento se encontraba en el instituto francés por una estancia de investigación, participó de forma asidua en esos encuentros informales. "Fue la parte más productiva de la estancia", recuerda. De vuelta a España, al Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT) donde estudiaba su doctorado, se propuso seguir el ejemplo francés y poner en marcha un encuentro para jóvenes matemáticos.

Así es como nació BYMAT Bringing Young Mathematicians Together, el primer congreso internacional dirigido a estudiantes predoctorales de matemáticas celebrado en el ICMAT (Madrid) y con la colaboración de la Fundación BBVA. Junto a Capel, otros cuatro estudiantes de doctorado del instituto madrileño forman parte del comité organizador del encuentro, que se ha celebrado del 7 al 9 de mayo.

"Es un congreso abierto a campos muy diversos de las matemáticas. Hay participantes que son economistas, otros informáticos y también físicos", destaca Roi Naveiro (León, 1993), otro de los organizadores.

En la primera edición han conseguido reunir a cerca de doscientos participantes, una cifra muy superior a sus expectativas. Los países de procedencia son tan variados como Marruecos, Brasil, India, Portugal, Francia, Italia, Alemania, Reino Unido, Países Bajos o Bélgica, lo que enriquece el intercambio de experiencias.

"Queríamos fomentar la interdisciplinariedad dentro de las matemáticas", señala Patricia Contreras-Tejada (Madrid, 1992), también miembro de la organización. Los jóvenes confían en que el año que viene el encuentro se vuelva a repetir y se sumen más entidades. Los tres han hecho un paréntesis al final de una de las jornadas para hablar con EL ESPAÑOL. Como buenos matemáticos, para cada problema tratado plantean una solución.

La opción de la empresa privada

Aunque su profesión es una de las que menor desempleo tiene en nuestro país según datos de la Encuesta de Población Activa, ninguno la eligió por ese motivo. Los números les interesaban desde pequeños.

Cuando Capel dice a lo que se dedica siempre hay alguien que le responde: "A mí las matemáticas se me daban muy mal en el instituto". A lo que ella alega: "No se te daban mal, seguro que te las enseñaban mal". Los tres coinciden en que la docencia en institutos no es una tarea fácil. No la elegirían si la carrera investigadora no les va bien, puesto que lo ven como algo muy vocacional.

Lo que comparten con el resto de jóvenes de otros países es la incertidumbre sobre su futuro. "La investigación desgraciadamente no está fácil y a los participantes les interesa informarse de las oportunidades que hay una vez que defiendan sus tesis", indica Naveiro.

En su caso, que estudió Física, investiga cómo evitar que los programas de inteligencia artificial se dejen engañar por la mente humana, un problema bastante común, con ejemplos tan cercanos como el fraude en las transacciones bancarias. "Como cada vez va a haber más algoritmos que sustituyan a las personas, también habrá más gente queriendo engañarlos", advierte.

Ni él ni sus compañeras descartan irse a la empresa privada si surge la oportunidad. Y aunque todos compartan esas dudas sobre qué hacer una vez que terminen la tesis, ven diferencias respecto a los doctorandos de otros lugares. "En algunos países de Centroeuropa sí se premia haber pasado por la empresa privada antes o después del doctorado", compara Capel.

Los jóvenes matemáticos entrevistados. Fundación BBVA

El apoyo familiar, clave

Compañías de Estados Unidos como Google, IBM, Intel o Microsoft están invirtiendo cantidades millonarias en desarrollar el santo grial de la computación: el ordenador cuántico. Tanto Capel como Contreras-Tejada investigan en información cuántica, un área donde las matemáticas juegan un papel fundamental.

Ambas también comparten su pasión por la música. Capel practicaba ballet clásico y ahora canta en un coro, al igual que su compañera, que habla orgullosa de The Barbees, el coro femenino de música de barbería de Madrid del que forma parte. También es miembro de un cuarteto. "Desde pequeña he estado muy metida en la música. La necesito como el comer", afirma Contreras-Tejada.

El apoyo de sus padres ha sido clave para embarcarse en la carrera matemática. En el caso de Capel, a los catorce años entró en el programa ESTALMAT (Estímulo del Talento Matemático) y las clases se impartían en la Universidad de Granada. Durante dos años, su madre la llevaba cada sábado a la universidad, conduciendo durante tres horas desde su lugar de residencia.

Por su parte, Naveiro empezó a estudiar Medicina pero no le gustó. Como ya no quedaban plazas en Matemáticas, se matriculó en el grado de Física. Sus padres, ambos médicos, apoyaron su decisión pero le avisaban de que era muy difícil y que a lo mejor no la sacaba. Y vaya si la sacó.

La difícil conciliación académica

Hoy el joven apuesta porque los científicos utilicen sus conocimientos para resolver los problemas de un mundo en el que cada vez está más presente la ciencia y la tecnología. "Los matemáticos y los científicos en general deben empoderarse. No son conscientes del poder que tienen y del peso que deberían tener en la sociedad", plantea.

También anima a que más mujeres se interesen por el doctorado y la investigación en matemáticas. Aunque en el grado la proporción es más o menos similar, la presencia femenina cae según avanza la carrera científica.

La incertidumbre asociada a la investigación implica tener una falta de estabilidad hasta una edad muy tardía y las mujeres tenemos un reloj biológico", alega Capel. Para que la conciliación sea posible tanto en hombres como en mujeres proponen cambiar la estructura de la carrera académica. Una solución de calado surgida de tres mentes prometedoras.

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