¿Quién no conoce aquello de "sarna con gusto no pica"? Hoy a muchos de quienes escuchan este refrán por primera vez habría que explicarles qué es la sarna. El desarrollo, la medicina y los hábitos de higiene han convertido en rarezas muchas pestes que antes eran comunes. Salvo por la lacra perenne de los piojos en los colegios, el ciudadano urbano de los países occidentales tal vez piense que los parásitos son cosa del pasado, y hoy sólo un problema del tercer mundo. Pero el reciente brote de sarna en un colegio de Toledo no es un caso raro, ni es éste el único parásito que puede atacarnos en los países desarrollados. Repasamos algunos de ellos.

Sarna

La sarna siempre pica, incluso en el muy improbable caso de que alguien llevara por gusto diminutas criaturas cavando túneles en su piel. El arador de la sarna (Sarcoptes scabiei) es un ácaro de menos de un milímetro que se contrae por contacto con la piel de una persona infectada, o con los materiales que ha tocado o vestido. Pueden propagarse alegremente por casi toda la superficie del cuerpo, excavando galerías y dejando huevos y excrementos enterrados bajo la piel.

A pesar de lo que a menudo se cree, esta enfermedad no es sólo algo de los tiempos de la postguerra: en España se han notificado varios brotes en los últimos años, sobre todo en hospitales, residencias geriátricas y cárceles. El hecho de que no sólo infecte a los humanos, sino también a otros mamíferos, facilita la aparición de brotes ocasionales, que se propagan fácilmente donde conviven muchas personas.

Por suerte, y más allá de los fuertes picores, la enfermedad suele ser benigna y el tratamiento es eficaz, aunque lo habitual es que deban seguirlo todas las personas que conviven juntas, dado que el parásito es muy contagioso.

Oxiuro

Puede que las lombrices intestinales también nos parezcan cosa de otros tiempos, pero no es así. Más de un padre y madre habrán descubierto con horror en las heces de sus hijos una especie de hilillos blancos de aproximadamente un centímetro que, lo peor de todo, se mueven. Es el oxiuro (Enterobius vermicularis), un gusano parásito más frecuente en los países desarrollados de lo que podría parecer. En EEUU se estima que afecta a algo más del 11% de los niños. En España, un estudio de 1997 en la población infantil del valle del Guadalquivir encontró una incidencia del 20%.

Al contrario de lo que podría creerse, los niños no lo contraen porque algún perro o gato infectado haya defecado en la arena del parque: el oxiuro es un parásito exclusivamente humano. Vive en el intestino grueso, de donde la hembra sale por las noches para depositar los huevos alrededor del ano. Los niños suelen rascarse, lo que transfiere los huevos a los dedos y uñas, facilitando su diseminación. Es frecuente que los afectados se reinfecten al chuparse los dedos o comerse las uñas, por lo que es importante el lavado de manos antes de comer. Por suerte, el oxiuro no suele provocar síntomas graves, más allá del picor. La infestación tiene un tratamiento eficaz.

Esquistosoma

La bilharzia o esquistosoma (Schistosoma) es un gusano que suele estar restringido a la franja tropical del planeta, donde produce la segunda enfermedad de mayor impacto después de la malaria. La esquistosomiasis es un souvenir indeseable que muchos turistas se llevan a casa después de un viaje al trópico, por la mala idea de bañarse en ese oasis tan apetecible; el gusano se incuba en caracoles de agua dulce, sale al exterior y se abre camino a través de la piel de los bañistas, para luego circular por la sangre hasta instalarse en los órganos. La enfermedad tiene una mortalidad baja, pero puede convertirse en crónica si no se trata.

Esporádicamente, el esquistosoma puede aparecer por nuestras latitudes. En 2014, un grupo de turistas alemanes contrajo la enfermedad en un río de la isla francesa de Córcega. En 2016 se informó de un nuevo caso, por lo que las autoridades advirtieron de que la presencia del parásito puede ser permanente en la isla. El caracol que actuó como hospedador intermedio en estos casos, Bulinus truncatus, también habita en España. Esto no significa que el parásito esté presente en nuestro país, pero el molusco podría extender la enfermedad si el gusano llegara a las aguas donde habita.

Gusano barrenador

En 2016, las autoridades del estado de Florida (EEUU) informaron de la detección de ciervos infectados por el gusano barrenador, una lacra que EEUU había erradicado de su territorio hace más de 30 años. El gusano es en realidad la larva de la mosca Cochliomyia hominivorax, que tiene la fea costumbre de depositar sus huevos en las heridas de animales vivos, incluido el ser humano. Las larvas se alimentan de la carne hincándose en ella como un sacacorchos, lo que da nombre al parásito.

La enfermedad es más común en países tropicales. A comienzos de los años 80, EEUU y México lograron erradicarlo de sus territorios gracias a una campaña de liberación de machos estériles, que se apareaban con las hembras salvajes sin producir descendencia.

La infestación no suele ser mortal en los humanos; pero además de la pesadilla de llevar larvas de mosca bajo la piel, comiéndose la carne, el proceso de curación es de lo más grotesco, ya que las larvas deben extraerse una a una con pinzas. En 2007, médicos estadounidenses utilizaron beicon para atraer a las larvas que habían colonizado el cuero cabelludo de una niña durante unas vacaciones en Colombia. En total extrajeron 142 larvas.

Angiostrongiliasis

Como en todo edén nunca falta una serpiente, las autoridades de Hawái están alarmadas por la reciente aparición de varios casos de una enfermedad parasitaria que parece estar aumentando su incidencia en el archipiélago estadounidense: la angiostrongiliasis. Bajo este trabalenguas se esconde un gusano parásito llamado Angiostrongylus, que puede invadir el cerebro causando una meningitis potencialmente mortal.

El Angiostrongylus no suele ser un parásito de los humanos, sino sobre todo de las ratas, que lo expulsan en las heces. Como en el caso del esquistosoma, algunos caracoles actúan como hospedadores intermedios, pero el gusano también puede encontrarse en cangrejos de agua dulce y ranas. El contagio accidental a los humanos se produce a través de estos animales, ya sea de forma directa o mediante alimentos contaminados.

En muchos casos la infección en humanos no provoca síntomas. Pero cuando lo hace, pueden ser terribles e incapacitantes. Una afectada en la isla de Maui describía el dolor como el de una aguja atravesando su cerebro hasta el ojo. Las autoridades de las islas sospechan que el vector de transmisión podría ser una babosa invasora cuya población infectada por el parásito se estima en un 80%.

La mala noticia es que no hay un tratamiento específico: según el Centro para el Control de Enfermedades de EEUU, no se ha demostrado la eficacia de antiparasitarios, y además las toxinas de los gusanos muertos podrían empeorar los síntomas neurológicos. La paciente de Maui está recibiendo únicamente analgésicos para el dolor y antibióticos para controlar las posibles infecciones bacterianas secundarias.

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