La borrasca Filomena será recordada durante mucho tiempo en Madrid debido al tremendo temporal de frío y nieve que el pasado fin de semana llevó a la capital al borde del colapso. Conductores atrapados en las carreteras, calles anegadas, coches destrozados por la caída de ramas de los árboles, y un sinfín de problemas que han hecho que las autoridades retrasen el inicio de las clases y que José Luis Martínez-Almeida, alcalde de la capital, plantee la posibilidad de declarar Madrid como zona catastrófica. Sin embargo, pese al desastre, hay personas que niegan que haya nevado. 

Desde el pasado fin de semana circulan por las redes distintos videos conspiranoicos en los que, a golpe de mechero, se trata de demostrar que la nieve no se derrite y que lo que ha caído del cielo durante todos estos días en realidad es "puro plástico". En uno de estos videos, que acumula 20.000 retuits desde el pasado sábado, se ve cómo una mujer hace una bola con la nieve que hay en su balcón, prende un encendedor, acerca la llama y la nieve se ennegrece.  "Por mucho que yo le ponga el fuego, se queda negro. El olor es a plástico quemado. [...] Debería caer agua y deshacerse. Es obvio que con el fuego se tiene que deshacer. [...] Esto es una mierda que nos mandan, es puro plástico", dice la señora indignada. 

No es ni mucho menos el único que ha circulado estos días por las redes sociales y por distintos canales conspiranoicos de Telegram. En todos ellos se intenta demostrar la disparatada teoría de la misma forma.

En realidad, no se trata de ningún fenómeno extraño ni de ninguna conspiración en la que participe Bill Gates para lanzar a la humanidad plástico desde el espacio exterior. ¿Qué es lo que ocurre entonces? "Al usar un mechero estamos quemando un combustible (butano o gasolina), que contiene una interesante cantidad de impurezas que, al quemarse forman hollín", explica en un hilo de Twitter el biólogo y divulgador Álvaro Bayón. Es decir, se trata de una reacción física absolutamente normal. Así, con el olor ocurre tanto o más de lo mismo. "El gas butano no huele, pero sí está mezclado con sustancias que sí huelen. El olor viene de esas impurezas", aclara el biólogo. 

De la misma forma, el hecho de que la bola de nieve no se derrita tras aplicarle el calor provocado por la llama del mechero tiene también una explicación de ciencia básica que todos aprendimos en el colegio. Al estar aplicando una fuente potente de calor directamente sobre el hielo, éste pasa directamente a estado gaseoso y no llega a derretirse. El proceso se llama sublimación.

"En el punto donde la llama impacta de forma más directa, el hielo, al pasar repentinamente de una temperatura muy baja a una muy alta, sufre un proceso bien conocido por cualquiera que haya estudiado física y química en la ESO, que es la sublimación", aclara Bayón, que también apunta al alto calor específico como otro de los motivos para que no se derrita. "La llama la estás aplicando sobre un punto localizado, y la mayor parte del calor que recibe va a disiparse por el resto de la masa de hielo, sin llegar a derretirse, a causa de ese calor específico", detalla. 

Este bulo, en realidad, lleva años circulando por las redes sociales y se repite cada vez que cae una gran nevada en sitios poco habituales. De hecho, no es la primera vez que la comunidad científica sale al paso de este tipo de teorías conspirativas. Ya lo hizo el astrónomo Phil Plait después de una tremenda nevada caída en Atlanta hace algunos años. 

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