S. Calleja

Un grupo de investigadores de Castilla y León ha demostrado que el uso de polímeros de unión al potasio permite mantener niveles normales de este ion en pacientes con función renal deteriorada que sufren de insuficiencia cardíaca o hipertensión refractaria, y necesitan ser tratados con varios fármacos que actúan sobre el sistema renina-angiotensina-aldosterona.



La insuficiencia cardíaca y la hipertensión refractaria -que afecta a hipertensos que no controlan la tensión arterial con el tratamiento convencional- requieren en muchos casos del bloqueo farmacológico a varios niveles del sistema renina-angiotensina-aldosterona. La desregulación de este sistema hormonal es una de las explicaciones de la hipertensión arterial, el mal control de la misma a pesar del tratamiento, y de la evolución de los enfermos hipertensos hacia la insuficiencia cardíaca, explica a Ical el nefrólogo de Sacyl en Zamora y profesor de la Universidad de Valladolid (UVa) y del Centro Hospitalario Universitario de Vaud, en Lausana, Francisco M. Herrera Gómez, que lidera la investigación junto al profesor de la UVa Javier Álvarez.



Conforme evoluciona la insuficiencia cardíaca y la hipertensión se hace refractaria, existe la necesidad de bloquear el sistema renina-angiotensina-aldosterona con espironolactona, un diurético ahorrador de potasio. El problema surge cuando estos enfermos presentan una función renal deteriorada. Casualmente, gran mayoría de estos pacientes son diabéticos. Los individuos con este perfil presentan un mayor riesgo de incremento de los niveles de potasio en sangre. Se trata de un ion que debe mantenerse en concentraciones determinadas -de 3,5 a 5 mEq/lt-. Por encima, puede producirse parálisis de los músculos, "y el riesgo es vital cuando los músculos involucrados son los encargados de la respiración o se produce la parálisis del músculo cardíaco".

“El potasio está en todos los alimentos. Los polímeros de unión al potasio son nanomoléculas que se unen a este ion en el intestino, formando sales que se eliminarán luego por la heces, impidiendo así su paso al torrente circulatorio, y por tanto el incremento de los niveles de potasio y los riesgos que este acarrea“, explica a Ical Francisco Herrera.



“Con todos los inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona existe riesgo de incremento de los niveles de potasio en sangre, aunque el riesgo se incrementa con los diuréticos ahorradores de potasio que hacen que el riñón retenga potasio, y es máximo con la combinación de espironolactona y otros inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona”, precisa.



El artículo recoge un análisis matemático del uso de fármacos y permite desvelar los beneficios del tratamiento combinando varias moléculas en una población susceptible, los enfermos renales, indican los dos investigadores en Farmacometría Anatómica, una aplicación del Big Data en Medicina.



Beneficios

En este trabajo se mide el beneficio de tratar con polímeros de unión al potasio a los pacientes con insuficiencia cardíaca o hipertensión refractaria que necesitan espironolactona. Cuando estos individuos reciben patiromer, un nuevo polímero de unión al potasio, es posible un tratamiento con espironolactona a dosis óptimas (más de 50 mg diarios) sin riesgo de aumento de los niveles de potasio, y por tanto sin riesgo de paro cardíaco o respiratorio. Esto es también aplicable al empleo de ciclocilicato de zirconio, que puede usarse como alternativa al patiromer en caso de no disponer de este último.



“La espironolactona y otros muchos inhibidores del sistema renina-angiotensina-aldosterona son fármacos que a dosis óptimas mejoran la función de un corazón enfermo. Esto lo hacen relajando eficientemente el árbol arterial, lo que aligera la carga de un músculo cardíaco fatigado por la edad y diversas enfermedades como la diabetes (que se asocia a infartos silentes), la degeneración de las válvulas, etc.”.

“Con el envejecimiento de la población en los países desarrollados, el perfil de enfermos que vemos los médicos en nuestra práctica diaria ha cambiado. Enfermedades como la diabetes, hipertensión, insuficiencia cardíaca, insuficiencia renal y el empleo de fármacos para controlarlos, puede suponer una fuente de innumerables efectos adversos, y esto plantea serias dificultades para el adecuado manejo de estos enfermos”, concluye Herrera.



Junto a Herrera y Álvarez, el trabajo lo firman los investigadores Frank Lizaraso Soto, profesor de la Universidad de San Martín de Porres, en Lima, Perú ; Eduardo Gutiérrez Abejón, profesor de la Uva: Juan Bustamante Munguira, Jefe del Servicio de Cirugía Cardíaca del Hospital Clínico Universitario de Valladolid; Débora Martín García, nefróloga de este centro; Montserrat Chimeno, internista del Virgen de la Concha, en Zamora, hospital al que pertenecen los nefrólogos Álvaro Nava Rebollo y Jesús Grande Villoria. La lista la completan Álvaro Maurtua-Briseño-Meiggs, médico de familia en Woodland Medical Practice-NHS, Lincolnshire, en Reino Unido; Darío Fernández Zoppino, profesor de la Universidad de Burgos e investigador del Conicet, en Argentina; Elena Bustamante Munguira, jefa de la UCI del Clínico de Valladolid; Félix Jesús de Paz, profesor de la Uva; Carlos Ochoa, de la Oficina Soporte Epidemiológico-Clínico de Sacyl, y Manuel Pascual, profesor de CHUV-UNIL, de Lausana, en Suiza.