Observación de aves a orillas del río Duero

Observación de aves a orillas del río Duero Ayuntamiento de Zamora

Zamora

Zamora, un paraíso urbano para amantes de la naturaleza con 6 kilómetros de río Duero donde viven ejemplares únicos

Las aves en sus históricas iglesias, sus parques a orillas de las aguas y su famoso Bosque de Valorio forman un mosaico perfecto para viajar despacio, prismáticos al cuello y cámara lista.​

Más información: La herencia del Duero: un viaje por la Zamora industrial para descubrir la ciudad como nunca imaginaste

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La ciudad de Zamora se abre al río Duero como un mirador tranquilo y pausado hacia la vida salvaje, con una oferta de turismo de naturaleza que sorprende por su extensa variedad a pocos kilómetros del casco urbano.

Las aves, los bosques de ribera, los cañones fluviales y las llanuras cerealistas forman un mosaico perfecto para viajar despacio, prismáticos al cuello y cámara lista.​

Zamora capital se asienta sobre suaves colinas al borde del Duero, rodeada de cultivos y flanqueada por el río y el Bosque de Valorio, lo que permite entrar en plena naturaleza nada más dejar atrás los edificios.

Ánade azulón

Ánade azulón Ayuntamiento de Zamora

Parques como La Marina, León Felipe, el Castillo o el Sillón de la Reina se combinan con las orillas del Duero y permiten practicar un "pajareo urbano" enriquecedor y cómodo todo el año.​

Y se puede comenzar con el propio casco histórico de la Bien Cercada, donde se concentra una colonia importante de cigüeñas blancas que crían en sus históricas iglesias y edificios monumentales, visible prácticamente en cualquier estación.

Además, sobre la ciudad patrullan milanos negros y águilas calzadas provenientes de las riberas, mientras colirrojos, jilgueros o verdecillos llenan de movimiento jardines y plazas.​

El Duero urbano: corredores de ribera

El Duero atraviesa Zamora en un tramo de unos seis kilómetros con islas arboladas, tarayales, álamos y sauces que forman un corredor verde continuo junto a parques y paseos de la ciudad.

La combinación de bosque de ribera, vegetación palustre y caminos accesibles crea un escenario ideal para caminatas tranquilas o rutas ciclistas junto al agua.​

Entre el Puente de Piedra, Puente de Hierro y el Puente de los Poetas se suceden colonias de garza real, dormideros de cormorán grande y concentraciones de garcilla bueyera, con martines pescadores, avetorillos y martinetes ocultos entre las orillas.

Además, el circuito peatonal y ciclista permite recorrer el río desde las aceñas de Gijón hasta la desembocadura del Valderaduey, enlazando con el barrio de Olivares y con el acceso a Valorio.​

Valorio, el pulmón verde de Zamora

El Bosque de Valorio es la joya verde de Zamora. Unas 70 hectáreas pegadas al casco urbano, que mezcla un pinar maduro de pino piñonero con un cuidado bosque de ribera en torno al arroyo, donde prosperan álamos, chopos y un sotobosque espeso.

Senderos y un carril bici recorren el valle, invitando a paseos cortos y muy productivos para observar aves forestales y la transición hacia los campos abiertos del pulmón verde de la ciudad.

Bosque de Valorio

Bosque de Valorio Ayuntamiento de Zamora

En las copas y claros se alternan autillos, mochuelos, cárabos y búhos chicos, acompañados por picos picapinos y pico menor, torcecuellos, escribanos soteños y currucas mediterráneas.

En los alrededores inmediatos, ya hacia la N‑122, cobran protagonismo cogujadas, bisbitas y aguiluchos cenizos, mientras el vuelo del milano real recuerda el carácter aún rural del término municipal.​

Carrascal: barrio rural mirando al río

A solo seis kilómetros del centro, el barrio de Carrascal mantiene aún un perfil marcadamente rural, rodeado por una campiña que alterna cereal, pastizales, encinares, setos, humedales y cortados del Duero.

Este mosaico para los amantes de lo auténtico crea uno de los escenarios más completos para combinar aves de agrosistema, rapaces rupícolas y fauna ligada al río.​

Las rutas de Las Pajarrancas y La Ribera conducen a cortados rocosos y alamedas densas donde es posible ver búho real, alimoche, águila real, halcón peregrino o roquero solitario, junto a cigüeñas, garzas y limícolas.

El cercano Centro de Tratamiento de Residuos concentra centenares de cigüeñas, garcillas bueyeras, milanos y gaviotas, creando un punto de observación peculiar sobre la adaptación de la fauna al paisaje humanizado.​

Monte Concejo y dehesas: territorio de rapaces

Al oeste de Zamora se despliega un paisaje de dehesas de encina y quejigo, jarales, brezos y repoblaciones de pino, salpicado de charcas que sostienen una rica comunidad de anfibios y grandes mamíferos.

Rutas como Monte Concejo, Dehesa de Palomares o Valdelaloba se internan por este mosaico, accesible en coche, bicicleta o a pie.​

Es un escenario privilegiado para el elanio común, el milano real, las águilas real y calzada, el alimoche o la culebrera, con presencia de lobo, corzo, ciervo y jabalí en las zonas más tranquilas.

Somormujo lavanco

Somormujo lavanco Ayuntamiento de Zamora

Los cordeles y pistas llevan a miradores naturales como Tres Rayas, desde donde el Duero discurre entre dehesas casi intactas, y enlazan con los cañones del Esla y del propio Duero aguas abajo.​

La frontera vertical

Pero la majestuosidad y riqueza de turismo de naturaleza del Duero no acaba en la capital. Apenas unos kilómetros fuera de la ciudad se ubica la Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA) y Lugar de Interés Comunitario (LIC) Cañones del Duero, que prolonga hacia el este la esencia de los Arribes del Duero, con profundos valles, encinares, matorrales mediterráneos, cultivos de secano y paredes rocosas que dominan el paisaje.

Así, la carretera de Zamora a la vecina Villaseco del Pan se convierte en un balcón continuo, con apartaderos que invitan a detener el vehículo y escudriñar las laderas.​

En primavera y verano los cortados albergan cigüeña negra, búho real, buitre leonado, águila real y la codiciada águila perdicera, mientras collalbas, calandrias, terreras y alondras ricotas ocupan las lomas cerealistas.

El camino de Villaseco a Pealcarro culmina en la confluencia del Duero y el Esla, un enclave donde los "arribanzos" concentran rapaces, chovas y una notable comunidad de reptiles y murciélagos.​

Y en forma de frontera natural se encuentran las presas de Ricobayo y Villalcampo, las cuales han creado un paisaje abrupto de cañones, puentes elevados y embalses que, lejos de ahuyentar a la fauna, se han convertido en refugio para numerosas especies de gran interés ambiental.

En ellos se puede observar la presencia de grandes cortados graníticos, matorral abierto y choperas dispersas combina el sabor de los Arribes con la escala de la obra hidráulica.​

En Ricobayo, el Mirador del Puente ofrece vistas sobre la mayor colonia provincial de vencejo real en la estructura del puente, acompañada por hirundínidos, rapaces y concentraciones de cormoranes y gaviotas en época fría.

Además, el embalse funciona como un gran humedal artificial con notables oscilaciones de nivel, orillas rocosas y amplias bahías en las antiguas vegas. La ausencia de vegetación palustre se compensa con playas temporales y recodos donde se concentran miles de aves acuáticas en migración e invierno.​

Mientras que Villalcampo añade dormideros invernales de cormorán grande y una sucesión de paredes donde no es raro encontrar águila perdicera, búho real o chova piquirroja.​ Todo un lujo para los amantes de la ornitología, que quieran disfrutar de una visita a Zamora.

Tampoco podrán perderse los somormujos lavancos, esporádicas espátulas, cigüeñas negras, ánades buceadores, limícolas y grandes bandos de gaviotas y garzas, que se observan desde Montamarta y San Cebrián de Castro, accesibles desde la N‑630.

Además, sus dehesas circundantes añaden elanios, aguiluchos, buitres y ciervos visibles al atardecer, mientras las ruinas de Castrotorafe suman el atractivo de un poblado fortificado medieval sobre el valle del Esla, con gran riqueza patrimonial.​

Lagunas de Coreses: graveras convertidas en oasis

A apenas diez kilómetros de Zamora, las antiguas graveras de Coreses forman un rosario de más de cincuenta lagunas rodeadas por pinares, choperas, juncales y cultivos de regadío.

Pese al entorno industrial, este complejo se ha consolidado como uno de los mejores puntos para observar aves acuáticas, limícolas y odonatos en cualquier época del año.​

Aquí crían somormujo lavanco, zampullín común, avetorillo, garza imperial, aguilucho lagunero, ánades friso y colorado, martín pescador y avión zapador, entre otros.

En paso destacan espátulas, cercetas carretonas, pechiazules, buscarla pintoja y un amplio catálogo de limícolas, mientras en invierno cuchara común, porrón moñudo y garceta grande ocupan las aguas frías.​

Villafáfila, el paraíso de las aves

A unos cincuenta kilómetros al norte, la reserva natural Lagunas de Villafáfila se extiende sobre más de 300 km² de llanuras cerealistas salpicadas por lagunas salinas someras y estacionales.

En invierno, primavera y migraciones el horizonte se llena de bandos de ánsares comunes, grullas, limícolas y anátidas sobre charcas que pueden llegar a sumar unas 500 hectáreas inundadas.​

La zona es conocida en toda España por albergar la mayor densidad mundial de avutarda común, acompañada por sisones, ortegas, cernícalos primilla, aguiluchos cenizos y búhos campestres.

La ruta alrededor de la Laguna Grande entre Otero de Sariegos y Villafáfila y los observatorios de Revellinos permiten disfrutar de este espectáculo, con apoyo del centro de interpretación y el inconfundible paisaje de palomares tradicionales de Tierra de Campos.​

Arribes del Duero: el gran escenario final

Y llegamos al sobrecogedor parque natural de Arribes del Duero, que reúne más de mil kilómetros cuadrados de cañones fluviales, encinares, robledales, enebrales y cultivos mediterráneos de vid, olivo y almendro.

El río Duero marca la frontera con Portugal y encaja su curso entre paredes silíceas que caen casi en vertical, creando un paisaje de fuerte carácter que atrae cada vez más a quienes buscan "un río profundo y abrupto".​

Es uno de los mejores lugares de la península ibérica para observar cigüeña negra, alimoche, buitre leonado, águila real y, muy especialmente, la escasa águila perdicera, junto a una variada comunidad de aves mediterráneas.

Puntos como la ermita de Nuestra Señora del Castillo en Fariza, la presa de Almendra o el puente de San Lorenzo ofrecen accesos sencillos a panorámicas espectaculares, enlazando fácilmente con Zamora por la CL‑527.​

Para más información se pueden consultar las webs:

https://www.visitacastillayleon.es/zamora-es-naturaleza

https://zamorabiodiversa.wordpress.com/

https://zamoraesnaturaleza.es/