9.00 de la mañana en Valladolid. Barrio de La Rondilla de la ciudad del Pisuerga. Calle Portillo del Prado, 7. Allí se ubica el Bar Leandro, un conocido establecimiento hostelero en el que se deja ver, desde hace más de un mes, el temido cartel que muchos profesionales del mundo hostelero temen colgar algún día: el de “Se traspasa”.

Allí está, como cada mañana, trabajando el dueño del negocio: Leandro Piñán Díaz, vallisoletano de 49 años que lleva 31 en el mundo de la hostelería, desde los 18, ni más ni menos, y 12 en este local del conocido barrio pucelano.

Intento traspasar el negocio. Coloqué el cartel hace un mes. Si no lo consigo lo dejaré en breve porque no puedo aguantar más la crisis. No puedo pagar un local pequeño de 600 euros, luz, renta, cuota de autónomos… es imposible”, indica Leandro en declaraciones a EL ESPAÑOL de Castilla y León.

Inicios y crisis

“Los primeros años trabajé muy bien, pero vino la crisis. Este es un barrio, fundamentalmente, en el que vive gente mayor y con el paso de los años ha cambiado todo. La gente sale menos y eso se nota. El coronavirus lo remató todo”, cuenta el propietario del bar haciendo balance de sus doce años al frente del negocio.

Con el COVID-19 tuvo pérdidas, mientras la renta del local tenía que seguir pagándola con puntualidad británica. “He afrontado la crisis sin ayudas, solo con los 2.000 euros que nos dio el Ayuntamiento tras meses cerrados por la pandemia”, explica.

Los clientes le piden que “aguante” pero es “una situación insostenible” y afirma que “esto no es vida”. “No tengo ninguna deuda, pero no se puede trabajar durante 16 horas por lo comido por lo servido. Sin ganancias y destrozándote la vida”, afirma emocionado.

Bar Leandro, en La Rondilla, en Valladolid

La puntilla

“La subida de precios derivada de la guerra de Ucrania me ha matado. Ha sido el punto final. No se puede pagar todos los meses y esto va para largo. Es imposible de aguantar”, señala un hombre que trabaja solo, sin más empleados.

Este es uno de los problemas que están teniendo que afrontar muchos bares de Valladolid. Subida del precio del producto, también de la factura de la luz y gastos varios para un sector que venía ya tocado tras los dos años de pandemia.

Es muy difícil que alguien coja este negocio. Tengo el cartel ahí, me ha preguntado gente de fuera, pero nada, de momento seguimos igual”, asegura nuestro entrevistado.

“Este Gobierno nos va a hundir”

Leandro, mirando al futuro y ante un posible traspaso afirma que en el futuro “se pondría a trabajar para otra persona” ya que “ser autónomo es la perdición”. Añade que “o tienes un negocio bien situado y que resulte rentable o es mejor trabajar como asalariado”.

“Buscaría un trabajo dentro de la hostelería o si tengo que cambiar, lo haré porque hay que adaptarse”, afirma a sus 49 años y añade que “los bares pequeños y de barrio están condenados a desaparecer”.

Este Gobierno nos va a hundir. La crisis social es muy grande y no hemos empezado todavía”, finaliza.

Un hostelero con la soga al cuello que busca traspasar un negocio conocido en la ciudad de Valladolid.

 

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