La plaza Mayor de Guijuelo ha acogido la segunda Fiesta del Mondongo y la clausura de la VII Feria Gastronómica con la participación del alcalde, Roberto Martín, la concejala de Turismo, Sandra Méndez, así como las águedas de la localidad, los matarifes y un buen número de guijuelenses y visitantes que se han acercado para presenciar la elaboración de chorizos y culares, cerca de sesenta de estos últimos.
En las degustaciones solidarias, a favor de la asociación española de Oncología, se han ofrecido alubias con costeletas, con un destacada colaboración de todos los presentes, que en la mañana soleada degustaban este tradicional plato matancero.
En esta primaveral jornada, con la plaza Mayor llena de público y los niños de protagonistas con los juegos tradicionales, al son de la gaita y el tamboril de Carlos Rufino, el alcalde, Roberto Martín, hace balance a EL ESPAÑOL de Castilla y León, del transcurrir de este evento tradicional y gastronómico con repercusión nacional y también, mucha, en Portugal.
En este apartado, el alcalde, acompañado de la concejal de Turismo, mostró su "algo grado de satisfacción por el desarrollo de esta edición de la Matanza Tradicional". Así, enumeró como elementos destacados, "la concurrencia de público, posiblemente la mejor de la última década. Con gente llegada más allá de nuestras fronteras".
Otro elemento que destacó Roberto Martín es "la gran participación de los vecinos, que ha estado muy involucrados durante todas las jornadas". Además, el alcalde también se refirió a la "cada día mejor oferta gastronómica de Guijuelo, lo que hace que la visita a la villa sea aún más satisfactoria, con los restaurantes llenos".
Viaje de tradición y amistad
Fiesta del Mondongo
La matanza tradicional es una de las costumbres sociales y culinarias más arraigadas en la cultura gastronómica de Guijuelo -como en el resto del mundo rural salmantino-, un pueblo famoso por la calidad de sus jamones y embutidos ibéricos, por eso se le conoce como 'pueblo del ibérico'. Más allá de la elaboración de estos manjares, la matanza es también una celebración de la amistad, el trabajo en equipo y la transmisión de conocimientos ancestrales.
Desde media mañana, de una jornada matancera cualquiera, el grupo de amigos -los de siempre como el RR.PP. guijuelense, aunque pucherero, Juanpe Martín, aunque también Josete, se reúnen junto a los que vienen a vivir, conocer y disfrutar de Guijuelo, como los madrileños Jony -el fotógrafo del buen ojo- y Javi -el ingeniero de la eterna sonrisa- quienes marchan a la capital del reino conociendo la verdad de la amabilidad y la calidad del mundo rural.
Pero también los ya amigos de Asturias, de Oviedo, Colindres y de la Cofradía Gastronómica del Desarme, que se fundó en el año 2012, con el auténtico astur Miguel Ángel de Dios de Cofrade Mayor, y que tiene al Ayuntamiento de Guijuelo como 'Embajador de Honor del Desarme', y nos hacemos eco de su invitación para visitar Oviedo allá por noviembre a su Capítulo. Y también reconocer la presencia de la Cofradía del Bonito del Norte del bonito pueblo, valga la redundancia, de Colindres (Cantabria).
La reunión es en torno al cochino que se deshace, es decir, separar las chichas. Entre risas y anécdotas, se explican a los más jóvenes y a los que vienen de fuera esos que se llaman urbanícolas, cada paso del proceso, desde el sacrificio del cerdo hasta el despiece y la preparación de los distintos productos. Es saber, como bien dijo Joaquín Prats, "de dónde venimos, porque de lo contrario no sabemos dónde vamos en esta gran España".
La jornada es intensa, pero el ambiente es festivo. Se mezclan los aromas de especias, ajos y pimentón con el inconfundible olor de la carne que será transformada en embutidos como chorizos y culares. La música, como 'La Campanera' y la eterna jota, en los Salones del Pernil de don José A. Ramos, las bromas y las copas de vino ayudan a amenizar la jornada, reforzando el espíritu de camaradería que caracteriza este evento.
Tras la faena, llega el momento más esperado: la comida. Una gran fiesta con productos del cerdo, jamón, lomo, longaniza blanca, lengua, arroz matancero, empanadas, croquetas... y los frescos postres. El sonido de las copas chocando en brindis por la amistad y la tradición se mezcla con eco de la música.
Bien en el Pernil, el Virò, Majuma o las copas del Chivis o London, Guijuelo es un canto a la gastronomía, a la hostelería -como Torres o el EntreDos del amigo Juan Luis-, y al ocio que hace de esta villa un lugar tan atractivo para visitar y disfrutar.
A medida que pasan las jornadas y cae la tarde de este último domingo de febrero, el cansancio comienza a notarse, pero también la satisfacción de haber participado en una experiencia única. Con los últimos tragos de vino y los abrazos de despedida, cada amigo se lleva consigo el recuerdo imborrable de un evento especial.
El regreso a casa deja una sensación agridulce: la alegría por los momentos compartidos y la nostalgia por el fin de una tradición tan significativa. Pero la promesa de volver a reunirse en las fiestas agosto y en la próxima matanza queda en el aire, como un pacto implícito entre quienes valoran la tradición y la amistad por encima de todo Y, ¡quién sabe, Víctor y Dj Chini en su cabina 3.33, y quizás para entonces ya se haya encontrado el ‘69 punto G’, ¡ay!