Foto de familia del PP en el encuentro de Murcia. Ical
La Declaración preventiva de Murcia
"En esta bipolaridad política, nerviosa y de mal asiento, Alberto Núñez Feijóo necesita, sin embargo, acotar el campo. Tener un VAR en Génova para que esta vez los barones no le pillen en fuera de juego".
Anda el PP en un dilema clásico: el del perro del hortelano y el de la gata Flora. El de la cal y la arena, sin saber, como la mayoría, cuál es la palada buena. Los populares parecen perdidos en la búsqueda de la inhóspita y fría moderación en la era de los extremos, mientras lanzan algún puñetazo al aire denso y cargado de Vox.
En esta bipolaridad política, nerviosa y de mal asiento, Alberto Núñez Feijóo necesita, sin embargo, acotar el campo. Pintar de blanco las líneas de fondo y de banda para poder pitar si el balón se sale. Tener un VAR en Génova ahora que se avecina un nuevo ciclo electoral, para que esta vez los barones no le pillen en fuera de juego.
Solo así se entiende mejor la Declaración de Murcia firmada por todos los presidentes autonómicos populares este fin de semana. Fueron pasando uno a uno, con puesta en escena de capitulaciones de la Corona de Castilla, bajo la mirada de Feijóo en el cogote para que ninguno escurriese el bulto en el último momento.
El documento de Murcia es un pentagrama que marca la melodía para que el PP de los próximos años suene afinado. Es, incluso, un puñetazo elegante en la mesa de la dirección nacional para que nadie se desmadre y no aparezcan una mañana titulares con vicepresidentes ajenos o inasumibles acuerdos de gobierno.
La Declaración ata a Juanma Moreno Bonilla y a Alfonso Fernández Mañueco, que, salvo sorpresa, serán los primeros en pasar por las urnas en 2026. Si en Andalucía o en Castilla y León hubiera que volver a pactar con Vox, esta vez las líneas rojas estarían negro sobre blanco. Si ambos respetan lo firmado, el margen de maniobra para acuerdos de legislatura con los de Santiago Abascal sería escaso, por no decir inexistente.
Este compromiso, previo a los programas electorales que ya están a punto de elaborarse, fija límites en igualdad e inmigración donde Vox no podría entrar. Recupera incluso medidas propuestas en la era Rajoy, como el visado por puntos para inmigrantes, rechazando categóricamente el “todos fuera por delincuentes” que exige Abascal y que provocó la ruptura de gobiernos autonómicos hace dos años.
Quiere Núñez Feijóo un ojo de halcón para evitar nuevos dobles botes que le compliquen su hipotético desembarco en La Moncloa. Hoy parece que desea ganar desde la moderación, incluso cuando lo moderado ya no es suficiente en España. Quién sabe mañana.
Esta preventiva Declaración de Murcia es un plan de Feijóo que, sin embargo, hace aguas. No hay papel más mojado que un compromiso electoral en manos de un político que toca con los dedos un gobierno. Lo que dice el candidato jamás lo escucha el presidente.