Jesús Vázquez siempre me ha parecido un gran tipo. No sólo en lo profesional sino también en lo personal. Un pensamiento que ha quedado corroborado esta semana primero haciéndose cargo de Mujeres y hombres y viceversa, y después por su actitud en Todo es mentira este martes.

El programa presentado por Risto Mejide decidía hablar sobre el perdón público de la periodista Mariola Cubells al presentador gallego por haber dado voz en el pasado a dos muchachos que le denunciaron falsamente en el caso Arny.

No vamos a convertir en el chivo expiatorio a la única que pide perdón

Y a pesar de que Vázquez ha decidido perdonar a la crítica televisiva porque el hecho de no guardar rencor en su corazón es lo que le ha permitido seguir viviendo en paz, Mejide insistió en llevar a cabo un auténtico aquelarre con ella. 

No daba crédito a lo que estaba sucediendo. No entendía nada. ¿Por qué esa inquina ante alguien que está siendo honesto contando un oscuro episodio de su pasado y se está exponiendo de esta manera ante la opinión pública arriesgando su propia carrera?

¿No deberíamos si no animar a aquellas personas que deciden pedir perdón de forma pública teniendo en cuenta que en la televisión se han fabricado grandes mentiras y nadie ha pedido disculpas por ello? ¿No es mejor eso que aquellos que se niegan a bajarse de sus púlpitos?

“No vamos a convertir en el chivo expiatorio a la única que pide perdón”, decía Vázquez recordando que hubo grandes periodistas que escribieron auténticas barbaridades sobre él en el pasado. 

El caso Carlota

Mientras, Risto decía que si un profesional se ve en esa tesitura de poner a alguien delante del espectador a alguien que va a mentir, “ahí hablamos de tu deontología como profesional para negarte, tengas la cualificación que tengas: seas redactor, director o el que pasa por ahí”. 

Y no, Risto, no es así. Ni mucho menos. ¿Cuántos jóvenes redactores habrá en programas de Mediaset España, Atresmedia o RTVE que no comulguen con lo que les piden sus jefes pero que pasan por el aro para no perder su empleo en estos tiempos tan convulsos?

¿Estamos seguros de que todos aquellos que trabajaban en La Noria estaban de acuerdo con pagar a la madre de El Cuco? ¿Cuántos profesionales de TVE han tenido que tragarse las manipulaciones de sus jefes? ¿Dónde están aquellos que sabían que Belén Esteban se ponía malita detrás de las cámaras y no lo frenaron? ¿Han pedido perdón públicamente para que la redención sirva de ejemplo? 

¿Por qué sólo tú, Risto, mostraste tu disconformidad en el caso Carlota cuando había más voces discordantes en Mediaset? ¿A qué vino la discusión entre Gema López y Carlota Corredera sobre las formas que se tienen de trabajar en Sálvame? ¿Hasta qué punto se planteó prescindir en su día de Lydia Lozano y Terelu Campos? ¿Se midió el daño que se les podía provocar?

Si vamos a tirar de la manta, tiremos. Pero seamos todos honestos. Todos. De abajo a arriba. De arriba a abajo. También Marta Flich, a quien ayer le tocó desgranar la noticia sobre su compañera en El Huffington Post. ¿Estaba de acuerdo con el enfoque? ¿Y con el de aquella pieza sobre Atresmedia por la que después tuvo que retractarse?

Un premio Iris

Está claro que cada crítico o analista de televisión es un mundo y es fácil provocar ciertas antipatías en función del tono que se emplea. En mi caso, la palabra crítico me provoca sarpullidos e intento alejarme lo máximo posible del estupendismo y de los púlpitos. De hecho, el tema que tengo fijado en mi perfil de Twitter se titula ‘Yo veo Salvados y también Sálvame. ¿Y qué?’ 

Pero este es un pensamiento al que he conseguido llegar tras años en la profesión, e incluso haber pasado brevemente por un programa llamado Cazamariposas. Si miro la vista atrás, borraría muchos de los artículos que en plena juventud escribí en un incipiente medio que buscaba diferenciarse de sus rivales. ¿Cómo olvidar aquel '¿Por qué Antena 3 no ‘corta la cabeza’ a Cristina Lasvignes?'' que años después me perseguiría?

Pero, al igual que Vázquez, también creo en el perdón -el mismo que ambos se profesaron hace años tras su sonada bronca-. Y más cuando detrás de él hay verdad. Los que en su día leímos los primeros libros de Cubells, en los que ya reveló algún que otro episodio sonrojante, lo sabemos. 

Y sobre todo creo que la crítica televisiva, con sus aciertos y sus fallos, forma parte importante del engranaje de la televisión. Sólo un último dato: el jurado del Premio Iris de la Crítica 2019 premió ex aequo a Cuéntame y Sálvame, porque “ante el auge de  nuevas fórmulas de televisión han sido formatos innovadores en ficción y entretenimiento de la televisión en abierto que han cambiado el lenguaje televisivo en nuestro país y han sabido acompañar a los espectadores como parte de su familia retratando sin prejuicios a la sociedad española durante más de una década”.