Opinión

Mensajeros perdidos

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Lo que más daño puede hacer a cualquier creyente es observar cómo los “pastores” de la fe nadan entre dos aguas al tiempo que guardan cuidadosamente la ropa.

Cuando se juega con lo más sagrado que puede tener un ser humano, la vida, no se puede dudar ni tartamudear ni cerrar los ojos a realidades terroríficas.

El balbuceo inseguro del abanderado no genera entusiasmo sino duda y cierta prudencia miedosa en la tropa.

Hoy toca a Ucrania, centro actual de la barbarie; no puede entenderse el silencio de los “pastores”, que dicen representar el espíritu de aquel JESÚS valiente, que no dudo en enfrentarse a los “sagrados” jerarcas judíos.

Ellos, callan miedosos o precavidos, temen ser señalados.

Su Dios sabrá señalarles en juicio justo universal. Recibieron el “Espíritu”, pero algunos perdieron su señal.

Siempre la Iglesia Ortodoxa me atrajo por su majestuosa espiritualidad; algo, que no sabría describir, envolvía mi interior y centraba mi mente en el Espíritu y, en silencio, le escuchaba y le hablaba.

Ahora, siento el dolor de la herida abierta; Oigo el silencio de la jerarquía; oigo las voces de los fieles; oigo las redes sociales…, pero… los que se proclaman representantes de cristo en la tierra callan y, a veces, hasta lo justifican.

Las voces de todos los creyentes rodean la creación, pero, por desgracia o por intereses de algunos “pastores”, el eco de sus voces no llega donde deberían ser oídas, interpretadas y compartidas.

La humanidad “humana” y “creyente” cuida y ora.

Su Dios escucha…

Esperemos que sus mensajeros no se pierdan.