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La diversidad como arma contra el odio y la LGTBIfobia

Albert Rivera.

Albert Rivera. Efe

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Rabia, dolor y frustración. Sentimientos que nos invaden a quienes asistimos con perplejidad y estupefacción, al último episodio de ensañamiento homófobo, en forma de brutal paliza a un joven de apenas 23 años en León. Golpes, patadas y puñaladas, acompañados de una abominable instigación al odio, con lamentables expresiones como ‘maricón de mierda’ o ‘hasta que se quede muerto’ hacia un joven indefenso, tendido en el suelo y con la cara ensangrentada.

No obstante, tras la vileza y dureza de unas imágenes y una escena tan desgarradoramente hiriente como vergonzante para la sociedad en su conjunto, subyace otra lacra por abatir, la del silencio frente al odio, la discriminación y rechazo que todavía sufrimos las personas LGTBI. Un impostado silencio, alimentado por quienes se empeñan en seguir negando el odio, la homofobia, dignidad e igualdad de todas las personas.

Lo hemos visto, con quienes han distinguido siempre entre ‘peras y manzanas’ como la Exalcaldesa Ana Botella, o quienes interpusieron y se regocijaron en el fallido recurso de inconstitucionalidad contra la ley de matrimonio homosexual. No obstante, lo seguimos viendo en esa ansiada refundación del Partido Popular, en forma de trasnochado gironazo hacia sus postulados originales, retrógrados, intolerantes, que niegan la lacra de la homofobia en nuestro país.

Naftalina ideológica, plagada de un revisionismo conservador, rancio y caduco ya superado, es cuanto destila el Partido Popular del señor Casado, tratando de saciar y seducir a la ‘Vieja Guardia’ de nostálgicos y recalcitrantes conservadores, descontentos y prendados de un discurso abiertamente intolerante y populista, a quienes tratan de rescatar con permanentes guiños y cantos de sirena en forma de recrudecidos postulados como es la vuelta una arcaica ley del aborto con más de tres décadas de antigüedad.

No obstante, demasiadas son, las ocasiones en que este columnista ha denunciado la nauseabunda connivencia del Partido Popular ante repugnantes declaraciones ofensivas, como las vertidas por la todavía Concejal del PP en l’Olleria, Gema Borrás en 2016, quien tras denigrarnos gravemente a las personas homosexuales con total impunidad, tachándonos de tener ‘trastocadas las hormonas’, todavía esperamos que el Partido Popular la expulse de sus filas.

Por no mencionar el vergonzoso voto en contra de la Ley Trans, o si lo prefieren,  la escalada de intolerancia y escarnio hacia las personas LGTBI que presenciamos durante la aprobación de la Ley de Igualdad de las personas LGTBI, con la única abstención del Partido Popular.

No obstante, parece que el oprobio hacia la libertad sexual y orientación de género, también se han instalado entre su organización, en forma de veto hacia cualquier candidato por razón de su mera orientación homosexual, tal como ha denunciado el ex candidato Ernesto Folgueira, porque al parecer, no obedece a los cánones y dictados de la línea dura del recalcitrante Casado.

Si algo queda claro con todo ello, es que han emprendido una carrera en la que están dispuestos a no solo ser, sino parecer incluso más sectarios, intolerantes y homófobos que sus más acérrimos competidores. Pese a ello, lo cierto es que el Partido Popular ya no está solo. Ha perdido el monopolio del negacionismo a la igualdad y dignidad de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales, trivializando y dando la espalda al drama del odio, miedo y frustración que nos corroe, tan solo al pensar que en pleno Siglo XXI una persona pueda ser insultada y brutalmente agredida por su orientación sexual o identidad de género. Puesto que, para quienes pretenden arrasar con los avances logrados hasta el momento y derogar las leyes de igualdad LGTBI, tras la cruenta agresión homófoba que nos ha conmocionado, España sigue sin ser un país homófobo.

A la extrema gravedad de las heridas consecuencia del último ataque homófobo sucedido en León, hay que añadir las de la indiferencia lacerante, hacia la dignidad, derechos e igualdad de las personas LGTBI. Por ello mismo, frente a quienes dan la espalda al odio y discriminación todavía latente, exhibiendo el mutismo por bandera, desde Ciudadanos seguiremos apostando firmemente por las políticas de igualdad, libertad y dignidad hacia todas las personas; condenando cada ataque, insulto y agresión, para reivindicar una sociedad abierta, diversa y plural, en que las personas LGTBI no seamos un problema que silenciar, ni una mera cuota con la que decorar.

Y por ello mismo, seguiremos levantando sin complejos la bandera arcoíris, para que nadie selle nuestro grito, porque el odio e indiferencia de algunos nos sigue alentando a proclamar que la igualdad, libertad y dignidad no se negocia, se defiende, se reivindica y se consigue, para que la LGTBIfobia quede desterrada a una mera palabra que encontrarnos en el diccionario.