Cientos de cariños se elevan institucionalmente hacia la Policía Nacional y la Guardia Civil en forma de Proyectos no de Ley, mociones, declaraciones y diversos fondos documentales locales, provinciales, autonómicos y estatales. Hoy las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado -en este brete representadas por las unidades de intervención de Policía Nacional y Guardia Civil- son la más guapa del baile y las fuerzas políticas constitucionalistas se pelean por bailar con los de azul o verde.
El loable y necesario que el apoyo institucional a la labor de estos cuerpos contraste con la situación que siguen sufriendo en sus nóminas, en los medios a su alcance y especialmente en la situación de los funcionarios desplazados a Cataluña. Son estos últimos los que denuncian las condiciones de vida tercermundistas que sufren en sus ya más de 30 días de comisión. Muchos de ellos viven en barcos en los que la limpieza ausente, la comida putrefacta, el paupérrimo servicio y las faltas constantes de respeto consiguen afectar psicológicamente a su ánimo, que está al límite.
Llama poderosamente la atención que sea precisamente el Partido Popular, titular del Ministerio que les manda, el que proponga escritos en todos los parlamentos de apoyo a su labor, cuando son precisamente ellos quienes falta al respeto a su labor con este constante ninguneo y humillaciones.
Su situación ha hecho rebosar el vaso de las reivindicaciones de unos cuerpos que, demostrado queda, son quienes más y mejor defienden la legalidad y la pacífica convivencia en una democracia amenazada por un nacionalismo racista y excluyente.
Gracias por las declaraciones de apoyo, pero de ellas no viven nuestras familias. Son los hechos y no las palabras los que reflejan fielmente el valor que se da a un servicio público que hoy por hoy es el más importante del Estado.