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El 'procés' no entiende de víctimas

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España, 29 de agosto de 2017.

Barcelona, Cataluña. Otra vez en el foco de todas las miradas, en esta ocasión nada tenía que ver con la difícil cuestión catalana. Era sábado, convocada una manifestación por las víctimas del terrorismo, una reivindicación unitaria contra la barbarie terrorista. Sin duda, uno de esos momentos indudablemente necesarios para mostrar unidad, sí, unidad, ante algo tan evidente.

Era, a su vez, el día de honrar a aquellos que perdieron la vida injustamente en Barcelona y Cambrils. Pero no solo a ellos, sino a los que la perdieron por el mismo motivo con anterioridad, en cualquier parte del mundo, a causa de la misma ideología totalitaria. Esto no solo concierne y concierne a España, a pesar de que el atentado fue ejecutado en territorio español, solo hace falta ver las nacionalidades de las víctimas y heridos de aquel 17 de agosto. Ello abarca a toda persona que crea en la libertad, en el estado de derecho y en los valores constitucionales.

Sabíamos que iba a pasar, pero no sabíamos el cuándo. Aquel día fue Barcelona y Cambrils, pero antes también había sido Bruselas, Londres, París, Mosul, Kabul, y así en un alto número de lugares. La manifestación nada tenía que ver con derecha, izquierda, centro, centro-derecha, centro-izquierda, extremistas de cualquier índole, separatistas o lo que fuere. ¡Que no era un acto político! ¡Que era una reivindicación humanitaria por vivir en libertad! ¡Por honrar a las víctimas! En definitiva, ¡por demostrar al Estado Islámico, que no tenemos miedo! Ese debía haber sido el objetivo de aquel sábado.

Pero, últimamente estamos acostumbrados a que en Cataluña surja el pero. Algunos separatistas se empeñaron en que el objetivo no fuera el evidente, los mismos que clarificaron al mundo que les importan lo más mínimo las víctimas, que su único objetivo era reivindicar un procés (completamente fuera de la legalidad). Hay formas y formas de hacer las cosas. Cualquier persona que no tuviera conocimiento alguno de la manifestación, vería aquello e instantáneamente pensaría que el objetivo de la manifestación era reclamar la independencia de Cataluña. O bien denunciar al gobierno o al jefe del Estado por haber vendido a los terroristas las armas con las cuales perpetraron el ataque. O no sé, denunciar la islamofobia. Es que no, no venía al caso, y no sé cuál de las tres es una mayor insensatez. En primer lugar, porque era una manifestación por las víctimas del terrorismo y no por la independencia de Cataluña. En segundo lugar, para los que caen en la demagogia haciéndose los locos, el ataque fue con una furgoneta y no con armas. Y en tercer lugar, me hubiera gustado ver a los de la pancarta del "no a la islamofobia", con una pancarta que pusiera "no al terrorismo".

Los secesionistas cada día se retratan más ellos solos, su insignia es el ridículo. Aunque saben que no están solos, que tienen a Podemos como escudero ante las críticas,que vengan de cualquier fuerza política que crea en la libertad y la democracia. Hoy en día, en España, el mejor amigo de un separatista, no es otro separatista, sino uno que colabore indirectamente para que otros intenten destruir la inquebrantable unidad de España y los valores democráticos de nuestra sociedad. Llámese Podemos o Izquierda Unida.

Dejando de lado ahora la manifestación y fijándonos en las motivaciones y el afán de los secesionistas de pensar que en una hipotética Cataluña independiente tendrían más seguridad, me pregunto: ¿para mantener la seguridad, que ayuda internacional directa recibirían?; o bien, en caso de atentado, ¿recibirían la misma colaboración por parte de las fuerzas de seguridad de España, o la colaboración de cualquier otro país de Europa? Todos juntos somos más fuertes contra el terrorismo.
Juan García Moya