Opinión

La pasarela de la guerra

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Acabamos de entrar, estamos sentados, esperando, con una gran puesta en escena, ni tan siquiera la mismísima Charlize Theron puede superarnos. Llevamos unos vestidos y trajes exclusivos, de las mejores firmas, las más caras y elegantes. Todo, hasta el mínimo detalle, está perfectamente cuidado. Hemos entrado con una invitación de la propia organización, aquí sólo encontraremos personas VIP, de nuestro elenco, de nuestra manera de ver el mundo.

Un ansiado desfile de moda donde muchas chicas se morirían sólo con pensar que algún día podrían estar allí sentadas. Comienza, se apagan las luces y la pasarela se ilumina con un blanco inmaculado, una gran pantalla por detrás es la que ameniza con unas imágenes de moda, parecen vestidos de camuflaje, militares. Este exclusivo diseñador es un excéntrico y nos encantan sus ideas y rarezas, es moda y la moda siempre dirige nuestra mente.

Aparece un chico, muy musculoso, con un chaleco militar, unos pantalones de camuflaje y unas enormes botas, cualquier pisada dada hace vibrar el escenario. Le sigue una mujer con una mascarilla, un pantalón muy muy corto y las mismas botas. La gente está emocionada, las grandes celebridades se mantienen atentas para enseguida copiar ese estilo.

De pronto aparece un niño, sin camiseta, tendrá unos siete años, lleva colgado en su torso un cinturón lleno de balas, nos mira al público y nosotros aplaudimos. La música suena cada vez más fuerte. De detrás se ve cómo salen a la pasarela dos niñas, vestidas con un burka, se acercan despacio, sabemos que son niñas por su pequeña estatura y al llegar al final de la pasarela dejan que las veamos los ojos. Todos los periodistas las fotografían, abruma la cantidad de luz que sueltan los flash.

Los reporteros se retiran y los siguientes en salir, dando un empujón a las dos niñas que visten con burka, son soldados cogiendo del cuello a un hombre, parece un espectáculo muy real, le pegan hasta el final de la pasarela, y acto seguido salen por los lados otro montón de soldados con un cuchillo. Mientras las luces iluminan la pasarela escriben la palabra "protégeme", da grima el ruido del cuchillo contra el suelo.

Unos segundos después en la pantalla se ve una imagen de una explosión, con mucho fuego, y se oye como van llegando más modelos. Cogen un BMW Mini, también decorado con pintura militar. El ruido del motor es intenso y hasta molesto, se oye como va llegando mientras otros modelos siguen desfilando, irrumpe en la pasarela y atropella a los tres que estaban luciendo modelitos de Prada.

La gente está aturdida, pero emocionada, no paran de aplaudir, allá donde fueres haz lo que vieres, me dije, el espectáculo continúa.

Las que conducían el coche, salen, sacan una manguera y apuntan al público. Parece muy real, es un show muy logrado, comienza a salir agua y la gente de mi alrededor comienza a reír con una risa aterradora y muy alta, siguen saliendo modelos mientras vemos arrastrándose un hombre sin piernas, sangrando. El chorro de agua de la manguera sigue saliendo con mucha fuerza, alcanzando a los fotógrafos y al público.

El hombre herido pide ayuda y un señor de mi lado se levanta a aplaudir, siguen saliendo por todas partes mujeres y hombres heridos, llenos de sangre. Salen mujeres vestidas de enfermeras y otros arrastran hasta el final de la pasarela al hombre sin piernas. Se oye un grito muy largo. Se acerca. Son esas dos niñas con los burkas ardiendo, quemándose vivas, las que salen al escenario.

Una señora de mi lado ríe y aplaude, efusivamente.

Comienzan a explotar bombas que parece que sólo afectan a la pasarela. La gente se aparta y se levantan cada vez más a aplaudir, contentos y disfrutando. Otra niña sale corriendo en medio de las bombas, otro niño está tumbado y otros muchos abarrotan el escenario empuñando una metralleta cada uno, no tendrán ni seis años. El coche con la manguera sigue ahí, y se va acercando a nosotros, al público. Las explosiones son cada vez más fuertes, sale y entra gente llevándose a los heridos y muertos. Suenan disparos.

Hay una mujer conduciendo el coche y otra subida al capó, vestidas como si fueran soldados, vemos entre el ensordecedor ruido de aplausos y disparos cómo saca de su bolsillo una granada, quita la argolla y la lanza en medio de la pasarela, mientras el coche sigue destrozando el recinto y sale de él. Estamos todos de pie, seguimos riendo, hasta que nos fijamos todos que la granada ha caído en el suelo y está en medio del escenario, hay alguien que se levanta, algunos se ponen las manos en las orejas y otros salen huyendo, otros nos quedamos mirando sin saber que hacer y casi despidiéndonos los unos de los otros. Ese hombre coge la granada saca un puro y con un leve movimiento la abre, se ve una llama y se enciende el puro.

¿Qué hemos dejado que pase en este mundo? ¿Qué hemos hecho con nuestra empatía? ¿Dónde está? Nos hemos convertido en la existencia más fría del universo, hasta que nos cae una granada.