Alicante

En los diferentes tratamientos de reproducción asistida hay un aspecto que suele quedarse relegado y que, sin embargo, puede resultar fundamental para el resultado deseado del embarazo: la betaespera, que no es otra cosa que el tiempo que transcurre desde que se inició el proceso de fertilidad hasta el dictamen de positivo o negativo.

Con motivo del Día Mundial de la Salud Materna que se celebra hoy miércoles, la clínica IVI lanza una serie de recomendaciones para sobrellevar esa espera que suele ser de unos diez días hasta poder hacerse la prueba de embarazo. Y es que, se estima que un 40% de estas mujeres sufren de altos niveles de estrés que les llevan a tener episodios de ansiedad, sintiéndose incapaces de pensar en otra cosa.

"La verdad es que los viví diferente, la primera muy nerviosa y la segunda con más calma", señala Ángela, una alicantina de 38 años que prefiere ocultar su verdadera identidad porque "estoy viviendo todo este proceso sola ya que prefiero no contar cuando me ha salido el resultado negativo". 

En su caso, se sometió primero en enero de este año y después en marzo a la técnica de inseminación artificial con esperma de un donante anónimo en una clínica alicantina, quedándose en ambos casos a las puertas de ser madre.

"Recuerdo que cualquier síntoma que me notaba, hasta unos gases, creía que era por un posible positivo", explica. "Encima te metes en internet y no es buena idea", añade. "Hay un millón de foros de mujeres que se están sometiendo al mismo proceso que tú y te vuelves loca, por lo que mirar Google no ayuda mucho", asegura. 

Ese es uno de los consejos a evitar por la clínica IVI. "Consultar en internet, en páginas poco fiables con información no contrastada científicamente, solo conseguirá que esta espera sea más difícil y que la ansiedad aflore", dicen las expertas de este centro.

Y si atendemos a estas recomendaciones, Ángela también hizo bien de ocultar a familiares y allegados sus tratamientos de fertilidad, ya que se menciona que es importante tratar de evitar "las preguntas insistentes de nuestros amigos y familiares" en un momento de especial incertidumbre. "No debemos dejar que estas conversaciones monopolicen nuestra vida y nos hagan retroalimentarnos", sostienen desde IVI. 

Y es que, “la betaespera conlleva un alto grado de implicación emocional para la mujer, pues es ella quien carga con esa responsabilidad de manera muy particular. Es entendible, ya que pasa de la primera fase del tratamiento con una hoja de ruta establecida (pinchazos, consultas, etc.), a unos tiempos muertos de espera sin poder conocer el resultado, que se hacen eternos y sobre los que no tiene ningún control. Manejar este nivel de estrés es muy importante para que afecte lo menos posible al día a día y al proceso en sí”, explica Soledad Chamorro, psicóloga de IVI Madrid.

A este respecto, Ángela añade que un factor importante es que, previamente, le estuvieron hormonando durante 15 días, "lo que hace que aún estés más sensible y susceptible" durante la espera. 

"Hacer cosas"

Al final, resulta decisivo "hacer cosas", coinciden pacientes y sanitarias. Por eso a Ángela en el segundo intento estuvo "mucho más tranquila". "Al coincidir con la preparación del viaje a Ecuador", donde está ahora en un proyecto de investigación, "y estar entretenida en otras cosas, me hizo llevarlo mejor".

Sin embargo, esta alicantina que se decantó por los tratamientos de reproducción asistida tras desanimarse con la adopción, no tuvo una experiencia positiva en su primera intentona, cuando "toda mi atención estaba en el proceso".

Entonces, el test de embarazo que se hizo le dio positivo. Pero a la alegría inicial le siguió la decepción tres días después cuando le bajó la regla. "No se recomiendan hacer pruebas caseras porque podemos caer en un falso positivo o negativo de un test que nos va a llevar a tener una idea preconcebida del resultado de laboratorio con el consecuente impacto en nuestro estado de ánimo", insisten en IVI.

Sin embargo, Ángela aún alberga la duda de si fue su "culpa" no quedarse embarazada por arrastrar un exceso de estrés y nervios. "Es mi gran duda", reconoce, "aunque en la clínica me dijeron que no fue por eso", explica. "Pero no sé si me lo dijeron para tranquilizarme porque siempre he pensado que el estrés y las preocupaciones influyen en todo en la vida.

¿Lo volverá a intentar? Sí. Esta mujer está sopesando intentarlo con la fecundación in vitro, que si bien es más costosa (las de inseminación le han costado entre 1.500 y 1.800 cada prueba), el porcentaje de éxito es mayor.  

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