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Todos tenemos recuerdos de verano, pero pocos tan impactantes y definitorios como los que Dani Mateo guarda de su infancia en la costa valenciana.

El conocido humorista ha desvelado en el podcast de "La Ruina" dos anécdotas inolvidables que transcurrieron en Vinaròs y Benicarló, dos localidades que recuerda con nostalgia.

Estas historias no solo demuestran la particular relación con su padre, sino que culminan en un epílogo que dejaron sin aliento a los espectadores del podcast.

El primer gran trauma veraniego de Dani Mateo tuvo lugar en la playa de Vinaròs. Siendo apenas un niño de cinco años, y justo un año después de haber visto la icónica película Tiburón con tan solo cuatro, su padre decidió gastarle una broma que lo marcaría para siempre.

El pequeño Dani, recién operado de vegetaciones, con su gorrito de natación y manguitos, luciendo como "el niño más listo de Vinaròs" o, en sus propias palabras, la "víctima" perfecta si aparecía un depredador marino.

Su padre, un hombre que, según Dani, "nunca humillaré lo suficiente porque se merece toda humillación que se le haga", lo invitó a estrenar una barca hinchable de remos.

Se adentraron en lo que para un niño de cinco años era "lo hondo". Una vez allí, el padre de Dani, emulando la aterradora película, comenzó a golpear el agua con un remo mientras gritaba desesperado: "no no a mi hijo no, a mi hijo no, Dani sálvate".

El pequeño Dani, presa del pánico, intentó desesperadamente trepar de vuelta a la barca, desarrollando "aletas" y "corriendo por encima del agua" del terror. Tras el susto, la única instrucción de su padre fue: "no le digas nada a tu madre".

La venganza fallida

La historia no termina ahí. Treinta y cinco años después, el destino (o la sed de venganza) llevó a Dani Mateo a Benicarló, un pueblo anexo a Vinaròs donde sus padres poseen un apartamento. Mientras se bañaba en la playa, Dani avistó a lo lejos a un señor mayor nadando y creyó firmemente que era su padre.

"Hoy va a ser mi venganza de aquello", pensó Dani. Se sumergió y, al ver pasar al señor, salió del agua imitando a un tiburón con ambas manos, gritando.

Sin embargo, este señor no era su padre. El verdadero progenitor de Dani, para colmo, estaba en la playa "descojonándose" de la situación. El pobre señor asustado debió pensar: "Pero chico chico, un señor mayor de repente el de la tele le ha hecho eso".

Un final inquietante

Pero la "ruina" de Benicarló aún guardaba un último y oscuro secreto. Dani Mateo confiesa que esta parte "nunca la he contado" y que es "duro".

Tras el incidente del tiburón fallido, y sintiéndose mortificado por la risa de su padre, Dani decidió volver al apartamento. Mientras se dirigía al paseo marítimo, vio a tres policías y un bulto tapado por una sábana en el suelo, con unos zapatos asomando.

Al preguntar qué había sucedido, le informaron que "un señor que le ha dado un ataque al corazón". Dani Mateo, con una sinceridad sobrecogedora, revela el dilema que aún lo persigue: "Nunca sabré si era ese mismo. Nunca sabré. Puedo haber cometido el crimen perfecto sin saberlo". Decidió no investigar más, prefiriendo vivir con la incertidumbre.

Esta cadena de eventos, desde la broma infantil de un padre hasta una venganza adulta con un desenlace ambiguo y sombrío, demuestra cómo las experiencias del pasado pueden volver para perseguirnos de las maneras más inesperadas.

Las playas de Vinaròs y Benicarló, más allá de su belleza mediterránea, guardan en la memoria de Dani Mateo algunas de sus "ruinas" más personales e inolvidables.