A finales del siglo XIX, las calles de Orihuela rebosaban de vida comercial. Tiendas de todo tipo se sucedían unas a otras para satisfacer las necesidades diarias de sus vecinos.
En una época en la que aún no existían los supermercados, el comercio local era el corazón económico de las ciudades.
En la Vega Baja, Orihuela se consolidó como capital comercial, no solo al término del siglo XIX, sino durante buena parte del siglo XX.
En ese contexto de efervescencia urbana, florecieron numerosos negocios especializados, pequeños comercios con un nicho muy concreto. Uno de ellos fue la Sombrerería El Gavilán.
Fundada en 1880, esta sombrerería nació al calor de una alta demanda: hombres y mujeres de la época no concebían su atuendo sin un buen sombrero.
Hoy, más de 140 años después, Antonio Peralta Rufete es quien sigue al frente del negocio familiar.
Adaptarse o desaparecer
"Hemos tenido que adaptarnos a los cambios de hábitos y de consumo a lo largo de los años. Antes, el sombrero era un símbolo de estatus social; ahora responde más a necesidades prácticas, como protegerse del sol", explica Antonio durante una conversación con este periódico.
¿Cómo sobrevive un comercio local tras más de un siglo de transformaciones sociales? La respuesta es clara para él: "Con dedicación, pasión, constancia y mucho trabajo".
Con el paso del tiempo, y ante el cambio en las preferencias de los oriolanos, la sombrerería amplió su oferta. Así, Antonio fue incorporando gorras, cinturones, paraguas y parasoles.
Productos que complementan la oferta tradicional de sombreros y boinas, adaptándose a las nuevas necesidades sin perder la esencia.
"Antes, la gente venía más en invierno, a por gorros o boinas para combatir el frío. Ahora, en cambio, la mayoría de clientes acuden con la llegada del verano, buscando protección frente al sol", comenta.
El valor del trato humano
Reticente a las nuevas tecnologías, Antonio se define sin rodeos como un "antimoderno".
Critica abiertamente el consumo desmedido que ha traído la llamada fast fashion, y lamenta lo fácil que resulta ahora adquirir cualquier cosa con solo hacer clic.
"Siempre voy a preferir el cara a cara. No es solo una cuestión de apoyar al comercio local, es todo lo que implica: una interacción humana real, que muchas veces se transforma en una tertulia espontánea. Todo eso se pierde con las compras por Internet, es antinatural", afirma con convicción.
Esa reflexión le lleva a otra más profunda: la contradicción del sistema actual.
"Paradójicamente, somos más ecologistas que nunca y estamos más informados que nunca… pero también contaminamos y consumimos más que nunca", sentencia.
Cuestión de calidad
Este cambio de paradigma también se percibe en la calidad de los productos. "Hoy en día, todo está hecho para no durar más de dos semanas", critica.
En Sombrerería El Gavilán, sin embargo, los productos siguen apostando por la calidad y la procedencia local o nacional.
Aunque también se pueden encontrar algunas marcas internacionales, la esencia del negocio sigue anclada en una filosofía de cercanía y durabilidad.
¿Y el futuro?
A veces, el boca a boca no es suficiente para garantizar la supervivencia de un negocio de este tipo. Antonio lo tiene claro: "Orihuela ciudad debería hacer más por promocionarse, para atraer turistas y visitantes, y que no se vayan todos a la costa".
Con orgullo y algo de melancolía, concluye: "Tenemos una auténtica joya como ciudad, y deberíamos cuidarla y valorarla más".