Todos conocemos las largas y bellas playas que se sitúan en el litoral de la provincia de Alicante.
Unas estampas oníricas a las que se les suma la belleza de las montañas y cascadas de la zona, muy famosas por atraer a todo tipo de amante de la naturaleza en verano.
Sin embargo, existe un paisaje menos conocido que parece sacado de una película de ciencia ficción.
Los paisajes de Els Frares de Quatretondeta es uno de ellos. Este lugar parece arrancado de un sueño o de un rincón desconocido del cosmos.
Estas majestuosas formaciones calcáreas se alzan como siluetas fantasmales, guardianes pétreos de un tiempo inmortal. Cada una de las agujas de roca, moldeadas por siglos de viento y agua, parece contar una historia ancestral, susurros de eras geológicas atrapados en sus fisuras.
Y es que caminar entre estas figuras es lo más parecido a adentrarse en un universo extraño, donde la tierra juega con formas imposibles. Las sombras alargadas que proyectan al atardecer crean un espectáculo hipnótico, como si estuvieras en un planeta distante, un lugar donde la naturaleza esculpió con un propósito desconocido.
El silencio aquí no es vacío, sino un eco profundo que te conecta con algo más grande, más antiguo.
Las formas evocan una extraña familiaridad: monjes petrificados, columnas titánicas, o quizás seres de otro tiempo y lugar, congelados para siempre. Al levantar la vista, el contraste con el cielo azul de Alicante añade un dramatismo cautivador. Es un rincón donde lo terrestre se vuelve celestial, un paisaje que desafía la imaginación y que invita a perderse, a encontrar en cada roca un nuevo mundo.