Alfaz del Pi

A las faldas de Sierra Helada y con la playa del Albir como principal encanto turístico, se encuentra Alfaz del Pi. Un municipio situado en la comarca alicantina de la Marina Baja, que limita con ciudades con tanto encanto como Altea y Benidorm.

Quizá su estratégica ubicación, la ausencia de días nublados o la simpatía de sus gentes son las razones que han llevado a más de 2.500 noruegos a elegirlo como ciudad para vivir. Lo que la convierte en la segunda colonia de noruegos, después de Nueva York.

Alfaz del Pi, en valenciano L’Alfàs del Pi, tiene alrededor de 20.200 habitantes registrados en el censo municipal, pero la mayoría de ellos proviene de otros países como Reino Unido, Holanda y Noruega. En la ciudad, los vecinos están acostumbrados a vivir rodeados de población extranjera, tanto que ya no se imaginan el municipio sin ellos.

Muchos de ellos llevan más de cuarenta años. Algunos incluso se han casado o han tenido hijos allí, por lo que sienten gran arraigo a la ciudad. Sin embargo, la pandemia obligó a cientos de ellos a abandonar el municipio y regresar a sus lugares de origen.

La concejala de Residentes de Alfaz del Pi, Martina Mertens, afirma que los noruegos tienen muchas ganas de volver, pero que están esperando a ser vacunados en su país. El municipio los añora, sobre todo en una fecha tan señalada como es el 17 de mayo, día en el que se celebra la Constitución de Noruega.

La libertad es uno de los derechos principales que celebran los noruegos este día.

50 años en Alfaz 

Merete Ihlen lleva más de medio siglo viviendo en Alfaz del Pi. Cuando era pequeña, su madre compró un bungaló en una zona apartada del municipio. Ihlen cuenta que desde entonces, Alfaz ha cambiado mucho. “Cuando llegué aquí, solo había una calle, y ahora mi casa está rodeada de edificios”. Esta noruega representa todo un ejemplo de arraigo a la ciudad.

Su pasión por el mundo de los caballos hizo que se quedara en España. Más adelante se casó y formó una familia. Sus hijos también han nacido en Alicante, por lo que no se imagina su futuro en otra parte.

Merete Ihlen y su marido han trabajado durante años como traductores de español para residentes y amigos en Alfaz del Pi. Su marido también montó una pequeña empresa de construcción, y la mayoría de sus clientes eran de origen noruego.

Casi fiesta patronal

Ihlen es miembro del Club Noruego, que el año pasado cumplió 50 años. Desde él, organizan todo tipo de actividades culturales, gastronómicas y de interés para los residentes.

Este club además es uno de los principales organismos encargados de organizar el 17 de mayo, día de la Constitución de Noruega. Donde niños y niñas de las dos escuelas noruegas que hay en el municipio desfilan con los trajes típicos de la fiesta, recorriendo las principales calles de Alfaz.

En la celebración nunca ha faltado el típico discurso explicando la importancia de la libertad en la constitución noruega, así como platos típicos de la zona. Esta cultura tiene por costumbre cenar mucho antes que los españoles, por lo que sobre las 17 o las 18 horas de la tarde, la fiesta proseguía en los restaurantes del municipio, que ese día preparan su mejor salmón.

La Casa de Cultura de L'Alfàs del Pi se construyó hace 30 años.

Este año, al igual que en el 2020, la celebración del día más importante para los noruegos será diferente. Y aunque no todo el pueblo se pueda reunir a celebrarlo, seguro que muchos de ellos sí que lo harán en grupos reducidos, cumpliendo con la normativa establecida por la pandemia. Ihlen cuenta que otros compatriotas prefieren celebrarlo este año desde casa, viendo la festividad a través de la televisión noruega.



Un centro de voluntariado

El municipio cuenta con supermercados, colegios, iglesia y hasta clínicas privadas adaptadas a la población. Hablan su idioma y conocen sus costumbres, porque hasta algunos de ellos han montado su propio negocio en Alfaz. La población noruega es una cultura muy entregada, y algunos de ellos tienen por costumbre reservar tiempo para ayudar a los demás.

El centro de voluntariado noruego Frivilligsentralen Costa Blanca Nord lleva más de una década en marcha, y es el único de estas características que existe fuera de su país. Además, está subvencionado por el gobierno noruego.

El Club Noruego Costa Blanca cuenta con más de 1.000 socios.

El proyecto se inició en el verano de 2009, y cuenta con alrededor de 40 voluntarios que trabajan en iniciativas con un trasfondo social. Por ejemplo, acompañando a personas que se sienten solas u organizando visitas a las residencias.

“El noruego tiene el trabajo voluntariado muy arraigado en su día a día. Ellos dedican una parte de su tiempo para atender a la comunidad. Hacen una gran labor social en el municipio”, cuenta Martina Mertens, concejala de Residentes de Otras Nacionalidades en Alfaz.

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