Alicante
Publicada

Los meses pasan en Orihuela Costa, los ladrones siguen por sus calles y el miedo de sus vecinos se exacerba; las denuncias continúan y la paciencia de los afectados cae en picado con cada nuevo delito en sus calles.

La espiral de delincuencia en la que ha caído esta zona de la Vega Baja se adelanta incluso a la capacidad de los vecinos de denunciar cada nuevo episodio de entradas en viviendas o robos de coches.

El último suceso documentado ocurrió el pasado 26 de octubre en la normalmente tranquila zona residencial de Verdemar III, en Villamartín, donde las cámaras de seguridad grabaron a un encapuchado trepando un muro de una vivienda e intentando entrar en una casa.

El robo se frustró, pero el sentimiento de inseguridad en quienes ven violada su propiedad por ladrones reincidentes va en aumento con cada nuevo intento. En algunos casos, las casas son objetivo de varios grupos, o de los mismos, en más de una ocasión.

"Estas imágenes confirman que actualmente hay varios delincuentes actuando en Orihuela Costa, centrándose en zonas residenciales en las últimas horas de la tarde y de la noche", explica el vecino tras la cuenta de Facebook Crime Watch Orihuela Costa.

Esta cuenta se ha convertido ya en una base de datos de rostros e identidades de delincuentes pillados infraganti por las cámaras de seguridad de los vecinos.

"A pesar del creciente número de grabaciones, no hay reacción policial visible, no se han confirmado detenciones y los vecinos están cada vez más frustrados por lo que describen como falta de presencia policial nocturna", lamenta el vecino.

Cada pocos días, un nuevo intento de robo es registrado y denunciado ante la propia comunidad a través de redes sociales.

La cadencia es tal que ya conocen las caras de muchos de estos encapuchados, mientras que aún van descubriendo otros grupos que entran en acción.

En las últimas semanas, Crime Watch Orihuela Costa ha recibido numerosos avisos de vecinos en La Zenia, Playa Flamenca, La Florida y ahora Villamartín.

Robos

La mayoría de los incidentes siguen un patrón similar: el sospechoso comprueba si hay alguien en casa, entra por el jardín o el lateral, a menudo con ropa con capucha, y, una vez descubierto o molestado, huye de inmediato.

En la mayoría de los casos, el robo es infructuoso y se frustra a tiempo gracias a las medidas de seguridad adoptadas por los vecinos, como la instalación de cámaras, el refuerzo de las viviendas e incluso la compra de perros que actúan como alarmas y vigías.

Muchos de ellos incluso se han hecho con armas de defensa personal legales, mientras que otros han traído de sus países armas ilegales ante la desesperante situación, declaró el vecino a este diario.

Sin embargo, a aquellos vecinos convertidos en víctimas de estos grupos les cuesta mucho tiempo reponerse.

Es el caso de Gill, una residente extranjera de 59 años que lleva dos décadas viviendo en la Vega Baja y que ha quedado traumatizada tras un brutal asalto en su propia casa.

La mujer reconoció haber quedado en estado de shock tras experimentar, a plena luz del día, un robo con violencia el pasado 26 de junio, cuando fue atacada por dos hombres vestidos de negro que, tras llamar a la puerta, la agredieron y se llevaron sus joyas.

Sobre las 14:00 horas, los asaltantes entraron por la fuerza en su vivienda de la zona de Playa Flamenca, la agarraron del cuello, le arrancaron las joyas y le pisotearon los brazos antes de huir.