Alicante
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En una nave agrícola situada a las afueras de Elche, entre hileras de cajas de hortalizas recién recolectadas, Francisco José Mas Jaén, de 33 años, reflexiona sobre el futuro de su empresa.

Lo hace junto a su primo y socio, José Manuel Gómez Mas, de su misma edad. Ambos dirigen Frutas y Hortalizas Mas Serrano S.L., una pequeña empresa familiar que lleva casi medio siglo cultivando y comercializando productos agrícolas en la provincia de Alicante.

Su historia comienza en torno a 1975, cuando su bisabuelo empezó como agricultor por cuenta propia en la partida rural de Elche. Aquella economía de subsistencia fue transformándose con el tiempo en una empresa consolidada, que se constituyó oficialmente como sociedad limitada en los años noventa.

Hoy, Mas Serrano emplea a una decena de personas de forma directa y comercializa hortalizas bajo tres marcas: Hermanos Mas, Assur y Mas Selección.

"Lo que tenemos es el resultado del trabajo de varias generaciones, del esfuerzo de sol a sol y de no rendirse", explica Fran mientras recuerda cómo sus padres y abuelos cultivaban sin maquinaria moderna ni ayudas públicas significativas.

La profesionalización del sector, dice, ha sido inevitable: "Hemos pasado de una agricultura en la que casi todo se hacía a mano a otra donde la tecnificación, el control de calidad y la trazabilidad marcan la diferencia".

Un sector en el filo

Pese a los avances, el futuro del campo ilicitano no está asegurado. "Cada vez es más difícil que los jóvenes se dediquen a este sector", reconoce Fran. "No porque no haya demanda, sino porque las condiciones son duras. Las jornadas son largas, las inversiones elevadas, la rentabilidad baja y la burocracia, asfixiante".

A eso se suma la presión de los mercados internacionales, donde productores de otros países operan con costes más bajos y normativas menos exigentes. "Competimos en desigualdad de condiciones", apunta José Manuel. "Y eso hace que muchos piensen que el campo ya no merece la pena".

El problema del relevo generacional es una realidad palpable en toda la provincia. Según datos de la Conselleria de Agricultura, solo un 7% de los titulares de explotaciones agrarias en la Comunitat Valenciana tiene menos de 40 años, cifra que evidencia una tendencia al envejecimiento imparable del sector.

Innovar sin perder raíces

A pesar de todo, la empresa de los Mas ha encontrado su camino. Han invertido en modernizar sus instalaciones y en abrir nuevos canales de distribución, sin perder el vínculo con la tierra. "Seguimos siendo una pyme familiar. Eso significa que estamos en el campo, que conocemos cada planta, cada cliente y cada dificultad", subraya Fran.

El negocio ha resistido crisis climáticas, incrementos de costes energéticos y una pandemia global. Pero lo que más les preocupa es asegurar el futuro. Fran, padre de una niña de tres años, y José Manuel, que será padre el próximo año, no saben si sus hijos querrán seguir sus pasos. "Lo entenderíamos perfectamente", reconoce él, "porque esto no es solo un trabajo, es una forma de vida. Y requiere sacrificio, paciencia y mucha pasión".

Entre el ruido de los tractores y el olor a tierra húmeda, los primos Mas continúan su jornada. En su empeño por mantener la empresa que levantaron sus antepasados, encarnan la resistencia silenciosa de un campo que, pese a todo, se niega a desaparecer.