Alicante

La contaminación por plástico representa uno de los principales enemigos del medioambiente y la Universidad Miguel Hernández de Elche (UMH) lo sabe. Cada español genera al año más de 30 kilogramos de residuos de un solo uso de este material, y las especies de los mares y océanos están enfrentándose a una nueva realidad.

Únicamente en el Mediterráneo, que contiene el 1 % del agua mundial, se concentran el 7 %, según la asociación WWF. Y en el Pacífico, la conocida como 'gran mancha' triplica el tamaño de Francia con una sus 80.000 toneladas de plástico que abarcan una extensión de 1,6 billones de km2. Pero no todos son visibles ni están en el agua, también se encuentran en trozos microscópicos en los cultivos derivados de la actividad agraria, además de estar presentes en el compost de las plantas de residuos, dificultando el reciclaje.

El proyecto europeo Recover en el que participa la UMH quiere luchar contra el material en estos espacios utilizando una combinación de biología y tecnología que tiene como protagonistas a los insectos. La iniciativa, liderada por la Universidad de Almería y en la que colaboran una decena de universidades, entidades y empresas, quiere aportar una solución innovadora que limpie los suelos y la materia orgánica de microplásticos.

[Una 'boa constrictor' cae a la calle desde un balcón en Alicante y es rescatada por Terra Natura]

Para ello, como explica el director del grupo de Investigación Aplicada en Agroquímica y Medio Ambiente de la UMH, Raúl Moral, pretenden biodegradar los residuos mediante las enzimas que se producen en la digestión de los bichos, "porque el plástico no solo acaba en el mar, está apareciendo donde sale el alimento".

Para ello, han seleccionado a los mejores insectos para esta tarea. Recover emplea gusanos de la harina y diferentes tipos de moscas y lombrices capaces de triturarlos para hacer una cadena en la que se vayan degradando los polímeros conforme pasan por el sistema digestivo y las enzimas de uno a otro.

Objetivos

El proyecto persigue tres principales objetivos: eliminar gran parte de los residuos que dañan los suelos y que complican el reciclaje, crear un biofertilizante con las heces de los insectos y fabricar plásticos biodegradables usando los exoesqueletos de los mismos.

Para el primer paso, han potenciado las capacidades de los insectos inoculándoles microorganismos capaces de hacer la tarea. Moral apunta que "es como si le das a Popeye espinacas". La dieta especial permite afrontar uno de los principales retos del proyecto, la supervivencia de las especies a los tóxicos, ya que les hacen "estar más cómodos en entornos hostiles, además de aumentar su capacidad de descomposición".

Según el científico, "son vulnerables a un exceso de nitrógeno o a la alta salinidad del suelo. Por estas características, se considera que las lombrices son un buen indicador medioambiental. Si se encuentran presentes, significa que el terreno no está demasiado contaminado o es, al menos, recuperable". La finalidad es poder soltar las lombrices en zonas agrarias y que limpien el terreno.

Para generar el fertilizante natural, el investigador recalca que usan "los nutrientes que surgen en la digestión". Creando un círculo en el que los bichos transforman los productos derivados del petróleo en un material beneficioso para el medioambiente. Y para el plástico biodegradable, utilizan la quitina para hacer quitosano, "un producto valioso que se puede usar para realizar plásticos biodegradables". 

El equipo ya ha logrado hacer tiestos de este material, aunque es una tecnología que está en sus inicios. "Hay un esfuerzo internacional para lograr vías biológicas en la degradación de plástico, pero no es la solución final al problema mundial, es una ayuda con una aplicación real", sentencia el director del grupo de la UMH. Recover finalizaría en verano de 2024, pero esperan prologar el plan hasta 2025 para seguir avanzando y mejorando los resultados.