Alicante

El Elche certificó este sábado, tras su victoria ante el Athletic y el tropiezo del Huesca, la permanencia en Primera División con solo 36 puntos y contra todo pronóstico y lógica, ya que las circunstancias que rodearon esta temporada jugaban en contra del equipo ilicitano.



El equipo se sobrepuso a una deficiente planificación deportiva marcada por su tardío ascenso, el presupuesto más bajo de la categoría, a una nefasta racha deportiva de 16 partidos sin ganar y a una jornada final de infarto.

De hecho, ni siquiera dependía de sí mismo, para alcanzar un objetivo que parecía imposible diez días antes, tras la derrota ante el Alavés.



De hecho, el Elche fue equipo de Segunda División durante casi una hora en la penúltima jornada, cuando perdía en Cádiz y solo el gol de Lucas Boyé al Athletic, mediado el primer acto este sábado, lo sacó del descenso.



El Elche, sin embargo, supo rentabilizar sus escasos recursos para sacar partido de una de las permanencias más baratas de los últimos años –solo superada por la del Leganés en la 2016-17 con un punto menos- y aprovechar el calendario, que le brindó la posibilidad de enfrentarse a rivales que nada se jugaban.



Jugadores como Edgar Badía, Gonzalo Verdú, Josema, Dani Calvo, Raúl Guti, Josan, sin experiencia previa en Primera, han sido los encargados de tirar del carro durante gran parte del curso, ayudados por Fidel Chaves y los argentinos Lucas Boyé e Iván Marcone, posiblemente sus futbolistas con más calidad.

Raúl Guti celebra el segundo gol frente el Atlético de Bilbao. EFE

El equipo, que ha permanecido 19 jornadas en zona de descenso, empezó la Liga condicionado por su sorprendente ascenso, materializado el 23 de agosto contra todo pronóstico en Girona gracias a un tanto de Pere Milla.



El club, a dos semanas del inicio de la temporada, se encontraba en Primera sin haber planificado el nuevo curso y con una decisión ya tomada de relevar en su banquillo a José Rojo ‘Pacheta’ por el argentino Jorge Almirón.



La entidad apostó por mantener el bloque de las últimas temporadas, reforzado por varios jugadores españoles que destacaron en Segunda, como Raúl Guti o Diego González, a la espera de que el propietario, Christian Bragarnik, aportara fichajes que dieran un salto de calidad, como Marcone o Boyé, si bien otros, como Lucumí, Sánchez Miño o Koné fracasaron.



El Elche arrancó la competición en la tercera jornada con una goleada en casa ante la Real Sociedad (0-3) que dejó a las claras todas las carencias del equipo, formado casi completamente por jugadores del pasado curso.



El club ilicitano aprovechó el parón de selecciones y los últimos días de mercado de fichajes para retocar la plantilla y el equipo ofreció una pose más competitiva que le permitió ganar en Eibar, Vitoria y al Valencia en Elche.

Celebración de los jugadores. EFE



Tras enlazar dieciséis jornadas sin ganar, se situó en zona de descenso y poco después, tras un 3-1 en contra en Vigo, se produjo la dimisión de Almirón y el regreso al club de Fran Escribá, el entrenador talismán del Elche en el siglo XXI. El valenciano debutó con victoria ante el Eibar (1-0) y sacó al equipo de los puestos de descenso durante varias jornadas.



Pese a sus enormes limitaciones, mostró su pose más competitiva ante el Sevilla (2-1), pero no logró salir del peligro por detalles que provocaron que se le escaparan puntos en los últimos minutos de sus partidos ante Granada y Real Madrid (2-1).



Ya en la recta final del curso, las derrotas en Huesca (3-1) y Pamplona (2-0) y el empate con el Valladolid (1-1) dejaron al Elche en una situación crítica que llegó a ser desesperada tras perder un partido clave como local ante el Alavés (0-2).



Por entonces, Escribá ya había agitado al equipo con algunos cambios sorprendentes en las alineaciones, como la suplencia del portero Edgar Badía, quien durante dos tercios de la competición había sido el jugador más destacado del equipo, o la del capitán Gonzalo Verdú.



El Elche llegó a las dos últimas jornadas sin depender de sí mismo y con la convicción de que solo si sumaba los seis puntos en juego tendría alguna opción, remota, de salvarse e hizo su trabajo, mientras el Huesca solo sumó un punto.



Su propietario afirmó antes del partido clave que los recursos se multiplicarían si el equipo lograba estabilizarse en la élite, ya que le sería, con más tiempo y dinero, mucho más sencillo competir. 

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