Elche

El confinamiento ha supuesto para Tania Montoya Jaén (Elche, 2003), algo más que el estrés y la preocupación por la crisis sanitaria. Encerrada en casa, como todo el mundo, "abrió los ojos" tras "mucho pensar" y "mucho informarme". Esta estudiante de un grado medio de Marketing confirmó lo que en el fondo ya sabía desde pequeña, que ella era ella, y punto. Su testimonio, junto con el de un director de un centro educativo de Infantil y Primaria, una madre de una alumna trans y una psicóloga especializada en el tema, se podrán escuchar este viernes 12 a las 18 horas en el Centro de Congresos de Elche en la que es una de las primeras iniciativas de la asociación Dimove, de reciente creación. 

En el caso de Tania, cuenta a este medio que quiere aportar su testimonio para "ayudar a determinada gente" y para seguir ayudándose a sí misma en "una experiencia más para hacerle frente a mis inseguridades". Porque su proceso, que quiere alejar del dramatismo, "no siempre ha sido sencillo". Su familia y amistades cercanas se han mostrado de su lado en todo momento, "y los profesores, en general, también". El problema ha venido de "la falta de información" que se encontró desde pequeña, cuando sintió que era "una persona muy femenina, pero sin saber exactamente qué me pasaba". 

Esta es una de las cuestiones que quiere solucionar Dimove, la asociación ilicitana creada en marzo "por la diversidad y el movimiento". Su coordinador de la sección de Educación, Alberto Fuertes, explica que la mesa redonda del viernes, titulada 'El centro escolar LGTBI', nace con la pretensión de "defender la educación como herramienta para conseguir un cambio a largo plazo". Porque si Tania carecía de una brújula en clase es porque su colegio e instituto no estaba preparado para abordar su situación.  

"Es una pregunta que debemos hacernos los docentes, si estamos preparados para afrontar las nuevas identidades de géneros", explica. "Sí que existen los maestros concienciados", responde este profesor de Primaria del CEIP Reyes Católicos de Elche, "pero no formados". "Hace falta mucha formación que en ningún caso la hemos recibido, mientras que en inglés y nuevas tecnologías, por ejemplo, es una constante", asevera.  

Por ello, aboga por no esperar a que el alumnado salga del armario y se declare transgénero u homosexual, "sino por invertir el orden y que sea el centro el que esté preparado, mediante un protocolo, antes de que eso ocurra o tengan lugar episodios de acoso y homofobia".

Alejarse del ruido 

Tanto Alberto como Tania, como miembros del colectivo LGTBI, buscan alejarse del ruido que se produce con las noticias que se suceden de bullying en las aulas, de las que ambos tienen constancia. "Lo que venimos a abordar es que esos casos si bien siguen ahí, vamos a darle la vuelta porque también pasan cosas bonitas, como que cada vez haya más centros que apuestan en que sus docentes se formen en esta temática", dice el primero. 

"No creo que cada vez haya más casos de delitos de odio, lo que pasa es que cada vez hay más visibilidad", añade Tania. "Los casos son los mismos hoy que hace 10 años, lo único es que hace una década se callaban", insiste. "Y al final, con el auge de un pensamiento antiguo como el de Vox no digo que no tengamos cierto miedo pero vamos a seguir defendiendo la libertad para poder ser nosotras mismas", aduce esta joven de 18 años recién cumplidos. 

Ella, como explica, lo ha tenido claro desde el principio con un lema que le ha servido para abrirse paso: "Desde el primer momento he dicho que yo soy así y si no te gusta, pues puerta". 

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