Alicante

Cada 25 de mayo, el día de su cumpleaños, Enrique Botella aprendía un poco más del bombardeo. Aquel niño que llegaría a ser un escritor recuerda que su madre le hablaba con miedo de lo sucedido décadas antes, cuando en 1938 la aviación italiana soltó noventa bombas sobre Alicante. Aquel ataque, que fue portada en la prensa internacional, se convirtió en el mayor que había sufrido la población durante la guerra civil española.

Han pasado más de ochenta años y Botella cree que "se sigue imponiendo el silencio". Cuando se habla de las matanzas del conflicto, el primer nombre que sale es el de Gernika. "Franco llegó a declarar que el bombardeo no se había producido", recuerda enfurecido Botella sobre el sufrido en Alicante. "Hay unas declaraciones a la BBC en la que dice que ellos no bombardean objetivos civiles. Y se dijo que era un crimen de guerra pero se prohibió hablar de eso".

En aquel momento, la noticia se distribuyó a través de la agencia Associated Press. El investigador y divulgador de la historia de Alicante y comarca Alfredo Campello aún recuerda la emoción cuando hace cinco años se compró un ejemplar del The New York Times y vio en portada el titular: Rebels raid coast; 250 die in Alicante; British ship sunk. "Para mi sorpresa estaba la noticia destacada. Y nadie sabía que lo había publicado al día siguiente", lamenta.

Hasta mayo de 2011 no hubo una placa que recordara lo sucedido en el lugar. Y no fue hasta dos años más tarde cuando las víctimas, unas trescientas según las estimaciones, no tuvieron un memorial que las recordara. La estrategia del silencio que se había marcado había funcionado más allá de los años de la dictadura, considera Botella.

El estigma alicantino

"La posguerra y la represión fue brutal porque Alicante es una ciudad muy estigmatizada", razona el escritor. ¿Las dos causas que llevaron a ello? Ser una de las últimas ciudades del bando republicano en caer y porque se ejecutó a José Antonio Primo de Rivera, fundador de la Falange Española.

Enrique Botella ha novelado el 25 de mayo en 'El silencio y el mar'.

Ambas son dos razones de peso que explican para Botella que durante la dictadura franquista "se prohibiera hablar de eso y aquí, más que hablar, se cuchicheaba". Frente a otros dramáticos sucesos, como el sucedido en Gernika, "aquí no tuvimos un cuadro que se expusiera en París, pero aquí hubo más muertos. Fue una historia silenciada, la conocíamos la gente de aquí. Y no toda".

Ese desconocimiento le duele a Botella que se siga manteniendo en la actualidad. "Ha habido un olvido, un silencio impuesto por las autoridades franquistas y los posteriores. Y ya vemos el caso que se hace a un día tan significativo", critica.

¿De qué manera lo ve actualmente? "Estando la feria del libro delante de uno de los refugios mejor conservados de Alicante", argumenta, "a ninguna mente lumbrera, ya sea concejal de cultura, de turismo o alcaldía, se le ha ocurrido que, teniendo autores que hemos escrito sobre el tema, el decir 'vamos a hacer una mesa redonda conmemorando el 25 de mayo'".

Libros para recordarlo

Esa reunión de escritores sí que se está haciendo a través de la Stanb(r)ook Week. El evento organizado por la librería 80 Mundos reúne a una treintena de autores. Entre ellos, aparte de Botella y Campello, a Miguel Ángel Oca y Eduardo Boix quienes también han escrito a partir de testimonios directos de lo sucedido.

Campello valora estos encuentros como una forma de seguir presentando trabajos como Alicante a pie de calle. En este volumen que recopilaba sus colaboraciones en diversos medios amplía precisamente temas como el del bombardeo del 25 de mayo.

En él, el divulgador corrige y amplía referencias como la del diario americano, la mención de cómo lo retrataron al día siguiente desde Italia en La Stampa, "que dice que afectaba a la zona portuaria y una fábrica de armas. Y eso era mentira".

Botella, quien decidió novelar el bombardeo en El silencio y el mar a partir de lo que le contó su madre, lamenta concluir que "se sigue imponiendo el silencio y en este momento que parece que soplan malos vientos para estas historias que contamos algunos. Institucionalmente, silencio y más silencio".

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