Toro: el documental que usted no verá

Toro: el documental que usted no verá

Toros

Toro: el documental que usted no verá

Tendido Cero abrió una serie dedicada a los documentales taurinos estrenando la nueva obra de Alberto Esteban, dirigida al público general y coproducida por TVE, que explica la tauromaquia a través de todas sus vertientes, incluidos los antitaurinos.

13 febrero, 2017 10:33

Noticias relacionadas

Usted nunca verá Toro, el documental que explica la tauromaquia en una hora. Lo consumirá el aficionado, como todas las ideas buenas devoradas con devoción en la cueva. Estrenado por Tendido Cero, la frágil trinchera de La 2, no tendrá transcendencia amorcillado en un hipervínculo que rebota entre convencidos. Lo ha coproducido TVE en un templadísimo desprecio: la intención es buena pero en el embroque mira para otro lado.

Toro girará de feria en feria y de provincia en provincia en la mediocridad. El padre de otra buena idea nacida muerta al exterior es el hombre de cine Alberto Esteban, su director. “El documental está destinado para otro horario y otro público pero...”. El resto lo cuenta off the record. “Además, Federico Arnás [director de Tendido Cero] quería comenzar un ciclo de documentales taurinos y contó con nosotros. Espero que pronto aparezca en otro horario, que es para lo que está hecho”. Tampoco llegará a los festivales de cine. “Cuando hablo de festivales me refiero a algunos de temática taurina. En el resto, este tema es tabú. Tampoco era nuestra intención, eh. Hemos tenido ya desde Francia varias llamadas para presentarlo en algunas ciudades durante sus ferias”.

Se esfumará en una subsección de este diario. Ya lo está haciendo, antes incluso de enviar el texto. “¿Es deporte el ballet? No es una competición, se hace arte. A parte de la gente de la cultura que atrae, que eso son cosas de alrededor, el toreo es cultura. No hablo de Lorca, Picasso o Alberti. Tiene muchos valores”, responde por teléfono. Toro no lo verá nadie.

Cartel promocional del documental.

Cartel promocional del documental.

Esteban ha dirigido otros documentales como Y no llevaste luto por mí: El Cordobés y Teatro chino de Manolita Chen. También ha estado presente en los créditos por supervisar y producir los efectos visuales de 31 películas, comenzando en 1997 con Abre los ojos. “Pensamos que no había ningún documental que contase de qué va esto”, justifica Toro, financiado, además de con dinero público, por Albero, su productora. “El nombre viene de luz de alba”, aclara, intentando hacer aséptica su decisión.

En una hora se abordan casi todos los estratos del toreo. El rito, la filosofía, la política, la historia. Quizá ha faltado incidir más en la ecología. “Me lo han dicho. Reconozco que han quedado cosas en el tintero. Muchas. Queríamos hacerlo en una hora. El tema da para mucho más”. Pero eleva sobre todo el rito, que establece el hilo conductor. La respiración del toro, sus pisadas, la mirada temerosa del torero actúan como separador entre temas. “La emoción es fundamental. La animalidad. Ese ballet trágico. Es algo con 3000 años de antigüedad y mediterráneo, en el sentido de que ahí nació la civilización”. No suena ni una nota de flamenco, imposible el pasodoble para elaborar un producto anticaspa. “Creo que al toreo le queda bien otra música. Blues incluso. Hemos querido dar ese toque”.

TORO

En los últimos años la convivencia con los antitaurinos ha hecho mejores a los que acuden a la plaza de toros. No es proselitismo: la afición ha encajado con paciencia el aluvión de provocaciones y agresiones sufrido. Toro da altavoz a los animalistas, una oportunidad ideal para contrarrestar todo el relato taurino. “Bueno, son sus argumentos”, explica Alberto. “Hicimos un esfuerzo por sacar lo mejor”.

Rubén Amón, Albert Boadella y Fernando Savater hablan y son respondidos por Daniel Dorado, abogado, Jesús Mosterín, filósofo y José Enrique Zaldívar, veterinario. “Es lo que había. Algunos antis no han querido participar. No hemos encontrado a nadie de más nivel”. Zaldívar provoca el momento descacharrante del documental cuando menciona a la caza, él, veterinario y antitaurino, defensor de los animales, como un método factible para sostener la dehesa y la cría de toros cuando la tauromaquia desaparezca. “No es un debate, eh. Es una exposición. Nunca he intentado ser imparcial pero sí contar con sus ideas, que son muchas veces interesadas. Es un movimiento que se mueve por dinero”, señala el autor, que ha recibido críticas de aficionados por contar con los antis, como si el documental fuese sólo dirigido a ellos, tan malacostumbrados. 

Lo más interesante de Toro son sus intervenciones y el contraste que producen: oír hablar a Victorino Martín después de Mosterín es un buen ejercicio para observar la enorme brecha entre lo rural –la realidad- y el idealismo urbano feliz, conmovido y cursi. Intervienen toreros, rejoneadores, más ganaderos y filósofos, y una historiadora. Y pivota sobre Esplá, que lo es todo. “Es increíble. Es filósofo, historiador, fisiólogo... Está infrautilizado. Ha sido muy difícil editar sus intervenciones. Con los brutos saldría otro documental o una serie”.

El trabajo de Alberto Esteban ofrece esa dicotomía entre la bestialidad y el intelectual, lo snob y lo popular, animal y hombre, que es el propio toreo. Sol y sombra, taurino y antitaurino, con una atmósfera que insiste en lo que apunta Amón en los primeros minutos: “los toros no son un fenómeno anacrónico, son un fenómeno atemporal”. “Todo es complementario y siempre lo ha sido”. La tauromaquia es un lugar fantástico porque “convive el tipo que te pega un almohadillazo, el Tendido 7, que es necesario, y está la inteligencia, el Hemingway de turno. Tienen que ir de la mano. Y eso es lo que mola de esto”.

Hay un intento de apartar la sombra de la política. “Sobran todos los políticos. No deben hacer bandera política. El animalismo se ha adscrito en estas últimas décadas a la izquierda, eso se ha asimilado igual que ser de derechas y que te gusten los toros. Algunos lo acogen por inercia y no tiene nada que ver. El toreo es popular. En la Movida estuvo muy de moda y ese ambiente se perdió”. Vivir alimentando el pasado conmueve, es fácil y está asumido por un sector al que le tienen que vender el producto desde fuera. “La muerte y la emoción está siempre presente. La evolución va en otras cosas”. ¿Qué falta para salir del armario? “El paso está dado. Va a ser difícil”.