Un soldado del Ejército clandestino polaco durante el Levantamiento de Varsovia.

Un soldado del Ejército clandestino polaco durante el Levantamiento de Varsovia. Museo del Levantamiento

LA TRIBUNA

Somos los custodios de esta memoria

Transmitido de generación en generación, ochenta años después, el recuerdo de los protagonistas del Levantamiento del gueto de Varsovia debe permanecer para siempre.

16 abril, 2023 02:01

En abril de 1943, en vísperas de la festividad del Pésaj, los alemanes que ocupaban la capital polaca rodearon el barrio judío que habían creado, el gueto de Varsovia, preparándose para su liquidación final.

El 19 de abril, la policía alemana y las fuerzas auxiliares de las SS entraron en el gueto para completar el exterminio. Los habitantes del gueto se ocultaron en búnkeres y todo tipo de escondites. Los insurgentes judíos atacaron a los alemanes empleando armas de fuego, cócteles molotov y granadas de mano. Dos vehículos alemanes fueron incendiados con botellas de gasolina. Al principio, los sorprendidos alemanes fueron incapaces de romper la feroz resistencia de los defensores.

Piotr Gliński, viceprimer ministro de la República de Polonia.

Piotr Gliński, viceprimer ministro de la República de Polonia. INM

Ante la fuerte resistencia y los fracasos iniciales, los alemanes comenzaron a quemar los edificios sistemáticamente, convirtiendo las calles del gueto en una trampa de fuego. Mientras en el gueto se desarrollaban los combates, unidades del Ejército clandestino polaco entraron en acción contra los alemanes. Tres secciones del Ejército Nacional intentaron sin éxito abrir una brecha en los muros del gueto con explosivos. Los judíos condenados al exterminio se defendieron hasta principios de mayo. El último acto simbólico del levantamiento fue la demolición por los alemanes de la Gran Sinagoga situada en la calle Tłomackie de Varsovia.

El Levantamiento del gueto de Varsovia fue el primer levantamiento en una gran ciudad y también la mayor rebelión armada de la población judía durante la ocupación alemana. La tarde del 19 de abril de 1943, en el cuartel general de la Unión Militar Judía de la plaza Muranowski, en un gesto simbólico, los militantes colocaron sobre el tejado del edificio la bandera rojiblanca de Polonia y la bandera blanquiazul de la ŻZW.

Esta imagen de las dos banderas, la rojiblanca polaca y la blanquiazul sionista, ondeando juntas en el tejado del edificio sobre el gueto levantado en armas, se ha convertido en un símbolo de los destinos, entrelazados de forma indisociable, de polacos y judíos. Varios meses después, en agosto de 1944, estalló el Levantamiento de Varsovia, la batalla por una Polonia libre, la mayor rebelión armada por la libertad en la historia de la Segunda Guerra Mundial.

En la historia, la literatura, el arte y, de forma general, la cultura de Polonia pueden encontrarse numerosas referencias a las rebeliones armadas de los insurgentes. Los levantamientos infundieron esperanza, animaron los espíritus y reconfortaron los corazones, pero la mayoría de las veces fueron brutalmente reprimidos por los invasores y ocupantes.

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Siendo trágicos, a menudo inevitables, construyeron una identidad comunitaria y generalmente condujeron a la victoria años después. Dejaron una fuerte huella en la sociedad polaca y en la historia de Polonia. Por esta razón se han convertido, a menudo, en un tema recurrente en la literatura, la pintura y el cine. Y aunque los artistas los han retratado de diferentes maneras, en muy pocas ocasiones han criticado la idea del levantamiento en sí, y han abogado por la lucha por la libertad, elevándola a pedestales culturales.

Varsovia, la capital de Polonia, se convirtió durante la Segunda Guerra Mundial en la ciudad de los dos levantamientos en los que judíos y polacos se enfrentaron a los criminales alemanes. Finalmente, la ciudad acabó convertida en ruinas, destruida e incendiada. Esto demuestra lo fuerte que es el imperativo polaco por la libertad.

Cabe preguntarse, ¿por qué en Varsovia? Vale la pena recordar en este punto que en 1939, en el umbral de la invasión alemana de Polonia, en Varsovia vivían casi 370.000 judíos. Representaban alrededor del 30 % de la población total de la ciudad. Tras el estallido de la Segunda Guerra Mundial, casi 100 000 judíos más llegaron a la capital polaca a lo largo del año siguiente, desplazados sistemáticamente por los alemanes desde las tierras incorporadas al Reich alemán y desde los territorios polacos ocupados.

En la primavera de 1940, los alemanes iniciaron la construcción de un barrio judío aislado. El cierre definitivo del gueto de Varsovia tuvo lugar en noviembre de 1940. Detrás de los muros, en una superficie de 307 hectáreas, vivían aproximadamente 400.000 judíos. En abril de 1941, llegaron en masa al gueto las personas desplazadas. La población confinada tras los muros del gueto ascendió a 450.000 personas.

"No olvidamos a aquellos que fueron asesinados"

No cito estas cifras de forma casual. El gueto de Varsovia fue el mayor gueto creado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial en Europa. En julio de 1942 comenzó la deportación masiva de judíos desde el gueto al campo de exterminio de Treblinka. Se calcula que en aquella época fueron asesinados entre 250.000 y 300.000 judíos. Alrededor de 100.000 personas murieron en el gueto debido al hambre y a las enfermedades causadas por las condiciones inhumanas impuestas por los alemanes.

Decimos “judíos”, pero hay que recordar que se trataba de ciudadanos de Polonia, la Segunda República multinacional y multicultural. Por tanto, es nuestro deber como comunidad conmemorar el Levantamiento del gueto de Varsovia, el mayor levantamiento judío durante la Segunda Guerra Mundial y el primer levantamiento en una ciudad en la Europa ocupada, y preservar en la memoria el valor de quienes se opusieron a los ocupantes alemanes.

Estos días se celebran en Polonia más de 150 actos, con motivo de la conmemoración oficial del 80.o aniversario del Levantamiento del gueto de Varsovia. Estos actos están organizados o financiados por el Gobierno polaco, entre otras cosas, como parte del programa de apoyo a las actividades de preservación del patrimonio y la memoria de los judíos polacos que lleva a cabo el Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional.

Desde que la Derecha Unida (Zjednoczona Prawica) está en el Gobierno, hemos triplicado con creces la financiación de las instituciones cuyas actividades incluyen la preservación de la memoria, la cultura y el patrimonio de la nación polaca multicultural, incluido el patrimonio de la minoría judía en territorio polaco, así como la conmemoración del Holocausto perpetrado por los alemanes en el territorio de la Polonia ocupada.

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Entre las instituciones subvencionadas por el gobierno polaco se encuentran los museos estatales de los antiguos campos de exterminio alemanes: el Museo Auschwitz-Birkenau en Oświęcim; el Museo de Majdanek (con las secciones: Museo y Centro por la Memoria de Bełżec y Sobibór); el Museo Stutthof en Sztutowo; el Museo de Treblinka; el Museo Gross-Rosen en Rogoźnica; el Museo – Centro por la Memoria del campo de concentración de Plaszow en Cracovia. Así como el Museo del Gueto de Varsovia, el Museo de los Polacos que salvaron a los Judíos durante la Segunda Guerra Mundial de la Familia Ulma en Markowa, el Museo por la Memoria de los Habitantes de la Tierra de Oświęcim, el Museo POLIN de Historia de los Judíos Polacos, y el Instituto Histórico Judío Emanuel Ringelblum.

Se trata tanto de instituciones que llevan décadas funcionando, a menudo con una financiación inadecuada en el pasado, como de instituciones creadas en los últimos años, en aras de la memoria: el Museo del Gueto de Varsovia, el Museo de los Polacos que salvaron a los Judíos durante la Segunda Guerra Mundial de la Familia Ulma en Markowa, y el Museo por la Memoria de los Habitantes de la Tierra de Oświęcim.

Varsovia es hoy una ciudad llena de vida. Polonia es un país lleno de vida. Recordamos el pasado y, basándonos en la experiencia histórica, queremos construir un futuro mejor. Sin embargo, no olvidamos a aquellos que murieron o fueron asesinados. Transmitido de generación en generación, el recuerdo debe permanecer para siempre. Y hoy, nosotros somos sus custodios.

*** Piotr Gliński es viceprimer ministro y ministro de Cultura y Patrimonio Nacional de la República de Polonia. Este texto se publica simultáneamente en la revista de opinión polaca Wszystko Co Najważniejsze.

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