Pablo Casado no puede pasar por alto la realidad que arrojan los últimos sondeos de Sociométrica publicados hoy por EL ESPAÑOL. Llamados a escoger al mejor candidato del PP para pugnar con Sánchez por la Moncloa, el 38% de los consultados consideran que Isabel Díaz Ayuso sería la persona indicada, frente al tímido 8,2% que aboga por Casado. Un líder nacional que queda relegado a la tercera plaza. El 27,8% de los españoles prefiere incluso al presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, como aspirante.

Si acotamos el resultado y limitamos la fotografía a los votantes del PP, las conclusiones son igualmente alarmantes para Casado. Sólo el 24,4% cree que es el mejor candidato, por el 43,8% que se decanta por la presidenta de la Comunidad de Madrid.

La certeza que alumbran los casi veinte puntos de diferencia debe resonar como un bocinazo en Génova, obligado a replantear su estrategia con Ayuso y dar fin a la absurda guerra interna para desbrozar el camino a la Moncloa. Es hora de que Casado cierre el incomprensible capítulo de la discordia interna y tienda puentes entre los equipos para que la presidenta madrileña se convierta en un valor añadido de su candidatura, y no en un motivo de disuasión que beneficie a sus contrincantes.

No hay ventaja alguna en tener al político mejor valorado del partido en contra. Más si cabe cuando dos de cada tres consultados están convencidos de que Génova es el culpable de un desaguisado que ha echado por el desagüe de otoño el terreno ganado por Casado en primavera y verano, espoleado por el triunfo abrumador de Ayuso en las últimas elecciones madrileñas.

Revertir la situación

Tampoco es un dato menor que el 80,6% de los votantes del PP considere que Ayuso debe presidir el PP de Madrid, por el 18,9% que presume que debe ser Almeida, la apuesta de Casado y Egea. Esta posición no debe interpretarse como un escoramiento del partido a la derecha. Cuando se les pregunta con qué formación querrían pactar en caso de triunfo electoral, sólo el 21,7% se decide por una coalición con Vox. Son términos muy similares al respaldo que recibe una gran coalición a la alemana con el PSOE (20,7%).

El ejemplo de Ayuso en Madrid es, en fin, el espejo en el que debe mirarse Casado. La única manera de regatear el pacto con Vox es crecer desde el vigor que proporciona la unidad. Cuanto más cohesionado esté el PP, más posibilidades tendrá de superar a un PSOE que sigue liderando las encuestas. 

Casado tiene en su mano revertir la situación, recuperar los apoyos perdidos, ensanchar los márgenes con Vox y disputarle la victoria electoral a Pedro Sánchez, que despierta cada vez más desconfianza en los ciudadanos. Buena parte de la solución pasa por calmar las aguas en el partido sumando a la presidenta madrileña a la causa. No hay ruta a la Moncloa que excluya esta parada. Casado no puede ser candidato contra Ayuso.