En su segunda acepción, que es la buena, la Real Academia Española define el adjetivo "rijoso" como "inquieto y alborotado ante la presencia de una hembra". Y es que puede que un caballero no sea más que un salido con paciencia, pero todavía existen diferencias de clase entre el salido caballeroso y el rijoso de barra de bar, ese al que suele encontrársele zureando a las becarias como un palomo recién salido de la cárcel.

Viene esto a cuenta de Manuela Carmena y Ada Colau. Como ya sabrán, Manuela Carmena ha nombrado consejero delegado de la empresa Calle 30 a Samuel Romero, de veintinueve años. La primera experiencia laboral de Romero tuvo lugar hace la friolera de cuatro años como ayudante de jefe de obra. Aún y así, Romero cobrará noventa mil euros brutos al año por gestionar un presupuesto de ciento cuarenta millones. Eso no es una mejora profesional: es un penalti de Sergio Ramos que ha puesto a este chico a orbitar la galaxia Enchufímedes.

Ada Colau ha sido aún más valiente que Carmena. Ha nombrado director de Alcaldía, es decir consejero personal, a Manuel Constancio Simarro Contreras, un chaval de veinticinco años que ni siquiera ha acabado una de las carreras más facilonas e inútiles de todas las que se imparten en las ya de por sí facilonas e inútiles universidades españolas: la de ciencias políticas. Cobrará setenta y siete mil euros al año y convertirá la de becario de Colau en la profesión más deseada por los quinceañeros de toda España, muy por delante de la de testador de videojuegos, la de tronista de Mujeres y Hombres y Viceversa y la de youtuber.

Que no se me asuste nadie. No estoy llamando rijosas en el sentido sexual del término a Carmena y Colau. Carmena y Colau no pueden ser rijosas porque son mujeres. Rijosa no lo fue ni siquiera la exalcaldesa de Jerez Pilar Sánchez (por cierto recién ingresada en prisión). Sánchez emparejó en sus tiempos poderosos con su guardaespaldas, le nombró jefe de Gabinete y le quintuplicó el sueldo. Pero fue por amor.

Rijosos en el sentido sexual del término, en fin, solo pueden serlo los hombres como Berlusconi y Strauss-Kahn. Ya saben: las mujeres son inmunes genéticamente al cocktail de poder y testosterona. Así que Carmena y Colau lo que son en realidad es unas rijosas del presupuesto público. Ha sido llegar a la alcaldía, verlo y desbocarse cual caballo percherón acalorado. "¡Veinteañeros sin experiencia a mí! ¡Esta ronda la paga el pueblo!".

Hasta las bases de Podemos se han escandalizado, que ya es decir. "Que saquen la plaza a concurso", han dicho. Desde el Ayuntamiento de Madrid les han contestado que eso siempre se ha hecho así y que lo que molesta no es el dedazo en sí, sino el hecho de que el dedo sea el del pueblo. No haré más chistes sobre el dedo del pueblo, su señoría, que me demandan.

Nunca más un país sin sus rijosas.