El pronóstico que hace hoy EL ESPAÑOL a 48 horas para que los ciudadanos acudan a las urnas revela un panorama muy incierto. Nuestro estudio se basa en un análisis histórico de datos y de las encuestas publicadas hasta el lunes, e incluye también una estimación de la influencia que han tenido entre el electorado tanto el cara a cara entre Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, como la agresión del miércoles al líder del PP.

Lo que refleja nuestro informe es que, si las votaciones fueran hoy, el segundo puesto se lo disputarían PSOE, Ciudadanos y Podemos, por este orden, con la particularidad de que el partido de Albert Rivera tendría más posibilidades de ser cuarto que segundo. En cuanto a los populares, ni en el peor supuesto para ellos serían superados por alguno de sus adversarios.

Rajoy e Iglesias se retroalimentan

Estos datos demuestran que la campaña ha ido bien sólo para Rajoy y Pablo Iglesias, que se han beneficiado mutuamente al escenificar el papel de polos opuestos. El PP ha dado cancha a Podemos para que los votantes conservadores que dudaban si votar a Ciudadanos vieran en el ascenso de Iglesias una amenaza real y optaran al final por cerrar filas. Podemos, por su parte, ha logrado que muchos de quienes están hastiados con la gestión del PP vean en Iglesias a su más beligerante enemigo.

Sin embargo, esa relación simbiótica ha creado entre Rajoy e Iglesias una simpatía mutua. Iglesias fue el primero de los candidatos en llamar al líder del PP para preocuparse por su estado tras la agresión y ambos han confensado en privado que se entienden bien. Lo cierto es que Rajoy ha logrado frenar la sangría de votos y consigue incluso repuntar y que el candidato de Podemos es el que más crece en número de escaños en nuestro estudio.

Pedro Sánchez y Albert Rivera caen, pero Ciudadanos de forma más acusada. Los dos perdieron en el debate a cuatro y aunque Sánchez estuvo bien en el cara a cara con Rajoy, no ha sido suficiente para invertir la tendencia.

El papel de víctima funciona

El PP se ha movido con habilidad tras el duro enfrentamiento dialéctico de Sánchez con Rajoy y también a raíz de la agresión de Pontevedra. No ha sido difícil mostrar a Rajoy como víctima, por más que el líder del PSOE le dijera verdades como puños y que, como han demostrado los hechos, el ataque del joven carezca de componente político.

Este jueves, Rajoy habló con Susana Díaz y su equipo filtró que el PP estaría mucho más cerca de llegar a acuerdos con un PSOE liderado por la presidenta andaluza. Toda una declaración de intenciones que trata de erosionar la figura de Pedro Sánchez.

Que los socialistas no atraviesan un buen momento lo ha dejado claro Zapatero en su entrevista con EL ESPAÑOL. El expresidente se ha hecho a la idea de un mal resultado: "No me llevaré un gran chasco si no ganamos", asegura. Pero Zapatero muestra también su convencimiento de que el Parlamento presentará una gran fragmentación y que será necesario un "gobierno tripartito" para que tenga verdadera estabilidad.

Los pactos dirán quién ha ganado

Lo cierto es que las horquillas de nuestro pronóstico dejan el escenario muy abierto y hacen más difícil que nunca hablar de ganadores y perdedores. ¿Sería ganar para Rajoy obtener 120 diputados? Eso significaría sumar 66 menos que hace cuatro años y la necesidad de depender de un aliado durante la legislatura. ¿Sería perder para Sánchez quedarse en 80 escaños? Desde luego, lograría 30 menos que en 2011 y los peores resultados de su historia, pero le valdrían para ser segundo y optar a convertirse en presidente del Gobierno si encuentra los apoyos necesarios.

Por otra parte, ¿supondría un fracaso para Rivera quedarse en el entorno de los 60 diputados? Sería menos de lo que aspiraba al principio de la campaña pero le permitiría convertirse, de buenas a primeras, en el partido del centro en España y quedarse la llave de la gobernabilidad. De la misma forma, ¿sería perder o ganar para Iglesias obtener también unos 60 parlamentarios? Supondría haber remontado y presentarse como una seria amenaza para el PSOE.

Lo único seguro pues es que el domingo España no despejará todas las dudas que encierra el 20-D, y que será a partir de ese día y en función de los posibles acuerdos que se alcancen cuando podamos empezar a vislumbar quién o quienes han ganado y perdido.