Uno de los postres más populares de Galicia es la filloa, que suele consumirse en épocas carnavalescas, o Entroido, que dirían los gallegos. Son muy similares a las crêpes de la Bretaña francesa, aunque no completamente iguales – de hecho advertimos de la importancia de llamarlas filloas y no crêpes cuando andes por tierras gallegas-. La principal diferencia es que la crêpe se prepara con mantequilla y la filloa no. Además, para la filloa no se utiliza harina integral o de trigo de sarraceno.

Las filloas más antiguas de Galicia se preparaban con la sangre del cerdo tras la matanza y se freían con grasa de cerdo. A día de hoy se ha sustituido este ingrediente por leche y agua, aunque los más tradicionales optan por el caldo de pollo para la receta de las filloas. Suelen consumirse solas o con un poco de azúcar o mermelada.

Ingredientes (para 4 personas):

400 ml de leche entera

100 ml de agua

3 huevos

200 g de harina

Una pizca de sal

1 cucharada de azúcar

1 trozo de tocino sin magro

Preparación:

Para preparar el amoado, la masa líquida que dará lugar a las filloas, mezclamos en un recipiente los huevos, la leche, el agua, la sal, y la cucharada de azúcar. Debemos batir con unas varillas hasta que se mezclen bien todos los ingredientes.

Mientras tanto, vamos añadiendo la harina sin dejar de remover, hasta que la masa se presente sin grumos. El amoado debe ser relativamente líquido y con una textura fina. Cuando tengamos la masa hecha, debemos dejar reposarla en un lugar fresco al menos durante una hora.

A continuación, calentamos la sartén y con el tocino la engrasamos. Con una cuchara sopera, añadimos una pequeña cantidad de la masa a la sartén, percatándonos de que se cubre bien toda la superficie y dejamos que se haga por ambos lados. No deben quedar muy tostadas.

Cuando hayamos cocinado toda la masa, ya tendremos nuestro plato repleto de filloas listas para servir con azúcar o mermelada.