La investigación valida en muchas ocasiones conocimiento que compartimos de manera generalizada y previa a su confirmación por parte de la ciencia. Incluso, conocimiento que puede resultar obvio o que fácilmente se deduce de la lógica o la experiencia. Esta circunstancia no resta valor al resultado de la investigación. De hecho, la falacia o la paradoja encuentran su razón de ser en un conocimiento compartido y aceptado que no es cierto. La primera existe por un razonamiento equivocado y la segunda muestra una realidad que no responde a la lógica común.
No es el caso de dos afirmaciones ampliamente validadas por la literatura científica y que aúnan a su vez el consenso generalizado. La primera sería que la dinámica y la actividad emprendedora de un territorio condiciona su competitividad y capacidad de crecimiento económico y el nivel de bienestar de su población. Esta realidad confiere un valor estratégico a la población que reúne conocimientos, habilidades y competencias para emprender. En este sentido, podemos coincidir con la segunda afirmación: la educación emprendedora es una actividad clave para el ecosistema de emprendimiento y la Universidad un actor fundamental para la creación de nueva capacidad emprendedora.
Ahora bien, la ciencia no ha conseguido reunir el consenso suficiente para responder a una pregunta que genera la discusión de manera recurrente: ¿El emprendedor nace o se hace? Heiko Haase y Arndt Lautenschläger traducen esta pregunta a una cuestión directamente ligada a la capacidad de la educación para mejorar la formación en materia de emprendimiento: ¿Se puede enseñar el emprendimiento?
Esta pregunta es abordada por ambos autores en el trabajo publicado en la revista International Entrepreneurship and Management Journal y titulado “The Teachability Dilemma of Entrepreneurship”. La investigación recoge una revisión de los trabajos publicados con anterioridad intentando encontrar los argumentos para una respuesta científica al dilema de la enseñanza del emprendimiento.
El trabajo identifica el origen del dilema y señala la existencia de dos formas distintas de aproximarnos al emprendedor. Desde un enfoque psico-sociológico se han intentado comprender los rasgos de la personalidad que caracterizan al emprendedor. Por otra parte, desde un enfoque conductual se ha estudiado al emprendedor con el objetivo de entender qué hace y cómo se comporta.
Conocemos muchos rasgos de la personalidad del emprendedor que han sido validados empíricamente. Entre ellos, podemos citar la proactividad, su estado de alerta continuo, la relación con el riesgo, la creatividad, las habilidades sociales y el liderazgo, la tolerancia al estrés, la necesidad de logro o la perseverancia y la resiliencia. Estos rasgos no son aprendidos y tienen un carácter estable. Es decir, el emprendedor actúa en base a unas características inherentes a la persona y no adquiridas.
Sin embargo, existen investigaciones que han explicado la conducta emprendedora como el resultado de un proceso de aprendizaje y acumulación de experiencias. Desde este enfoque se cuestiona el carácter permanente de la personalidad del individuo y se destaca la importancia de la suma de conocimientos y experiencias. Por tanto, se puede aprender a emprender y ese aprendizaje se produce en contextos formativos y en contextos reales de la práctica empresarial.
Una forma de resolver el dilema es diferenciar distintos objetivos que puede atender la educación emprendedora. Haasen y Lautenschläger distinguen la enseñanza dirigida a transmitir qué hace el emprendedor (Know-what), cómo lo hace (Know-how) y por qué lo hace (Know-why). Cada objetivo atiende a competencias diferentes y necesarias para el desempeño de la actividad emprendedora. En el primer caso, son competencias relacionadas con la naturaleza del negocio y la gestión de la actividad empresarial. En el segundo caso, la enseñanza se centra en competencias “blandas” que condicionan aspectos tan importantes como la capacidad de liderazgo, negociación o networking. Por último, existe la necesidad de mejorar el aspecto motivacional y la deseabilidad de participar en el proceso y el resultado del emprendimiento.
El conocimiento referido al Know-what es fácilmente transferible como conocimiento explícito. La “vieja escuela” o la enseñanza más tradicional del emprendimiento se ha centrado en las competencias relacionadas con la gestión, interpretando esta enseñanza como una adaptación de la enseñanza de la administración de empresas. Sin embargo, las competencias más relevantes para el resultado de la acción emprendedora son las incluidas en el Know-how. En este caso, el conocimiento es tácito y difícilmente transferible. Además, está relacionado con rasgos propios de la personalidad y relativamente estables e inherentes a la persona.
En definitiva, la esencia del dilema sobre la enseñanza del emprendimiento reside en la dificultad de enseñar las competencias que mayor valor tienen en el proceso emprendedor. Y, ¿cómo se resuelve el dilema desde la innovación docente? ¿Qué hacen las universidades que mejor lo están haciendo?
El trabajo citado aporta varias directrices para la enseñanza eficiente del emprendimiento. En primer lugar, elevar la importancia de los contenidos referidos a las soft skills claves para el emprendedor, en detrimento de la enseñanza sobre la gestión empresarial. En segundo lugar, implementar metodologías que favorezcan el aprendizaje experiencial. Esto significa reproducir situaciones en el espacio formativo que se aproximen lo máximo posible a la realidad.
Este objetivo afecta a quién participa en la formación y dónde ocurre la formación. La enseñanza del emprendimiento precisa la participación del ecosistema, con un rol activo de los distintos actores, para aportar una visión práctica y el conocimiento basado en la experiencia. La Universidad ha de propiciar el contexto para la colaboración en la formación y el docente adoptar un rol facilitador de la participación de actores externos en esta formación de acuerdo a una metodología correctamente diseñada. Igualmente, son importantes los espacios diseñados ad hoc para la enseñanza del emprendimiento al igual que ocurre con otras disciplinas que exigen la disponibilidad de laboratorios adecuadamente diseñados y equipados.
¿Y el por qué? ¿Cómo enseñar el por qué de la conducta emprendedora (Know-why)? A mi juicio, un elemento fundamental de la eduación y de naturaleza transversal. Educar para contagiar el virus del deseo de transformar para mejorar, de cuestionar para cambiar e innovar. La investigación afirma que las universidades más activas en materia de emprendimiento generan un contexto que favorece la cultura de la innovación entre sus estudiantes.